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Ferrería de Mirandaola

Esta ferrería estuvo situada ya en el siglo XVI en las afueras de Legazpi (Gipuzkoa), a la salida hacia Oñati. Su propietario era el ferrón mayor don Miguel de Plazaola. Contaba con varios obreros entregados al trabajo de fundición del mineral de hierro. El pueblo observaba con fidelidad el descanso dominical y festivo. En tales días no se reanudaba el trabajo sino al anochecer, de forma que los hornos pudieran mantenerse encendidos por la noche.

Era el día 3 de mayo de 1580 cuando refiere la leyenda que ocurrió un milagro. Los ferrones emprendieron el trabajo sin atender lo establecido por la costumbre. Tenían acumulado mucho mineral y gran cantidad de carbón. Había urgencia a causa de algún apremiante pedido de hierro. Trabajaron una vez oída la misa, pero ocurrió lo inesperado. Notaron que el fuego estaba destemplado y consumía mucho carbón. El resultado fue desastroso: el fuego, muy destemplado, lo había consumido todo. Al amanecer sólo había en el fondo un residuo de metal, de forma caprichosa. Parecía una cruz. Se hicieron averiguaciones y examen de las escombreras de las demás ferrerías, quedando en evidencia que sólo en la de Mirandaola había ocurrido semejante fenómeno. Desde entonces se le llamó la cruz milagrosa de Mirandaola. Su forma era la de una cruz griega. La recogió Domingo de Mirandaola.

La ferrería fue restaurada en nuestro tiempo por Patricio Echeverría y puede ser visitada. Cada año y coincidiendo con las fiestas de Santa cruz (3 de mayo) ponen la ferrería en funcionamiento a la contemplación del público.

Ref. Linazasoro, I.: La otra Guipúzcoa, Zarauz, 1969; "La Cruz milagrosa de Mirandaola." Redención, n. 583, 584, 585, 586.