Konposatzaileak

Larrauri Riego, Antón

Comentarios. Enrique Franco destaca tres características esenciales en este músico nuestro: 1 ) El humanismo. El humanismo de Larrauri, su filosofía y su ética quedan enunciados en estas palabras suyas: «Lo que más me preocupa es el hombre y su entorno, porque este entorno pertenece al hombre. También me preocupa dónde empieza y dónde acaba el hombre». 2) La vasquidad. La vasquidad, en su repertorio consciente de creencias, ideas y actitudes, se deriva de los mismos principios humanísticos del compositor: «En el entorno del hombre entran sus costumbres, sus tradiciones, su idiosincrasia, sus derechos político-sociales, sus libertades, sus sentimientos y emociones y, por supuesto, su relación con el más allá. Ese más allá que es el más acá. Ese más allá que creo está dentro del hombre». 3) La imaginación inconformista. La imaginación y el inconformismo constituyen dos grandes motores de la actividad de Larrauri. «Deseo que la expresión artística fustigue la rutina y adocenamiento», escribe en la conferencia incluida en el volumen «Catorce compositores españoles» (Ethos, Oviedo, 1982). Desde su inquieto imaginar Antón Larrauri «conecta» al hombre -y por lo mismo, a la música que compone- con el «cosmos» en el que entran las «galaxias» que a veces reflejó en los pentagramas; el ser físico e histórico de su país -un paisaje, una canción de cuna un aire de danza, un color, un olor, una temperatura, un aire húmedo- o el misterio de los pensamientos orientales. Es su segunda característica la que suele destacarse principalmente en relación a Larrauri. «El "transvanguardismo" -sigue Franco- de Larrauri es, en las más amplias dimensiones, neonacionalista o, si se quiere, «transnacionalista» por cuanto desde una óptica actual interpreta una serie de fenómenos típicamente nacionalistas: la leyenda, la canción, la danza, el mito, la historia, lo épico y lo pastoril. El talante del Larrauri humanista y el vasco lo decide en última instancia, el imaginativo, el soñador: si «los sueños de la razón producen monstruos», la razón de los sueños puede producir expresiones de arte». Tomás Marco insiste sobre este aspecto y llega a pronunciarse de forma rotunda: «Creo que es hora de señalar la extrema importancia que Larrauri tiene en la cultura vasca actual y que quizá sean los propios vascos los que más tardan en ver. Porque Larrauri es uno de los más importantes músicos actuales de España y es también importante a nivel internacional, pero al propio tiempo es un compositor plenamente vasco en todos los aspectos de esta palabra. Porque Larrauri es uno de los escasísimos compositores de todo el mundo -si es que hay otro que lo haya hecho tan en profundidad- que ha sabido ligar las corrientes actuales del pensamiento musical con la raíz más profunda del arte vasco, pudiendo continuar una tradición y abrir un camino sin que su obra sea por ello un compromiso. Y eso es importantísimo para la música vasca porque por primera vez -y soy consciente de la gravedad de la afirmación- le da una dimensión internacional, la saca de un provincianismo de muchos años». (...) Otra característica de la música de Larrauri es su dimensión épica, algo en lo que resulta un compositor singular. Porque si en el momento actual podemos encontrar compositores constructivistas, dramáticos o líricos, es casi imposible encontrar rasgos épicos. Quizá porque la mayoría de las músicas son urbanas y hasta cierto punto desarraigadas mientras que en Larrauri tenemos la sensación de alguien que está hablando por su cuenta pero en nombre de un pueblo. Y es épica también por esa concepción humanística y cosmológica. En Larrauri hay un fuerte proceso racional y consciente, pero no desdeña la intuición, que es en él formidable, ni los mundos mágicos o inexplorados. ¿Qué más impalpable que la aparición perfectamente justificada compositivamente, del bersolari en un contexto vanguardista como el del concierto para piano y orquesta «Diálogos»? (...) «La música ha alcanzado también la cota de los Oteiza o los Chillida. Antes, seguía en el momento del paisajito rural, admirable a veces, pero totalmente desfasado».