Lexikoa

LINGÜISTICA

La Lexicografía. Mediante trabajos preliminares hay que recoger a la vez las palabras empleadas por los escritores y las que son del lenguaje corriente. Después de Azcue y de su Diccionario vasco-español francés ( 1905-1906), etapa importante en la lexicografía vasca, hay que mencionar el Diccionario vasco- francés ( 1926-1938) comenzado por P. Lhande y terminado por P. Lafitte y Ph. Aranart, más orientado hacia los dialectos de Laburdi, Baja-Navarra y Zuberoa. Más o menos en la misma época, Jean Larrasquet daba a conocer el Vasco de la Baja Zuberoa Oriental (1939) que ofrece la ventaja de dar las palabras provistas de su acento. Con el mismo objetivo de tratar una variedad dialectal señalemos el Lexicon bilbaíno de Emiliano Arriaga (1960) reedición aumentada por Luis Michelena, el Vocabulario de Baztán de Gorosueta y A. Irigoyen (Euskara 1962), Voces alavesas de Gerardo López de Guereñu (Bilbao 1958), el Tolosako euskeraren iztegirako gaiak de Cándido Izaguirre (B. R. S. V. A. P. -1967), el Lexicon del euskara dialectal de Eibar de Toribio Etxebarria (Euskera 1965-1966), así como también El Vocabulario Vasco de Aranzazu-Oñate y zonas colindantes (San Sebastián 1970). Pero tenemos también los diccionarios anteriores al siglo XVIII durante el cual se publicó el de Larramendi (1745) y que quedan en forma de manuscrito en diferentes bibliotecas. Gracias a Luis Michelena y a Manuel Agud el Diccionario linguae Cantabricae (1562) pudo ver la luz en 1958 en el Anuario del Seminario Julio de Urquijo. En su Estudio de las fuentes del Diccionario de Azcue (Bilbao 1970) Luis Michelena definía perfectamente los principios y límites de un diccionario al tiempo que publicaba los Suplementos de Larramendi y los de Araquistain. El Diccionario Retana de Autoridades de la lengua es una reedición -aumentada por Manu de la Sota, Akesolo y Lafitte- del diccionario de Azcue, (Bilbao 1977) valiosa etapa para un futuro diccionario más completo. Una nueva orientación en los estudios lexicográficos se ha producido desde hace algunos años, que supondrá una importante contribución: la publicación de léxicos correspondientes a obras o autores. Por ejemplo el Vocabulario del refranero vizcaíno de 1596 (Salamanca 1953) por Juan Gorostiaga, el Léxico empleado por Leizarraga de Briscous (F. L. V. 1973) de Gabriel Aresti al que le faltan las referencias y sobre todo las dos obras maestras de Luis Villasante, Axularen hiztegia. Euskera-Español-Francés (Oñate 1973), y de Patxi Altuna: Etxepareren hiztegia (Bilbao 1979) que constituyen unas sólidas bases para un auténtico diccionario de Autoridades. Además hay que mencionar también el Diccionario castellano-vasco de Plácido Múgica así como el Léxico francés-vasco de Tournier y Lafitte, valiosos instrumentos de trabajo, y el Gran Diccionario Clásico Castellano-Euskara de la Ed. Auñamendi, en curso. Finalmente queda por desear que Luis Michelena lleve a buen término su trabajo sobre un Diccionario etimológico que le ha confiado la Academia y que Ibon Sarasola publique el Euskal Hiztegi aurauemailea, primer diccionario normativo en lengua vasca. Los trabajos de semántica no han atraído mucho a los investigadores si exceptuamos a Goenaga que ha trabajado sobre la voz «gogo» en Detxepare, los Refranes, Leizarraga, Axular, Oihenart y Tartas y por supuesto a Michelena como puede verse en diversos artículos. Dominique Peillen presentó en 1981 en la Universidad de Bordeaux III su tesis sobre el Léxico vasco de la anatomía. De la lengua escrita a la lengua hablada. Morfología y semántica. La etimología, al contrario, es la que cuenta con más estudios, con los trabajos de Gavel, Lafon en sus Notas etimológicas (E. J. 1949 y 1950), K. Bouda en sus Etimologías vascas (E. J. 1950 y 1951). Jean Corominas con su importante Diccionario crítico etimológico de la lengua castellana (Madrid 1954- 1957) obra muy útil para los estudiosos del euskera y con otra obra que se ocupa del vocabulario del parentesco Hurgando en los nombres de parentesco (F. L. V. 1970). Uhlenbeck, justo antes de su muerte:, había tratado el tema de las Capas antiguas del vocabulario vasco (E. J. 1947). Finalmente todas las etimologías propuestas por Luis Michelena en sus diversos trabajos que estaban por reunir hasta que Juan José Arbelaiz las recogió en su trabajo Las etimologías vascas en la obra de Luis Michelena (Tolosa 1978).