Udalak

ARRUAZU


Urbanismo y construcciones civiles

Dispuesto en llano y en un paraje abierto, Arruazu se encuentra hoy a un lado de las vías de comunicación que en su día atravesaban su casco urbano. Se trata de un núcleo que, como otros del valle, obedece a una planificación previa, y que puede definirse como "pueblo-plaza", pudiendo derivar, según Caro Baroja, de modelos franceses. Consta, en síntesis, de una calle Mayor central de orientación este-oeste, que se ensancha en su centro para formar una larga plaza, más dos calles paralelas que la flanquean y que, en gran medida, están en realidad conformadas por las traseras de las casas de la propia calle Mayor. Podemos decir que este pueblo no ha sufrido las intensas alteraciones de otros lugares del entorno, y que ha conservado casi intacta su antigua fisonomía y disposición urbana. Tan sólo puede apuntarse alguna cochera hacia el extremo oeste, así como alguna construcción de nueva factura en el lado que mira a Pamplona.

En el casco urbano de Arruazu faltan de manera notoria las fachadas blasonadas y, más que palacetes y caserones llamativos, predominan las casitas de pequeño formato que se alinean formando calle, y a las que en absoluto les falta encanto.

La calle Mayor, liberada del intenso tráfico de otros tiempos y formando una plaza en su tramo medio, lleva hoy una zona ajardinada, en la que se ha habilitado una fuente moderna de forja sobre base de piedra, y un monolito dedicado a José María Satrústegui (1930-2003), señalado euskaltzale e hijo distinguido del lugar. El frente norte de esta plaza está ocupado por un total de diez casas, algunas con arcos de medio punto y en las que predomina el número de tres alturas. Forman un conjunto hermoso, coherente y bien conservado. Una de ellas, en mampostería menuda, está hoy dividida en dos viviendas, teniendo al efecto dos arcos de medio punto gemelos, en el que una jamba compartida hace las veces de separación. Otra casa lleva una fachada perfectamente simétrica, con muros enlucidos y cadenas de sillar, en la que se abre un arco de medio punto de rosca moldurada, flanqueado por dos ventanas, "piano nobile" con tres ventanas ennoblecidas con alféizares moldurados, y tercer piso con tres ventanas simples, rectangulares como todas las demás. La acera opuesta presenta edificios de aspecto más moderno, en el que no faltan largas balconadas, a menudo adornadas con macetas y coloridos parterres. Cerrando los frentes oriental y occidental de esta plaza hay sendos caserones, que destacan por su tamaño y por su disposición aislada. El de la salida hacia Vitoria se dispone en cuatro alturas con tejado a dos aguas, fachada enlucida con cadenas de sillar en ángulos y vanos, arco de acceso rebajado, balcón central en el segundo nivel y resto de ventanas cuadrangulares, tres por piso. El que cierra el lado oriental de la plaza es un bloque cúbico de tres alturas y tejado a cuatro vertientes, con accesos en dos de sus frentes, consistentes en arcos de medio punto. Lleva fachadas en mampostería y amplio alero. La plaza se prolonga hacia el oeste mediante la llamada "kale Txiki", conformada por casas de formato menor, abiertas a menudo por arcos de medio punto y con tres alturas.

Ermitas

La ermita de San Pedro se ubica alejada del casco urbano, en el camino que conduce a la sierra. Se trata de un edificio levantado en el siglo XVI, pero que fue reformado en época barroca. Se cita en 1656, cuando el fiscal eclesiástico demandó al presbítero de Huarte-Araquil por haber predicado sin licencia en esta ermita, a lo que el acusado adujo que el vicario estaba enfermo y que los vecinos se lo habían pedido de forma insistente, al ser las fiestas patronales.

La planta consta de una sola nave, dividida en cuatro tramos y terminada en testero recto. A los pies lleva un coro alto en madera. Los muros van en sillarejo enlucido, sobre una base de piedra. El acceso se abre en su segundo tramo, por el lado de la Epístola, y consta de arco de medio punto con dos arquivoltas. El interior se cobija por una cubierta levantada cuando la reforma barroca, consistente en una bóveda de medio punto sobre pilastras.

Parroquia de la Asunción

Se levanta en el extremo este del pueblo, delante de una amplia zona abierta, junto con el cementerio y el edificio de las antiguas escuelas, formando un curioso conjunto. El edificio actual data de la reconstrucción llevada a cabo en 1946, y que sustituyó al antiguo templo, construido en dos fases y del que resta la torre, levantada en 1758. La actual fábrica sigue modelos de evocación neogótica, muy en boga por aquel tiempo, a los que se ha incorporado de manera masiva el uso del ladrillo y del cemento, como materiales asequibles y baratos pero totalmente ajenos a la tradición. Lleva planta de una sola nave, dividida en cinco tramos por fajones, con transepto y cabecera rematada en testero recto. Lleva coro a los pies, capillita octogonal original, hoy archivo pero probablemente destinada a albergar la pila bautismal, sacristía adosada a la cabecera por el lado de la Epístola, y acceso muy simple en el mismo frente, cobijado por un pórtico de tres arcos de medio punto sobre pilares. La torre consta de un bloque prismático esbelto, con cuerpo de campanas sobre pilastras y arcos de medio punto, rematada con pirámides y bolas del tipo escurialense.

El retablo mayor, dedicado a la Asunción, es barroco de hacia 1650. Lleva banco y un cuerpo con tres calles más ático. Entre la imaginería citaremos las esculturas barrocas de San Joaquín, la Asunción y San José con el Niño. Por encima, el Calvario de la misma época.

En el lado del Evangelio se ubica el retablo de la Inmaculada Concepción, que como su gemelo del muro opuesto pertenece también al estilo barroco y a mediados del siglo XVII. Costa de banco, alto cuerpo con hornacina central, ático entre pilastras y frontón partido por una cruz. La hornacina está ocupada por una imagen de la Inmaculada, barroca del XVIII, y el ático con una imagen de San Miguel de la misma época que la mazonería.

En el lado de la Epístola se encuentra el retablo de la Virgen del Rosario, contemporáneo del anterior y con una arquitectura muy similar. La imagen titular es barroca del XVII, al igual que la talla de obispo que ocupa el ático. Se observan dos relieves, renacentistas del XVI y por tanto reaprovechados, que figuran un obispo y un San Jerónimo.

A cada lado de la nave se dispusieron sendos nichos con las tallas, de gran formato, de San Fermín y San Francisco Javier, santos de gran devoción popular en Navarra, y que originariamente flanqueaban el retablo mayor. Hacia los pies de la nave se ubica también un Crucificado de tamaño ligeramente inferior al natural, gótico de la segunda mitad del XV, muerto, de torso esquemático y piernas un tanto artificiosas. El paño de pureza es de pliegues un tanto rígidos, y el demacrado rostro transmite dramatismo con sus ojos semiabiertos y el gesto doliente.

Joseba ASIRON SAEZ (2006)