Sindikatuak

Euskal Herriko Nekazarien Elkartasuna

EHNE

"Izan garelako, gara". Con estas palabras resume uno de los sindicalistas de EHNE la historia de este movimiento en los actos conmemorativos del 25 aniversario del surgimiento de EHNE-Nafarroa celebrado a finales de 2011.

Efectivamente, en el contexto de recomposición del mundo laboral que se acomete ante el fin de la dictadura, y en un marco temporal marcado por la alta conflictividad laboral y por la eclosión de reivindicaciones de clase y nacionalistas, entre 1976 y 1977 los y las baserritarras de Bizkaia, Álava, Gipuzkoa comienzan un proceso de organización que se concreta en el surgimiento de sendas centrales sindicales: EHNE en Bizkaia, Gipuzkoa y Unión de Agricultores y Ganaderos de Álava (UAGA). No obstante, tras un primer periodo de indefinición y desvertabración, concretamente en 1981, las organizaciones de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa acuerdan confederarse, hasta que finalmente, en 1986, tras su constitución ese mismo año, la organización navarra se suma a la Confedederación.

En 1990 estas cuatro organizaciones dan un salto cualitativo con la celebración del I Congreso de EHNE, en el que se define su estructura interna, así como sus objetivos comunes. Previamente, desde 1988, las organizaciones federadas habían profundizado su proceso de vertebración con la puesta en marcha coordinación técnica que trataba de superar lógicas "provincialistas" previas, asumiendo una perspectiva más global que también respetara la autonomía de cada organización. En consecuencia, en el I Congreso la Confederación se dota de unos estatutos comunes en los que se concretan los órganos supraprovinciales de coordinación. De igual forma, respetando su origen federal, se señala que los estatutos de la Confederación no pueden entrar en contradicción con los de las organizaciones provinciales.

Concretamente, desde ese I Congreso se identifica al Congreso Nacional como máximo órgano de gobierno de la Confederación, en el que participan de forma paritaria un mínimo de 25 delegados elegidos por cada provincia. Por su parte, el Consejo Nacional es el órgano máximo de decisión entre congresos y es el responsable de la aplicación de sus directrices. Aunque primero estaba conformado por 40 personas, posteriormente es ampliado a 44, además de los representantes de la Ejecutiva, que tienen voz, pero no voto. Se crea, a su vez, un Comité Ejecutivo conformado por 8 personas, elegidas en cada provincia, siendo condición necesaria ser persona agricultora o ganadera con dedicación exclusiva. Finalmente, en este I Congreso se identifican las áreas y sectores sobre los que trabajará la Confederación. Así, en 1990 se crean los sectores de vacuno leche, vacuno carne, ovino, porcino, cunicultura, apicultura, equino, horticultura, vid, patata, cereal, remolacha y forestal. A estos sectores, ya para el V Congreso celebrado en 2007, se habían sumado los de agroturismo y agricultura ecológica, que muestran no solo la capacidad del sindicato para adecuarse a los nuevos nichos laborales (agroturismo), sino también (agricultura ecológica) su apuesta práctica por concretar unas orientaciones ideológicas que, como veremos, en la actualidad se centran en una apuesta por un modelo de calidad, no intensivo y en consecuencia, respetuoso con el medio ambiente. En paralelo, en un primer momento se crean las áreas de agricultura de montaña, juventud, formación y tierra, a las que se suman, en 2007, las de desarrollo rural, seguros agrarios, calidad y seguridad alimentaria, seguridad social y fiscalidad, contratación laboral y migraciones, mujeres y medio ambiente. Nuevamente, en este caso, la ampliación de las áreas de trabajo del sindicato cristaliza muchas de sus apuestas por un modelo sostenible desde el punto de vista económico, atento a las nuevas realidades, especialmente a las de la inmigración, y que, finalmente, otorga una importancia capital a la igualdad de sexos en su definición y perspectivas estratégicas.

En este I Congreso, además de definirse la estructura organizativa confederal, EHNE adelanta algunos de los que en el futuro serán sus ejes de trabajo principales: posicionamiento en torno a la Política Agrícola Común de las estructuras comunitarias, así como seguimiento de su aplicación por parte de las administraciones centrales y autonómicas; profundización en el asociacionismo agrario; consolidación de las relaciones sindicales con otras organizaciones; y desarrollo de propuestas específicas en las diferentes áreas.

