Lexikoa

MONEDA

Distribución de las monedas autóctonas. Una primera diferencia al considerar las áreas de distribución de los hallazgos de monedas es su calidad. Así como ases y sus divisores de bronce presentan una distribución restringida, acorde con su carácter de uso en el comercio local, no ocurre así con la plata y de hecho de los cerca de 14.000 denarios ibéricos hallados en diferentes tesorillos en toda la Península, casi la mitad pertenecen a la ceca de Bolscan y un 4,4 % a la de Bascunes. Las monedas acuñadas en territorio vascón sufren pues una gran dispersión como lo atestiguan hallazgos de piezas de Arsaos y Bascunes desde el Languedoc francés a Portugal, Córdoba, Jaén, Cataluña y Santander, destacando el hallazgo de un tesorillo con 359 denarios de Bascunes y 106 de Arsaos, ocultado en el 72 a.C. en Palencia. También aparecen estas monedas en el territorio vascón como los cuatro denarios de Bascunes, dos de Turiasu y dos de Secobirices hallados en 1970 en Ataun y los tesorillos de Tricio (Logroño), Larrabezua (Vizcaya), Barcus (Bajos Pirineos) y el abundante monetario de la catedral de Pamplona. Es posible que la gran movilidad de elementos indígenas contratados como mercenarios o incorporados como tropas auxiliares (recordemos la «Turma Sallutiana») así como la actividad continua de los romanos en el transcurso de los frecuentes conflictos, en especial las guerras sertorianas, hayan favorecido esta dispersión, más que las actividades comerciales características de tiempos de paz. La relativa homogeneidad y uniformidad en los tipos, aunque con las variantes anteriormente expuestas en cuanto al armamento, hacen pensar que posiblemente los mismos artistas o acuñadores (presumiblemente en una actividad familiar y hereditaria) sean autores de las emisiones producidas en diferentes lugares. Se ha propuesto que en una misma ceca o «fábrica de moneda» se acuñaría para varias poblaciones, tal vez esté más cerca de la realidad suponer que los fabricantes de moneda, al igual que en la prehistoria los metalúrgicos del bronce o del hierro, realizaran periplos, como los actuales vendedores ambulantes o los fabricantes de aguardiente en Portugal y Galicia, ofreciendo a los distintos pueblos la fabricación de moneda, en especial la de bronce de mayor difusión local. Remontando en la historia podríamos suponer que esta tradición, que se traduce en una riqueza y diversidad numismática autóctona sin parangón, se inició en la región de Ampurias, extendiéndose hacia el interior del valle del Ebro y hacia la Celtiberia, siendo los primeros maestros acuñadores griegos cuyo estilo y arte se fue transmitiendo de generación en generación, extendiéndose al fin por toda la geografía peninsular.