Militarrak

Álava Esquivel, Miguel Ricardo

Militar y diplomático. Nacido en Vitoria (Álava) el 7 de febrero de 1772, fallece en Barèges (Francia) el 14 de julio de 1843.

Nació en Vitoria el 7 de febrero de 1772, siendo sus padres Pedro Jacinto Álava y Saénz de Navarrete; y María Manuela de Esquivel y Peralta. Sus antepasados habían desempeñado importantes cargos en la administración alavesa.

Estaba casado con su prima María Loreto de Arriola y Esquivel (22.11.1813), cuyo padre era regidor preeminente del Ayuntamiento de Vitoria, y descendía de los marqueses de Legarda. Su tío Ignacio María Álava fue brigadier de la Armada. En el testamento de su padre figuran como curadores de sus hijos menores: su cuñado Iñigo Ortés de Velasco; su cuñado José Manuel María de Esquivel, vizconde de Villahermosa de Ambite; Ignacio María de Álava; Luis de Álava, gobernador de la Concepción en Chile; su primo Fausto Antonio Sáenz de Navarrete; y su sobrino Santiago de Aranguren, conde de Monterrón.

En enero de 1781 inició sus estudios en el Real Seminario de Bergara, en el que permaneció durante 9 años, y en cuyas aulas se formaron varios miembros de su familia.

A los trece años ingresó como cadete en el Regimiento de Infantería de Sevilla (19.07.1785), del que su padre había sido ayudante mayor y a cuyo frente estaba en ese momento su tío José. Dos años más tarde ascendía a subteniente (30.12.1787). Durante ese tiempo siguió sus estudios en Bergara, y una vez finalizados (25.06.1790) se incorporó a su Regimiento. Poco tiempo después se produjo una variación en su carrera profesional, ya que solicitó su ingreso en la Armada (29.10.1790).

En la aprobación de su traslado (9.11.1790) se mencionan tanto sus conocimientos como los "servicios de su tío el Capitán de navío y Mayor General de la presente Escuadra don Ignacio María de Álava". Sus ascensos fueron bastante rápidos, hecho que se explica por ambos hechos, su excelente formación y la extensa red de relaciones familiares en el estamento militar.

Desde el primer momento se vio inmerso en la guerra que en aquel momento enfrentó a España e Inglaterra con Francia. Sus méritos fueron recompensados con dos ascensos: alférez de navío (12.04.1793) y teniente de fragata (22.11.1794). Durante este tiempo fue ayudante de los generales Ricardos y Juan Lángara.

El 7 de septiembre de 1795 es nombrado ayudante de su tío Ignacio María, quien mandaba la escuadra encargada de dar la vuelta al mundo. Permaneció en América del Sur hasta 1800 en que embarcó con destino a Europa. Durante la travesía de regreso fue hecho prisionero por los ingleses, y tras ser liberado a fin de año, pasó a un destino en tierra. A principios de 1801 obtuvo licencia para trasladarse a Vitoria a fin de arreglar cuestiones relacionadas con la marcha de su hacienda y hacerse cargo de sus hermanas que se habían quedado solas tras la muerte de su padre.

El 5 de octubre de 1802 era ascendido a teniente de navío, siendo destinado a Cádiz, pero poco después se le enviaba a Madrid, a las órdenes de su tío Ignacio (20.03.1803 / 23.05.1804).

Destinado a Cartagena, solicitó traslado a Cádiz, argumentando que el clima del primer punto le resultaba perjudicial. Una vez en Cádiz (3.07.1804) cumplió diversos destinos en tierra, y el 30 de enero de 1805 se le encomendó el mando de un cañonero. Trasladado al navío Trinidad (16.02.1805), pasó posteriormente al Argonauta. Estaba integrado en la escuadra dirigida por el almirante Federico Gravina, formando parte de la cual, en unión con la francesa de Villeneuve, participó en la expedición a la Martinica. De regreso a Europa, el 22 de julio tuvieron un enfrentamiento en las cercanías de Finisterre. El 31 de agosto se trasladó al navío Príncipe, para asumir el puesto de ayudante de la Mayoría de la Escuadra.

