Udalak

ARNEGI

Arnéguy figura en los archivos del Imperio con fecha del año 1614 bajo los nombres de La Ferriére d'Arnéguy y de Arraneguy. Las visitas de la diócesis de Bayona lo llaman, en 1703, N. D. d'Arraneguy. Ondarolle, mencionado como Undoralle en las cuentas del capítulo de Bayona de 1754, es una aldea de Arnéguy que adopta el nombre del río que separa a las dos Navarras. En los archivos departamentales, se halla, entre otros documentos interesantes, el acta de arbitraje entre Pierre IV de St-Jean, obispo de Bayona, y la abadía de Roncesvalles, sobre la jurisdicción eclesiástica de Val-Carlos, hacia 1555. Al producirse un litigio entre los habitantes de San Juan de Pie de Puerto, del país de Cize y el cabildo de Bayona sobre la propiedad del territorio de Val-Carlos, el cabildo de Roncesvalles, a pesar de que el territorio estaba ocupado desde hacía cuarenta años por los reyes de Castilla, llevó el asunto ante el consejo del rey de Navarra, Enrique de Albret. Este soberano adjudicó, por decreto de 1553, la propiedad de dicho territorio a este cabildo, pero se reservó, para él y sus sucesores, los derechos que le pertenecían sobre la alta justicia, sobre las forjas, y sobre una torre llamada «de la guardia» (Polverel). Henry Poydenot concede el plácet de René-François de Beauvau al rey Luis XIV para pedirle la reintegración a su diócesis de la parte alto navarra, que un breve de Pío V había cercenado momentáneamente en 1566. Reglamentación de los Aldudes: En 1614 se firma en Arnéguy la reglamentación de los Aldudes, en la cual tomó parte activa el obispo de Bayona, Bertrand d'Echaux, originario de Baigorry. Esta reglamentación venía a solventar temporalmente las diferencias seculares entre los habitantes de las dos Navarras, de Baigorry y Val de Erro, principalmente, sobre las tierras de pastoreo de los Aldudes. Sobre la orilla derecha del río que separa a ambas Navarras, y no lejos de Arnéguy, se hallaba una construcción llamada el fuerte de Val-Carlos. Allí se fortificó Aguirre de Luzaide contra los carlistas durante toda la guerra civil. Durante el período revolucionario, Arnéguy fue el refugio de muchos sacerdotes y laicos refractarios. Los ornamentos de la iglesia fueron vendidos, así como sus libros y casullas. Las familias de Gaillouria y de Petritoña se vieron forzadas a exilarse.