Politikariak eta Kargu publikoak

Murga de la Barrera, José María de

Personalidad vizcaína. Nacido en Xemein en 1770 y fallecido en 1834.

Propietario descendiente de una de las casas originarias de la merindad de Markina, educado en Madrid y provisto desde muy joven de sólida y perfecta instrucción, fue miembro de la Real Sociedad de Amigos del País y su secretario perpetuo, capitán de una Compañía de paisanos armados en la guerra contra la República francesa aunque se halló ausente en Madrid en parte de los años 94 y 95, alcalde de la villa de Markina y diputado general del Señorío en el bienio de 1800 a 1802 con su compañero Pedro Antonio de Asúa y Aránsolo, en reemplazo de Francisco Policarpo de Urquijo y de Mariano Luis, su hijo, nombrados por elección unánime en las mismas Juntas de Gernika, pero que no pudieron ejercer estos cargos por residir fuera de Vizcaya.

Siguió las ideas dominantes en las postrimerías del siglo XVIII y se asoció al movimiento filosófico y político que entonces imperaba. Perteneció más tarde al partido afrancesado que le nombró presidente del Consejo de Provincia durante la dominación imperial. Fijó su residencia en Bilbao en 1797 en momentos en que se agitaban gravísimas cuestiones locales como la de imposiciones de arbitrios para cubrir los gastos de la reciente guerra con Francia, defendidas por la villa de Bilbao y el Consulado y combatidas por el país con Simón Bernardo de Zamácola a la cabeza. Corrió en suerte para ser nombrado alcalde de Bilbao en 1800 sin que consiguiera más título que el de regidor de su Ayuntamiento; pero en cambio y según se ha dicho, el de diputado general por el bando oñacino en las Juntas de Gernika, a las que concurrió con el poder de Xemein. Congregadas estas mismas Juntas en el siguiente bienio de 1802 en que Bilbao fue tan maltratada, tomó parte muy activa en las cuestiones que nuevamente suscitaron los dichos arbitrios impuestos por ella y el Consulado para atender a los gastos producidos por la guerra con la República francesa, las ordenanzas de la anteiglesia de Dima recientemente formuladas con no pocos contrafueros y la determinación ya tomada por los enemigos de Bilbao de señalar el punto en que había de habilitarse la entrada del nuevo puerto de la Paz y su toma de posesión por el recientemente nombrado Gobierno Universal de Vizcaya.

En las Juntas de Gernika en 1804 se vio obligado Murga a poner en juego su prestigio para contrarrestar los nuevos ataques que se dirigían contra Bilbao, a quien representaba por su calidad de apoderado, colocándose en una situación prudente al par que imparcial y enérgica; pero en la que por muchos esfuerzos que hizo y por muy laudables que fueron sus intenciones para encarrilar las candentes cuestiones que se suscitaban en aquella atmósfera de rencores, atropellos y motines, nada logró conseguir, viéndose obligado a la postre y en medio del tumulto más espantoso a abandonar su representación, temiendo que llegase el momento que se produjera una asonada que comprometiese al país. Así sucedió en el mes de agosto. Consejero de la Provincia (1810) fue nombrado por segunda vez alcalde de Bilbao (1820), ejerciéndolo hasta 1823 en que venido abajo el régimen constitucional y cuando varias reformas administrativas y proyectos de obras públicas se estaban ejecutando se suspendieron también por intolerancia de una ciega oposición absolutista.

José María de Murga que falleció víctima del cólera en el año de 1834 prestó al país valiosos servicios. Amigo del jurisconsulto José Joaquín Colón de Larreategui, colaboraron juntos el Compendio histórico de los servicios prestados por la villa de Bilbao en la guerra contra la República francesa ; fue correspondiente en la Real Academia de la Historia (1831) y dejó escrita una notabilísima e interesante Memoria confidencial y justificativa de los sucesos que prepararon en Bilbao el alzamiento de la Zamacolada, o sea la Cuestión del Puerto de la Paz, que dedicó a su amigo docto y estimado Alejandro José de Amirola, agente general del Señorío en Madrid, y que Camilo de Villavaso, autor de la obra que con este mismo título dio a luz en 1887, insertó en ella como el primero, más luminoso e importante de sus apéndices. Dejó también escritas Vidas de célebres varones griegos y romanos, un tomo en 4.°. Observaciones sobre algunas crónicas de los reyes de Castilla, 1816. Un tomo en folio de 46 hojas y sus apéndices y otros trabajos de la misma índole, inéditos.

Ref. Juan E. Delmás: Biografía de Claros Varones de Vizcaya, en La Gran Enciclopedia Vasca, t. IV, p. 144.