Intervino en la batalla de Trafalgar (21.10.1805), por cuya acción recibió el nombramiento de capitán de fragata (9.11.1805). En mayo de 1806 obtuvo licencia para desplazarse a Vitoria, a fin de velar por su salud y por sus intereses que tenía abandonados tras más de 20 años de servicio. Posteriormente solicitó el retiro con sueldo entero y el empleo de segundo gobernador de las Aduanas de Cantabria, cargo que no se pudo conceder porque fue suprimido inmediatamente. El 17 de julio de 1807 reiteró su solicitud de retiro, a la que se accedió, y fijó su residencia en Vitoria, en donde se encontraba al iniciarse la Guerra de la Independencia.

El 25 de enero de 1808 fue nombrado diputado del común del Ayuntamiento de Vitoria, y pocos días más tarde era elegido para representar a la corporación en las Juntas Generales de la provincia. Igualmente desempeñó importantes cometidos en la recepción de las personalidades que durante dicho año estuvieron en Vitoria: generales franceses, Familia Real española, etc. El 13 de mayo de 1808 la provincia le comisionaba a Madrid a fin de que expusiese la pésima situación financiera que le impedía hacer frente a los enormes gastos de mantenimiento de las tropas.

La Diputación le designó para acudir a la Asamblea que había convocado Napoleón en Bayona, pero no pudo aceptar porque llevaba la representación de la Marina. A su regreso, Álava permaneció poco tiempo en Vitoria, pues a fines del mes de julio partía a unirse a las tropas de Castaños con las que se encontró en Madrid. A partir de ese momento se une al Ejército de Tierra, adscrito al Regimiento de Órdenes Militares con el grado de teniente coronel. El 11 de septiembre salió de operaciones hacia el sur de Navarra, y tras la derrota de Tudela se le encargó cubrir la retirada hacia Calatayud. Posteriormente quedó unido a la Plana Mayor de la División del general Venegas, que operaba por la provincia de Cuenca.

El 18 de febrero de 1809 su participación en los combates de Mora le supuso el ascenso a coronel. Su próximo destino fue Extremadura, a las órdenes del duque de Alburquerque. El general Cuesta le encomendó el traslado a la Junta Central de los informes relativos a la batalla de Medellín (marzo de 1809). Cumplida esta misión se le ordenó trasladase al general sir Arthur Wellesley informaciones sobre las operaciones del Ejército francés en Sevilla.

El 28 de enero de 1810 es enviado cerca del general Wellington, que se hallaba en Portugal, para explicarle la mala situación en que se encontraba la Junta. Unos meses más tarde (26.06) quedaba unido a su Estado Mayor en calidad de representante de la Junta Central, relación que se convirtió en una sólida amistad y que marcó las vidas de ambos personajes. Los méritos contraídos en la batalla de Busaco (27.09.1810) hicieron que el embajador inglés Wellesley (5.12.1810), por encargo de lord Wellington solicitase su ascenso a brigadier. Una semana más tarde se accedía a tal petición, dándosele la antigüedad del día en que tuvieron lugar los hechos.

Tras el fracaso de las tropas francesas ante Torres Vedras, éstas iniciaron su retirada hasta regresar a territorio español. A fines de 1811 Wellesley, encargó a Álava la dirección del asedio de la plaza de Ciudad Rodrigo. En enero de 1812, la plaza caía en manos de los anglo-españoles, y por sus méritos en dicha acción recibió el ascenso a mariscal de campo (31.01.1812).

Después de la batalla de Arapiles (22.07.1812), los franceses abandonaron gran parte del centro de la Península de forma que el 13 de agosto se proclamó la Constitución en Madrid bajo la presidencia del general Álava. Una de sus primeras disposiciones fue decretar una amnistía para los soldados españoles de José I que se entregaran, hecho que le acarreó el odio de los intransigentes. El 23 de noviembre de 1812, las Juntas extraordinarias de la provincia de Álava le nombraban por aclamación diputado general, cargo en el que permaneció hasta 1815.

Participó en la batalla de Vitoria (21.06.1813), y terminado el combate continuó junto a Wellington en la persecución de las tropas francesas en retirada. Al finalizar la guerra se encontraba en territorio francés, en donde había participado en diversas acciones (Orthez, Burdeos, Bigorre, Tarbes, paso del Garona y Toulouse). Cesadas las hostilidades acompañó al general inglés hasta Madrid. En ese momento fue nombrado embajador en Holanda (29.05.1814), a petición del rey Guillermo, quien había estado destacado igualmente ante el general Wellington en España.

