Lexikoa

HIERRO

El "rush" minero. Al comenzar el siglo XIX se extraían anualmente en Las Encartaciones unos 800.000 quintales de vena, con los que se abastecían 280 ferrerías de Vizcaya, Guipúzcoa, Alava, Navarra, Valle de Mena, Santander y Asturias. La producción de mineral era semejante o quizá menor que en tiempos de Carlos V, en que se embarcaban en los puertos del litoral medio millón de quintales. Sin embargo, no se expansionó notablemente hasta la década de los sesenta, en que comenzó a notarse la demanda inglesa. Aun así, la cantidad extraída en el año 1866 fue de solamente 100.000 toneladas. En 1856 Bessemer puso a punto el convertidor que lleva su nombre, que permitía la transformación del hierro dulce en acero en cantidades y coste desconocidos hasta entonces. La siderurgia inglesa, y más tarde la belga y la alemana, se apresuraron a utilizar el mismo procedimiento. Pero el convertidor Bessemer necesitaba un hierro casi totalmente exento de fósforo, por lo que la mayor parte de los minerales férricos europeos, como los de Lorena, no eran utilizables. La demanda de la siderurgia inglesa se volcó sobre los yacimientos vizcaínos, estimulando a la producción a incrementarse extraordinariamente. El año 1870 ya se extrajeron 302.000 toneladas de mineral; tras el paréntesis de la guerra civil, las cifras de 1878 ya han dado un fuerte salto: de 1.306.000 toneladas extraídas, 1.224.700, el 93,8 %, fueron exportadas, mientras la tímida siderurgia vizcaína consumía tan sólo 78.500 (el 6,2 %). La Diputación de Vizcaya construyó en 1865 el ferrocarril minero de Triano, que venía a sustituir parte de los 490 caballos, 450 carretas de bueyes y 560 conductores que por entonces se dedicaban al transporte de mineral en un primer paso que, de haber sido seguido por otros, pudo haber significado la "vizcainización" de los yacimientos. Pero, de hecho, la mayor parte de las obras de infraestructura (ferrocarriles mineros, planos inclinados, tranvías aéreos, cargaderos de mineral, etc.) fueron llevadas a cabo por empresas extranjeras, fundamentalmente la Orconera y la Franco- Belga, que encontraron el terreno preparado por el librecambismo de los hombres del 68 y la abolición definitiva de los fueros vizcaínos. Los ferrocarriles mineros construidos hasta final de siglo fueron los siguientes:

  Longitud
(metros)
Ancho
(metros)
Año de
terminación
F.C. de Triano
F.C. de Galdames
F.C. de Mae Lennan
F.C. de Orconera
F.C. de Minas de Somorrostro
F.C. de Luchana
F.C. de Castro Alen
F.C. de Traslaviña a Castro
12.876
22.336
2.000
18.910
8.945
12.228
16.000
20.517
1,67
1,15
1,77
1,00
1,00
1,00
1,00
1,00
1865
1876
1877
1877
1880
1887
1895
1898

