Lexikoa

NOBLEZA

División primordial de la sociedad. El concepto de nobleza o de hidalguía parece haberse desarrollado en la sociedad de forma paralela al proceso de ruptura de los vínculos agnáticos ya sea por colateralidad (exclusión de una red parental o linaje constituido en aristocracia indígena), por desarraigo (establecimientos de colonos durante la romanización o en la Edad Media) o conquista militar (dominación musulmana). Esto es lo que se colige al constatar, por ejemplo, que la señorialización y/o la instauración del régimen feudal, acaece precisamente en aquellas zonas del ager vasconum (Álava y Nav.) más romanizadas y en aquéllas en que la impronta de la ocupación musulmana ha perdurado durante siglos. En un primer momento tal concepto parece diferenciar a los miembros homogenéticamente conocidos -es decir, de origen común y conocida- de una sociedad respecto a todos los demás miembros.

Dice Yanguas (1840) que el término se aplicaba generalmente «a los hombres libres que siempre habían sido libres y que procedían de familias libres, sin mezcla de esclavitud ni villanía, masculina ni femenina» (villanos, collazos o pecheros). Los nombres genéricos que utilizan los textos vascos, son el de infanzón o hidalgo, en romance, aitoren seme, aitorralaba, en euskara (ej. Oihenart, 1656:56) o una serie de variantes que indican determinadas características de estos nobles como pueden ser su grado de riqueza, su cercanía al trono, la antigüedad de su calidad, sus cargos palatinos o militares, su subordinación a otro noble, su posesión de vasallos, castillos, etc.

De esta forma, de la masa de hombres libres, es decir, nobles, se destacan pronto los cabeza de linaje constituyendo una tupida red jerárquica con la consiguiente acumulación de riquezas, honores y preeminencias. La acción recompensadora de la Monarquía dotó de calidad noble a quien no la poseía y engrandeció a determinados cabezas de linaje por encima del resto «con el auxilio de los mayorazgos, sin el cual jamás se hubiera perpetuado en ellas la nobleza hereditaria» (Yanguas, 1840). Existe, pues, en función de estas variables, un continuo movimiento tendente a escapar de la condición servil (pecheros, collazos, mezquinos, villanos, etc.) y a obtener la carta de burgués o de ennoblecimiento -no sólo honorífica sino dirigida a conseguir un mejor status social-, y otra fuerza, la de los grandes nobles, orientada hacia el poder y el «valer más que los otros» que, en el caso navarro, llevará a la desintegración misma del Estado.