Udalak

GETARIA

Pescadores y labradores. La pesca de la ballena se halla documentada en nuestra costa desde el siglo XII pero se le reputa como una actividad mucho más antigua, en la que los vascos descollaron sobre todo en los siglos XV y XVI. Nuestra localidad fue una de las atalayas en las que los vigías esperaban la aparición del cetáceo en el horizonte marino. Su nombre y el sello municipal así lo atestiguan, así como la pasada existencia de torretas costeras en las que los vigías se habrían guarecido y encendido el fuego que avisaba a los pescadores de los contornos. La fundación de una localidad que atrajera a menestrales y labradores sin embargo se remonta, según el Libro de Oro de Bayona, a 1193 en que el heredero del último vizconde de Laburdi, Guilhem Ramón de Sault, hizo erigir, en lugar inculto, un burgo llamando a sus gentes para que lo poblaran y labraran sus tierras, junto con Urt, Bassussarry y Serres. La fundación debe, sin embargo, remontarse aún dos generaciones ya que en la carta dice seguirse el ejemplo del abuelo del firmante, que donó los diezmos de las poblaciones a la catedral de Bayona.

En el siglo XVII. Getaria laburdina fue un anexo de Bidart hasta 1633 en que se independizó. La actividad ballenística aún era grande según atestigua Cleirac en los "Us et Coutumes de la Mer" de 1671: "Les basques de Biarri, de Gattari, de Saint-Jean-de Luz et Ciboure... vont hardiment et par grande adresse harponner les baleines en pleine mer". Testimonios de este pasado es un barco ballenero de la casa "Baroinenea" del barrio Parlamentia y la tumba de esta casa, de 1660, en la iglesia de Bidart, con un arpón grabado sobre la misma. Según Perosqui (1956), subsiste todavía, en un talud cercano al mar, parte de un horno empleado hasta el siglo XIX para fundir la grasa de ballena, aunque tal pesca disminuyera grandemente en el siglo XVIII.

Las guerras. Primero las hispano-francesas, luego las franco-inglesas, todas tienen su eco en el pequeño puertecillo laburdino, de la misma forma que en su hermana mayor de Guipúzcoa, proporcionando marinos y corsarios y experimentando también incendios y destrucciones como los de 1636-1637 en los que desapareció el Archivo y los habitantes hubieron de refugiarse en Bayona. Las levas se suceden en estas guerras que oponen a miembros de un mismo pueblo -el vasco- administrado por Francia y España. El estado centralizador y prepotente compra cara su política de prestigio a ambos lados de la frontera mediante miles de vidas humanas.

El período revolucionario. Bajo la Revolución, las deliberaciones municipales dan sólo algunas vagas noticias acerca del cambio de nombre de la comuna, del envío de la campana de la parroquia a la Casa de la Moneda de Bayona, del juicio contra Duhalde, Catherine Darquy de Sare, Gorostarsou, Lalanne, etc., y al fin, de las cargas y pérdidas ocasionadas por las tropas del ejército de los Pirineos Occidentales. Martín Darrigol, párroco de la parroquia, se negó a prestar el juramento constitucional y se exilió en Vera del Bidasoa (Nav. 1792). La Convención, en guerra con España, utilizó la iglesia, el Ayuntamiento, la casa de la serora y las casas particulares para alojamiento de las tropas en pie de guerra. Al acaecer la invasión inglesa de 1813, los ornamentos valiosos de la iglesia fueron escondidos en Bayona -sólo se recuperó luego una cruz de plata dorada- y los habitantes se internaron en las Landas con el alcalde, Saint-Martin, a la cabeza (10 de noviembre). La iglesia fue utilizada esta vez como hospital para los heridos ingleses. Viendo que el tratamiento que daba el invasor era correcto, tres semanas más tarde la población volvió a sus casas que encontró, en su mayoría, reducidas a pavesas. Una memoria con fecha 10 de noviembre de 1813, inscrita en las deliberaciones municipales, nos da a conocer el terror y la huida de los habitantes de Guéthary en esta época: "Temiendo, que ellos (los ejércitos aliados) nos hagan mal, casi todos los habitantes de la comuna nos hemos marchado a las diez de la noche. Todos más allá de Bayona, unos por un lado, otros por otro; habiéndonos informado que nuestros enemigos estaban tranquilos y que no hacían mal a nadie, al cabo de tres semanas... ha habido un parlamentario (que nos ha dicho) que cada uno era libre de pasar para volver a su lugar. E insensiblemente, todos hemos vuelto a los hogares, pero la mayor parte hemos encontrado nuestras casas quemadas. Y el día 23 de febrero de 1814, es decir, cuatro meses después de nuestra partida, los enemigos han pasado al Boulout. Por entonces todos han vuelto a su casa. Y nuestros enemigos, habiéndonos empujado hasta más allá de Burdeos así como más allá de Toulouse, han tratado la paz con todo el mundo, y esto después de 23 años de guerra, no sólo contra un reino, sino, contra todos, estando por entonces bajo el reinado de Bonaparte, emperador de los franceses, que ha tenido el honor de reinar durante diez años". A la paz del 23 de febrero de 1814 sucedió una postguerra mísera.