El punto de partida de las reflexiones del sindicato, obviamente, está condicionado por la importancia de la Unión Europea en la definición de las directrices en materia de agricultura. Se constata, en efecto, que ya para comienzos de la década de los 90 es evidente la marginalidad del sector productivo agrario. En paralelo, rechazan la incapacidad de las directrices de la Política Agraria Común (PAC) para diferenciar los modelos productivos locales, de forma que, a su juicio, no se responde eficazmente a unos rasgos diferenciales del agro vasco que requieren de tratamientos específicos, máxime en un periodo de crisis del sector. De igual forma, se rechaza un modelo que permite a la Administración apoyar los intereses industriales y comerciales de las grandes empresas, frente a las necesidades de los pequeños productores. Por último, ya para 1990, se rechazan las consecuencias de la PAC, concretadas en la imposición de tasas, estabilizadores, congelaciones de precios, privilegios a la transformación y a la distribución, etc... Por ello, concluyen que "estamos pasando de ser sujetos a objetos de la política agroalimentaria, y ello conlleva además de la marginación de los productores, la de sus organizaciones profesionales, es decir, los sindicatos agrarios" (EHNE, 1990, 9).

A partir de este momento, el análisis de las consecuencias de la PAC centra en gran parte el diagnóstico del sindicato. Así se rechaza la dependencia de las ayudas que éste genera, se critica su apuesta por un modelo industrial, etc. Como resumen en 2002, "mientras se habla de modelo agrícola europeo a defender, constatamos crisis alimentarias, de precios, de mercados y desaparición de personas agricultoras. Mientras la PAC habla de agroambientales continúan las prácticas que dañan la tierra y el agua. Junto a la importación de proteínas vegetales de países terceros de la UE exporta carne industrial con dumping. Por un lado se habla de calidad y seguridad y luego observamos flexibilidad en las normas sanitarias, antibióticos... Nos preguntamos qué es lo que realmente se esconde tras el modelo agrario europeo" (EHNE, 2002: 14). No extraña, en consecuencia, que frente a esta PAC "insolidaria y destructiva", desde el sindicato se apueste por la definición de un modelo alternativo, como veremos, basado en la soberanía y la seguridad alimentaria.

Un modelo que comienza a ser definido con la entrada del nuevo milenio, y que se mantiene en la actualidad, incluso cuando la PAC ha entrado en una vía muerta que podría provocar su desaparición como consecuencia de la importancia creciente que, en un marco noeliberal, están asumiendo las propuestas de la Organización Mundial del Comercio, geeneradoras de un proceso de clara "desregulación de la producción y el mercado" (EHNE, 2007, 5).

Como decimos, frente a este modelo, desde EHNE se apuesta por la soberanía alimentaria, "entendido como el derecho de las regiones a proteger, apoyar y promover sus propios sistemas de producción agrícola, sobre la base de una producción basada en el modelo social de agricultura, destinada a abastecer el mercado interior de alimentos en la cantidad y calidad suficientes". En este sentido, es lógico que desde EHNE se rechace "el libre acceso a los mercados agrarios mundiales y el dumping en las exportaciones agroalimentarias. Nos oponemos a que la agricultura y la alimentación sean objeto de una negociación comercial en la que se subordinen los intereses especulativos de las grandes multinacionales que deslocalizan las producciones en función de sus intereses". En consecuencia, para este sindicato, es prioritario denunciar "las políticas neoliberales que surgen de la OMC y sus efectos perversos en el mundo rural tanto en el Norte como en el Sur" (EHNE, 2007: 5). Se apuesta, en consecuencia por la presión a las administraciones para lograr políticas agrarias enfocadas hacia un modelo social de agricultura.

En definitiva, para EHNE es imprescindible pasar de un modelo productivista a una agricultura sostenible que sea respetuosa con el medio ambiente, y que garantice la seguridad alimentaria por medio de productos sanos y de calidad. Ello requiere, a su juicio, autonomía de Euskal Herria para tomar decisiones en base a las necesidades del sector, poniendo freno a la lógica imperante basada en el productivismo, en la deslocalización de las producciones y en la agroexplotación a precios bajos, pero de forma intensiva "que aumenta los beneficios de las grandes transnacionales" y provoca una "destrucción masiva de empleo agrario y de la cultura agraria propia aquí y en todo el mundo, el aumento del hambre y la pobreza del planeta" (ibid, 6). Junto a la autonomía, y la apuesta por una producción limitada al consumo interno, desde EHNE se considera que la agroecología es la filosofía y práctica más afin al modelo que propugnan, que garantiza, además "la capacidad de la persona agricultora para controlar su oxplotación y tomar decisiones", poniéndo énfasis en la importancia de la interacción entre personas productoras y consumidoras.

Apuestan, en consecuencia, por una producción agraria sostenible "que la definimos como la que produce en armonía con el medio ambiente y con una renta agraria digna y duradera" que permita el relevo generacional y la mínima dependencia externa. Es un modelo, insisten, social (empleo agrario digno en condiciones económicas y sociales justas), solidario (buscando la seguridad alimentaria y la cooperación entre explotaciones), igualitario (incidiendo especialmente en la igualdad de género), basado en la calidad de la producción y en el desarrollo local (ya que "una agricultura viva necesita de un entorno vivo").

