Lexikoa

MANO

Juego de pelota a mano. En trinquete. El sacador puede botar la pelota con la mano derecha o la izquierda indistintamente cuando está autorizado a servirse de las dos en el transcurso del punto. Si no está autorizado a servirse más que de una mano, deberá botar la pelota con ella. La línea de paso del saque estará a 15 metros en los partidos individuales y a 12 en los de equipos. Cuando en el saque la línea de paso está marcada por un poste del lado de la red, la pelota que lo toca es falta. La pelota que en el transcurso del punto toca el poste, se considera que ha tocado la red. La pelota que sucesivamente toca las partes alta y baja del cuadro y vuelve al juego sin haber tocado la red, puede ser recogida por el contrario y continuar el punto. La pelota que toca sucesivamente las partes alta y baja del cuadro de la red y se detiene en la parte inferior de éste, se considera que ha tocado la red. Una pelota que toca el fraile por encima de la línea, es buena incluso si toca la línea de la pared en su caída. En frontón. Esta modalidad tiene la ventaja de que, para practicarla, ni siquiera hace falta frontón; la pared de la iglesia, cuando no la de la propia casa, basta. ¿No habéis visto perdurando en los más inverosímiles sitios, que por lo despejado de una pared se pueden considerar a propósito para despertar una afición dormida, el consabido letrero "Se prohibe jugar a la pelota", en lugares donde ya nadie se acuerda de semejante ejercicio? Por esta especial circunstancia de la facilidad de practicar este juego hay que suponer que es el de mano el que primeramente nació como tal juego, y que como derivación vinieron los demás. Del arraigo en nuestro pueblo a que aludíamos tenemos testimonio fehaciente casi de momentos actuales. En efecto, en las postrimerías del siglo XIX y comienzos del XX, era tal el auge conseguido por este juego en provincias como las de Guipúzcoa y Vizcaya, que llegó a convertirse en número imprescindible en los programas de festejos de todas las poblaciones. Las competiciones más transcendentales tomaron carácter interprovincial, siendo el representante más calificado de Guipúzcoa el aizcoitiano José María Urcelay, como de Vizcaya lo fue el marquinés "El Estudiante", que lo fue de Teología. Vinieron luego también para la modalidad de mano los encuentros de "empresa", y aumentó el número de practicantes de este juego. Desde principios de este siglo cabe considerar tres épocas de la pelota a mano, la del "Chiquito de Azcoitia", la de "Mondragonés" y la de "Atano III". De "Chiquito de Azcoitia" sabemos que fue un pelotari serio, honrado, respetuoso con el público, que se caracterizó por su inteligencia profesional. Sin arriesgar demasiado el tanto, entraba al remate previa preparación estudiada. Porque jugaba con mucha cabeza y dominaba lo mismo la cortada que la volea, o la dejada matemática. Fueron muy nombrados en esta época, entre otros, Andrés Juaristi, "Sustarra", azcoitiano también, delantero de poca potencia, pero extraordinariamente habilidoso; Francisco Arano, "Baltasar", la personificación de la constancia y la regularidad en zaga; Bernardo Gárate, "Cantabria", tipo desgarbado y fuerte, torpe de movimientos, nulo de izquierda, y con un besagañ (pegada a sobrebrazo) de derecha poderosísimo; Valentín Castellanos, "Zapaterito", muy irregular, y el citado José María Urcelay. Juan Bautista Azcárate, "Mondragonés", fue jugador de gran estatura, largos brazos y formidable pegada, igual con la derecha que con la izquierda; que batió todas las marcas anteriores en este aspecto y aplastó materialmente a sus contrarios con su excepcional "toque" de pelota. Conservó el campeonato más de diez años, hasta ser vencido por "Atano III", el 31 de octubre de 1926, en el frontón Moderno, de San Sebastián (22-19), y ocho días después, el 7 de noviembre, en el Astelena de Eibar. Mariano Juaristi Mendizábal, "Atano III", causó con su aparición una sensación enorme entre los aficionados. No era un pelotari más; era algo nuevo, algo grande y desconocido hasta entonces: era el auténtico fenómeno de la especialidad. Lo poseía todo: ciencia prodigiosa, pegada eléctrica, agilidad felina, ataque fulminante, defensa infranqueable, aire, volea, saque "venenosísimo", gran facilidad para levantar los del contrario, decisión excepcional para "tirarse" al remate sorprendiendo al enemigo y una forma de jugar tan alegre, emocionante y espectacular, que tuvo la virtud de "embobar" de entusiasmo a los espectadores y sirvió para que la afición a la especialidad de mano resurgiese espléndidamente. En los últimos años del "reinado" de "Mondragonés" y los primeros de "Atano III", alternaron con ambos, como delanteros más destacados, "Echave III", Zabala, Ulacia (la ofensiva de los tres descansaba en las cortadas al rincón) e "Irureta II", el "Zurdo-Ciclón". Y como zagueros, Artazo, el científico; "Chapasta", el que lo difícil lo convertía en fácil, y Juan José Altuna, el incansable, llamado el "hombre de goma". Entre 1934 y 1936, los enemigos más calificados del campeón Mariano Juaristi fueron el vizcaíno Pablo Elguezábal "Rubio", con un "gancho" de izquierda magnífico, y el zumayano Juanito Arteche, "Echave IV", que disponía de una pegada violentísima. Ninguno de los dos llegó a atreverse a luchar mano a mano con el azcoitiano. Todavía "Atano III" continúa en posesión del título de campeón individual manista. Y a nuestro juicio, con toda justicia. Hemos hablado de los tres valores más representativos de la pelota a mano, y no podríamos dejar de parangonarles el que se puede considerar cuarto puntal de esta modalidad. Nos referimos a Bautista Izaguirre, el "Chiquito de Azpeitia", uno de los antiguos pelotaris más formidables, nacido, en 1840, en la vieja casa trinquete de dicha villa guipuzcoana, pródiga en pelotaris de renombre. A los diez años, Bautista no conocía ya rival entre la chavalería azpeitiana. Especializado también en guante, a los catorce años ganó a Urchalle teniendo éste veintiséis y hallándose en su apogeo. Pero sus mayores triunfos fueron a mano y en trinquete. Triunfaba por aquel entonces en el país vascofrancés el mejor trinquetista, Doregaray, y con él lucho "Chiquito", en condiciones dificilísimas, pues sólo había de apuntarse los tantos que el francés perdiese por no poder llevar a buena la pelota perseguida o amenazada, y no los conseguidos por descolocación del contrario. Y con todo y con eso ganó el de Azpeitia. En un partido contra el fornido manista navarro Arrosco, apostó a que en un tanto ponía tres pelotas sobre la misma en lucha abierta con su contrincante, ¡y lo consiguió! También ganó en el trinquete de Saint-Jean de Pied du Port a los dos mejores trinquetistas franceses, siendo proclamado "Chiquito de Azpeitia" "Rey de los trinquetes": Ref. Luis Bombin.