Ambos se habían forjado un nombre trabajando como técnicos en numerosas producciones hasta que dieron el salto a la creación cinematográfica con la realización de los cortometrajes Txotx (1997), 40 ezetz (1999) y Topeka (2002). Estos trabajos, premiados en numerosos festivales, combinaban con suma originalidad una forma que remitía al cine vasco primitivo debido a su querencia por esas manifestaciones ancestrales del folklore rural con unos contenidos muy contemporáneos al indagar en el terreno del terror e incluso de la ciencia ficción. En Aupa Etxebeste! los cineastas volvieron a combinar mundos aparentemente distintos.