Pero, más allá de esta orientación estratégica, desde EHNE va a realizarse un importante trabajo de elaboración de propuestas prácticas que traten de responder a las necesidades de los diversos sectores. Efectivamente, en su III Congreso, este sindicato había llegado a la conclusión de que su liderazgo no solo se debería basar en su dinámica reivindicativa, sino también en su capacidad para presentar proyectos y propuestas de política agraria que no perdieran de vista el reparto de la riqueza y el empleo. Así, en 2007, ENHE presenta en su V Congreso un detallado programa de intervención, con propuestas concretas, en diversos sectores (tierra, agua, biodiversidad agraria, cambio climático, cultivos energéticos, transgénicos, gestión de montes públicos, espacios protegidos, fauna salvaje, control de la producción, comercialización, etc...).

Lógicamente, la definición estratégica del sindicato, así como la elaboración de propuestas concretas, va a explicar la importancia creciente que EHNE va a jugar en la definición de políticas públicas, pero también en la dinámica reivindicativa del sindicalismo vasco. Así, EHNE sirve de engarce entre el sindicalismo agrario local y el de escala global (movimiento campesino que se ha convertido en una de las columnas vertebrales del altermundialismo). De otra parte, EHNE se ha convertido en una pieza importante de las lógicas de colaboración de una mayoría sindical vasca que está impulsando apuestas decididas no solo en el ámbito laboral, sino también en el nacional. En consecuencia, la política de alianzas asume un papel determinante a la hora de comprender la creciente proyección de EHNE.

En un primer momento EHNE mantiene una posición contradictoria en lo que a su participación a la COAG estatal (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos), concretada en la participación de EHNE Nafarroa y UAGA, pero en una cierta distancia de EHNE Bizkaia y Gipuzkoa. No obstante, en 1992, la estructura confederal acepta participar en este organismo estatal. Una participación que es valorada positivamente y que se ha concretado en relativos éxitos como la devolución del Impuesto Espacial de Hidrocarburos o en la Reforma de la Seguridad Social Agraria.

En paralelo, EHNE forma parte de Via Campesina y de la Coordinadora Campesina Europea. Como recuerda esta central, Vía Campesina, "que reune a millones de campesinas y campesinos de todos los continentes, es nuestra referencia movilizadora" al ser la primera en definir el concepto de soberanía alimentaria, que como hemos visto, se ha convertido en el fundamento estratégico del sindicalismo agrario vasco. En el marco de este movimiento y de las estructuras de coordinación europeas, EHNE ha participado en decenas de campañas de denuncia, especialmente en un ámbito, el de los transgénicos, que se han concretado en la declaración de la CAPV como "zona libre de transgénicos" (aunque desde EHNE se reclamen a las instituciones no solo declaraciones, sino también más hechos).

A escala local, como decimos, EHNE asume un importante papel en el sindicalismo vasco desde varias perspectivas. De una parte, visualizando la comunidad de historia, cultura y vínculos socio económicos entre la CAPV y la CFN, lo que se explica en su estructuración a nivel de Hegoalde en un modelo organizativo flexible y respetuoso con la personalidad de cada territorio. Por otra parte, EHNE mantiene excelentes relaciones con ELB de Iparralde, sindicato agrario que también forma parte de Vía Campesina. Finalmente, este sindicato se ha embarcado en una estrategia de alianza con otras organizaciones sindicales vascas que apuestan por una solución democrática para "el conflicto político de Euskal Herria", considerando que ésta pasa por el diálogo y acuerdo sin exclusiones "y en el respeto a la decisión de la ciudadanía de Euskal Herria sin ningún tipo de cortapisas" (2007: 35).

Finalmente, EHNE se caracteriza por una serie de señas de identidad: defensa de la unidad e independencia sindical (repetando la pluralidad sin menoscabo de su carácter unitario); carácter reivindicativo (teniendo como referencia al movimiento altermundialista campesino); organización democrática y abierta a la participación; exigencia de representación de los agricultores (lo que se concreta en la demanda de elecciones agrícolas y en la participación de diversas estructuras de concertación sectoriales y terrotoriales). A estas señas de identidad, finalmente, se les añade otras como su vocación de cercanía, su búsqueda de la autonomía financiera o el deseo de trasladar a la sociedad una imagen real y positiva de la agricultura, lo que se concreta en la edición mensual de la revista Ardatza, que es repartida en la mayoría de explotaciones familiares y en la página web www.ehne.org. Actualmente EHNE cuenta con 5.500 personas afiliadas.