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CONDADO DE TREVIÑO

Auge y declive demográfico: siglos XVIII-XIX. Según Rosario Porres (1983) el proceso de pérdida continuada de habitantes que ha venido caracterizando al Condado de Treviño no es, ciertamente, un fenómeno nuevo pero ofrece una imagen de esta comarca totalmente opuesta a la que ofrecía en el s. XVIII, en el cual era el crecimiento el rasgo más definitorio de su población. Antes se vió afectado en mayor o menor medida por la crisis del s. XVII disminuyendo el número de sus habitantes. El trigo no pudo hacer frente, como sí lo hicieron el maíz y el viñedo en la zona costera del País Vasco y en la Rioja respectivamente, a un proceso de ruralización provocado por una crisis eminentemente urbana. La villa de Treviño pierde dos de sus tres parroquias a fines de siglo; en 1695 las parroquias de San Juan y de Santa María desaparecen siendo desde entonces la de San Pedro la encargada de llevar, entre otras cosas, los registros parroquiales de toda la villa de Treviño. El Condado de Treviño no se mantendrá ajeno a estos condicionamientos ni siquiera en la segunda mitad del s. XVIII. Por eso, aun cuando el número de bautizados excede siempre al de difuntos, la población acaba estancándose o disminuyendo. Resalta Porres la especial virulencia de la crisis de los años 1679-80 en la que tanto Treviño como Lapuebla de Arganzón alcanzaron una de las cotas de mortalidad más altas. En el s. XVIII, la primera gran crisis es la de 1705-9 cuya incidencia es la mayor del siglo, no sólo por su mortalidad sino por sus secuelas en el campo de los bautizados, cuyo descenso se dejará sentir a lo largo de varios años. Ahora bien, señala Porres, estas crisis, a las que vendrán a suceder otras a lo largo de todo el s. XVIII (1735-52, 1763-64, 1785, 1795) denotan la aparición de dificultades pero no permiten conocer cuál era el montante de la población ni su evolución. Sin embargo, para la segunda mitad de siglo los datos procedentes de los censos facilitan la labor y permiten confirmar a esta etapa como la más optimista desde el punto de vista de la demografía del Condado. Las crisis de subsistencia siguen haciendo mella en la población, sobre todo si tenemos en cuenta que en este territorio las condiciones de la tierra, muy repartida en cuanto a su propiedad pero de escasa calidad -en su mayor parte son de secano y el 95,43% de ella debe permanecer un año sí y otro no en barbecho- no permiten altos rendimientos, la población vive en un nivel de pura subsistencia. A pesar de todo, la incidencia de esas crisis, cada vez más espaciadas, disminuye a medida que avanzamos en el tiempo. Por ello, de los 3.504 habitantes con los que aproximadamente contaba el Condado, junto con Lapuebla, en 1753, se pasa a 3.934 y 4.210 en 1768 y 1787 respectivamente. La población, emigra poco y si lo hace es en general a las villas del Condado. En este sentido, sigue Porres, juegan un gran papel los factores geográficos. Así la villa de Treviño atrae fundamentalmente a las gentes del Condado, sin que falten por supuesto los casos de origen alavés, riojano y en menor medida navarro, aragonés e incluso de gentes de la meseta (Toledo, Madrid, etc.). Sin embargo, parece más que probable que la situación cambiara en el s. XIX en lo que a movimientos migratorios se refiere. Es evidente que la decadencia de esta comarca comienza en los primeros años del s. XIX, en los que la guerra napoleónica y la primera carlista pudieron iniciar un proceso que ha venido sustentándose hasta el s. XX.