Miguel Ricardo Álava fue víctima de las venganzas personales que se mezclaron en la política represiva de Fernando VII. El 8 de octubre de 1814 fue detenido en su domicilio de Madrid, acusado por Nicasio José de Velasco, teniente de diputado de Álava de varios delitos políticos: falsificación de poderes para que Manuel Aróstegui fuese nombrado diputado en las Cortes; reimprimir el impreso titulado "Proclama de un labrador de Reus"; obligar a la Diputación a jurar la Constitución. Los responsables de tales acciones eran, además de Álava, Mateo de Iruegas, José María de Aldama, Casimiro de Egaña, Vicente Ventura de Cigarán y Juan Martínez de Maturana. De la resolución de la causa no resultaron cargos contra él, por lo que se levantó su arresto (24.12.1814). Antes de ser liberado, fue elevado a teniente general (13.12.1814) con antigüedad de 14 de octubre de ese mismo año.

El 26 de abril de 1815, se le nombró embajador interino en París, al mismo tiempo se le autorizaba a trasladarse al Cuartel General de lord Wellington a fin de comunicar cuantas noticias pudiesen interesar al Gobierno. Estando en París, le sorprendió el regreso de Napoleón, por lo que se incorporó al Cuartel General del lord inglés, a quien acompañó en la batalla de Waterloo. El 28 de agosto de 1815 se le ordenaba cesar en su misión interina, y mediante carta reservada se le indicaba que debía continuar de momento en la capital francesa "frecuentando según su costumbre el trato con el Duque de Ciudad Rodrigo y siguiendo como hasta aquí conmigo su correspondencia particular".

A principios de 1816 se le encargó arreglar el tratado que se estaba discutiendo con Holanda, pero regresó poco después a París. El 1 de julio de 1819 abandonó su destino diplomático y se dirigió a Vitoria con licencia para residir en dicha ciudad.

Tras la proclamación de la Constitución en 1820, Álava que se encontraba residiendo en Vitoria, vio requerida su presencia en diversas ocasiones para dirigir la Milicia y abortar las intentonas realistas. A finales de año fue nombrado (16.12.1820) embajador en París, dándose por terminada su misión en Holanda, aunque apenas había residido en dicho país; pero no aceptó dicho cargo, alegando motivos de salud. En septiembre de 1821 sustituyó a Rafael Riego en la Capitanía General de Aragón.

Tras la disolución de la Cortes, Miguel Ricardo Álava fue elegido diputado por su provincia natal, razón por la cual dejó su destino militar. Juró su cargo el 6 de marzo de 1822. Participó en numerosas comisiones e intervino en cuestiones relacionadas con las sublevaciones que tenían lugar en España y en las de temática militar.

Álava tuvo una destacada actuación en defensa del orden constitucional durante la jornada de 7 de julio de 1822. A principios de 1823, actuó de intermediario de un representante de Wellington enviado para lograr una modificación del texto constitucional español. Al producirse la entrada de las tropas francesas en 1823 apoyó al Gobierno y siguió a las Cortes en sus traslados a Sevilla y Cádiz, siendo uno de los 64 diputados que votaron en favor de la existencia de una regencia y en consecuencia de la destitución temporal del Rey. Una vez en Cádiz se le encomendó la Inspección General de los Cuerpos de Artillería e Ingenieros (24.06.1823). Vista la imposibilidad de resistir a las tropas francesas, los liberales intentaron negociar un armisticio, enviando (4.09) a tal fin al general Álava, quien había conocido al duque de Angulema durante su exilio en Francia. Tras la capitulación, Álava, condenado a muerte por su votación en favor de la incapacitación del Monarca, pudo refugiarse en Gibraltar desde donde partió hacia el exilio inglés.

En Inglaterra fijó su residencia cerca de Reading en una casa que le ofreció su amigo el duque de Wellington, y mantuvo relaciones con lo más selecto de la aristocracia inglesa. En el otoño de 1826 pasó a residir en Tours, permiso que el Gobierno francés concedió a petición del lord inglés. En dicha ciudad permaneció salvo algunas temporadas en que se trasladó a París y a tomar baños en distintas localidades francesas.