La Orconera Iron Ore Co., Ltd. fue creada en Londres, el 17 de julio de 1873. Participaban en ella, además de los Ibarra, que aportaban los terrenos, la Consett inglesa y la Krupp alemana. De la inmensa producción de la compañía los Ibarra se reservaban una pequeña parte, para atender las necesidades de sus propias siderurgias. La Societé Franco-Belge des Mines de Somorrostro se estableció en 1876, también sobre la base de concesiones mineras propiedad de los Ibarra y capitales de la Denain y la Montetaire, francesas, y la Cockevill belga. En pocos años se estableció una eficaz red de transporte desde la zona minera a la ría; el primer cargadero de mineral sobre ésta se había construido ya en 1865. La extracción del mineral fue tan brutal que pronto comenzaron los temores de agotamiento. En 1877 el ingeniero Adán de Yarza calculaba en 167 millones de toneladas las existencias de mineral de calidad superior en Somorrostro, prediciendo su agotamiento en medio siglo. Desde aquel año hasta 1970 se han extraído algo más de 236 millones de toneladas, si bien, en buena parte, lo obtenido en este siglo han sido carbonatos, mineral que en 1877 no se tomaba apenas en consideración por su escaso interés económico. Pero todavía quedan interesantes reservas, incluso de óxidos. Si a la cantidad extraída hasta 1970 sumamos las reservas seguras estimadas en este año, el total asciende a 346 millones de toneladas, más del doble de la cifra estimada por Adán de Yarza. A partir del fin de la guerra civil la producción fue en constante incremento hasta 1899, en que se obtuvieron 6.496.000 toneladas de mineral, de las que se mandaron a otros países 5.412.700 (83,3 %) y se consumieron en las siderurgias vizcaínas 586.600 (9 %). El resto del mineral, algo más del 7 %, fue destinado a otras siderúrgicas de Asturias y Guipúzcoa, principalmente. Del mineral exportado, 3.485.000 toneladas fueron embarcadas con destino a Inglaterra; 480.000 a Escocia; 862.000 a Holanda; 33.000 a Alemania; 205.000 a Bélgica; 282.000 a Francia; 42.000 a Italia; 60.000 a Estados Unidos y 5.000 a Noruega. Se advierte ante estas cifras que la siderurgia vizcaína seguía siendo incapaz de absorber más que una pequeña parte de la producción de mineral, y que su desarrollo fue estrictamente paralelo al desarrollo de las exportaciones mineras. Efectivamente, Bilbao, a pesar de su tradición comerciante y ferrona, carecía de los grandes capitales necesarios para crear una siderurgia moderna. Solamente la venta de mineral en bruto fue capaz de impulsar el necesario proceso de capitalización. De 1876 a 1910 Vizcaya produjo 138 millones de toneladas de mineral, de los que se exportaron 122 millones, es decir, el 88 %. En el último decenio del siglo pasado y los primeros años de éste la exportación rondó los cuatro millones de toneladas, lo que supone una "inyección monetaria" (Lequerica) de más de 100 millones de pesetas al año. Es muy significativa la estrecha correlación existente entre las cifras de exportación de mineral de hierro y el capital de las sociedades creadas en Vizcaya en cada uno de estos años. Hombres de empresa enriquecidos con la minería fueron los Aguirre, Allende, Chávarri, Echevarrieta, Ibarra, Gandarias, Lezama Leguizamón, Ochandátegui, Zubiría y otros muchos. En el segundo decenio de este siglo, cuando ya la producción comenzaba a declinar, pudo escribir Adán de Yarza: "... los cinco millones de toneladas que se arrancaban en la tan reducida zona minera de Vizcaya, representaban próximamente la décima parte de la producción mundial. Era el distrito más importante de la Tierra. Si otros han llegado a superarla, es debido a que los yacimientos se extienden en regiones dilatadas, pero ninguno ha existido tan rico proporcionalmente a su superficie". Los mineros. El "rush" minero atrajo a Las Encartaciones una gran cantidad de mano de obra; la mayor parte procedía de Castilla. En 1873 ya se contaban en Vizcaya 4.800 mineros; a fin de siglo debieron sobrepasar los 16.000; en 1909, tras la caída de la producción, eran todavía 12.000, de ellos 700 de interior y 11.300 de exterior. Las condiciones de vida de los mineros eran pésimas: vivían en barracas, trabajaban de sol a sol, eran obligados a proveerse de alimentos en las cantinas de las empresas, etc. Los patronos vizcaínos demostraron ser, al menos en cuanto a la explotación de los obreros, tan eficientes como sus modelos ingleses. Así se explica que las mayores perturbaciones sociales de Vizcaya en la época tuvieran su origen en la zona minera. La huelga general de 1890 comenzó como protesta por la expulsión, el 12 de mayo, por la dirección de la Orconera de los cinco obreros que más se habían destacado en la manifestación del 1 de mayo. El día 14 eran ya 8.500 mineros los que estaban en huelga. Al extenderse el paro a la industria de la ría hubo de ser decretado el Estado de Guerra. El 23 de mayo los obreros volvieron al trabajo, habiendo conseguido sensibles mejoras. (El llamado "pacto de Loma"). El número de huelguistas sumó unos 28.000, de ellos 16.000 mineros. Los patronos cumplieron a medias con las condiciones prometidas, lo que llevó a otra huelga general en enero de 1892. La huelga general de octubre de 1903 también tuvo por origen la zona minera: de nuevo fue zanjada por la intervención militar. En el Bando del Capitán General Zappino se repiten algunas de las mejoras del "Pacto de Loma": prohibición de barracones y cantinas obligatorias, etc., lo que revela la buena fe de la oligarquía bilbaína para cumplir sus compromisos sociales. Mucho habían cambiado las cosas desde que los yacimientos de hierro eran propiedad del pueblo vizcaíno. Aún tuvo lugar otra huelga general en 1906. Tres años más tarde la jornada en la Orconera (la mina de mayor importancia en Vizcaya) era todavía de nueve horas en noviembre, diciembre, enero y febrero; diez horas en marzo, abril, setiembre y octubre, y once horas en mayo, junio, julio y agosto. Teniendo en cuenta que había dos descansos: de 8 a 8 y media de la mañana para desayunar, y de 12 a 1 en invierno (12 a 1,30 el resto del año) para el almuerzo, la jornada resultaba prácticamente de sol a sol. En los trabajos no directamente mineros, como los de transporte y lavaderos, la jornada era semejante a la de las fábricas metalúrgicas: 10 horas y media. Los jornales eran los siguientes:

Clase Máximo
(pesetas)
Mínimo
(pesetas)
Capataces
Barrenadores
Peones
Pinches
Guardas
Listeros
5,50
4,50
3,45
2,75
4,00
5,48
3,70
3,25
2,85
1,75
3,00
3,75

En las minas guipuzcoanas de Mutiloa, Irún-Lesaca y Coto de Arditurri se trabajaban 10 ó más horas diarias; también en las navarras de Vera y en la de Villarreal de Alava. Sólo en la mina "Ley", de Lesaca, duraba ocho horas la jornada.