Hasta octubre de 1833 no pudo regresar a España ya que las amnistías habían excluido expresamente a los principales hombres del liberalismo. En España contaba con la amistad del nuevo embajador inglés sir George Villiers. Inmediatamente se dirigió a Madrid, a donde las autoridades alavesas le escribieron a fin de que realizase gestiones para el traslado de la Universidad de Oñate a Vitoria. Tras una primera estancia en la capital regresó a Francia en donde tuvo conocimiento de su nombramiento para la Cámara Alta.

El 18 de abril de 1834 fue nombrado miembro de la Sección de Estado del Consejo Real de España e Indias. Desde principios de 1834, el Gobierno español manejó la posibilidad de enviar a Álava como embajador en Londres, pero Palmerston mostraba ciertas reticencias por sus estrechas relaciones con el duque de Wellington, y por su animadversión hacia Francia como español y como hombre de Waterloo. Tras el regreso de los conservadores británicos al poder, el Gobierno español nombró a Álava embajador (4.12.1834) en Londres a fin de aprovechar las cordiales relaciones con Wellington y de esta manera contrarrestar un posible acercamiento inglés a los carlistas.

Durante su misión se realizaron gestiones encaminadas a humanizar la guerra, culminadas con la firma del convenio Elliot (28.04.1835). Pero las negociaciones más importantes fueron las relativas a la solicitud española de una intervención militar por parte de los firmantes de la Cuádruple Alianza al objeto de acabar con la sublevación carlista; la negativa inglesa significó el fin del Gabinete de Martínez de la Rosa.

El 13 de junio de 1835, la Reina encargó a Toreno la formación de un nuevo Gobierno, en el que Álava fue nombrado ministro de Marina (13.06.1835), al parecer con el objeto de contrapesar la presencia de Juan Álvarez Mendizábal en el Gabinete. No tomó posesión porque permaneció en Londres negociando, en unión de Mendizábal, la autorización inglesa para el reclutamiento de tropas en dicho país.

El 4 de agosto de 1835 embarcó con destino a la Península acompañando a la Legión británica, que se dirigía a Santander. Los motines que proliferaron por España, provocaron la caída de Toreno, siendo Mendizábal la persona elegida para formar el nuevo Ministerio. Este mantuvo la cartera de Hacienda, proponiendo para la Presidencia y la Secretaría de Estado (14.09.1835) a Miguel Ricardo Álava, quien rechazó el nombramiento, en carta fechada en Santander (27.09), lo que le fue aceptado el 3 de octubre.

Mendizábal recurrió a él para mejorar las relaciones con Francia nombrándole embajador en dicho país (21.10.1835). Para ello tuvo que vencer su resistencia, ya que prefería continuar en Londres.

Al proclamarse la Constitución de 1812, tras los sucesos de La Granja, se negó a jurar fidelidad a dicho texto, por lo que fue destituido y privado de todos los honores, cargos, etc. (7.09.1836). A partir de este momento residió en Tours y mantuvo contactos con ciertos notables del moderantismo que deseaban hacer caer el Gobierno de Calatrava. A pesar de los consejos de George Villiers, embajador británico en Madrid, no depuso su actitud e incluso se negó a jurar fidelidad a la Constitución de 1837, hasta julio de 1838.

El 14 de julio de 1838 fue nombrado embajador en Gran Bretaña, encargándosele muy especialmente que procurase arreglar la cuestión de las cuentas de la Legión británica. Finalizada la guerra, tras la dimisión de María Cristina, Álava renunció a la Embajada (20.03.1841), y regresó a España (6.06.1843) llegando a Vitoria dos días más tarde, "después de una ausencia de veintidós años". En la carta que envió al Ministro de la Guerra le señalaba su deseo de dirigirse a los baños de Barèges "que es el único remedio que me han señalado capaz de aliviar mis dolencias".

Autorizado a desplazarse falleció en dicho lugar el 14 de julio. En junio de 1884, las autoridades alavesas trasladaron sus restos al cementerio de Vitoria.

Estaba en posesión de importantes condecoraciones españolas (cruz supernumeraria de Carlos III, caballero de la Orden de Carlos III, gran cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, gran cruz de la Real Orden Española de Carlos III) y extranjeras (caballero comendador extraordinario de la Orden del Baño de Inglaterra, comendador de la Orden de Williems, de Holanda).

La Academia de Bellas Artes de San Fernando le nombró académico de honor. Era caballero de orden de Santiago.