Udalak

ELGOIBAR

El cementerio de la localidad mantiene como acceso la entrada al anterior templo, esto es, el pórtico de San Bartolomé de Olaso. Se trata de una realización gótica que posee una inscripción que identifica al autor y la fecha de construcción, Martín Sancho en el año 1459. Emparentado en su configuración con el acceso principal de la parroquia de Deba, además de los de Lekeitio y Gernika, mantiene las imágenes de los laterales y arquivoltas, tratándose de un conjunto muy destacable. Desgraciadamente es el único vestigio que nos ha quedado de la anterior iglesia, derribada, con la excepción ya apuntada, en 1766. Ante la lejanía de aquel edificio con respecto a la villa, ya en 1604 habían decidido el traslado sus habitantes, para en 1617 otorgar su permiso el rey mediante una cédula. De todas formas, la historia constructiva de la iglesia parroquial de San Bartolomé es larga. En 1646 Juan Martínez de Aguirre presenta un proyecto -se conservan la planta, alzado y fachada planteados por el arquitecto-, comprometiéndose Juan de Ansola y Martín de Garatechea a efectuar la obra hasta el crucero. Tras diferentes vicisitudes, en 1692 Lucas de Longa otorga un nuevo proyecto, conservado igualmente. Un año más tarde, el mencionado arquitecto y su hijo Rodrigo se comprometen a terminar la obra, ya que los anteriores maestros habían erigido el presbiterio y levantado las paredes del crucero. A la muerte de Lucas de Longa, su viuda se responsabiliza de ponerle fin, otorgando en 1707 Lázaro de Lizardi trazas para la armadura de cubierta. Es ya en 1716 cuando se inician la ejecución de las bóvedas, celebrándose misa en el templo ese mismo año, aunque las cubiertas no se finalizaran hasta 1726. A pesar de que la construcción de la torre se iniciaría poco después, en 1730, en ese periodo se construyen únicamente los tres arcos del cuerpo basamental y la zona inmediatamente superior, hasta llegar a la ventana del primer cuerpo. De esta forma, es en 1746 cuando Ignacio de Ibero otorga otro proyecto para su finalización, conservado también, al igual que la modificación efectuada por su hijo Francisco con respecto a sus proporciones después, ya que ambos se comprometieron a llevar a cabo la obra en 1748, si bien es el último el que adquiere verdadero protagonismo en su confección. Finalmente, es en 1757 cuando Martín de Carrera examina lo realizado. Al propio Francisco de Ibero se debe el diseño de los soportales laterales y el de la sacristía nueva, esta última ya en 1776. Como resultado de todo este esfuerzo tenemos un templo de cruz latina, con tres tramos, capilla mayor, crucero y torre a los pies, además de los soportales ya indicados. Para la cubrición se hace uso de bóvedas de cañón con lunetos, disponiéndose sobre el crucero una cúpula semiesférica situada, como es habitual en la zona, directamente sobre el anillo. A diferencia de lo previsto por Martínez de Aguirre, y como consecuencia de la labor de Longa, presenta contrafuertes interiores, disponiéndose pilastras de orden gigante y capitel dórico en sus frentes. La torre, por su parte, se distribuye en dos cuerpos de planta cuadrada y uno octogonal como remate. Con el escudo real presente en el segundo, es el cuerpo de campanas el sector más señalado. Su planteamiento y carácter nos prueban nuevamente la extraordinaria capacitación de los Ibero. El porche o pórtico se remata en una balaustrada, utilizándose en este caso para la cubrición bóvedas de crucería. En el interior, destaca lógicamente el retablo mayor, realización neoclásica cuyo diseño se debe a Haan, encargándose de su ejecución Francisco de Ugartemendía y Francisco de Justiniani, quienes proceden a su entrega en 1791. Es un organismo propio del periodo, imponiéndose la pureza de líneas y destacando el relieve que lo preside. Los retablos colaterales, por su parte, fueron entregados en 1791 por Miguel Antonio de Sarasola. Para terminar, señalemos que los retablos laterales son barrocos y que la iglesia cuenta con efigies del Ecce Homo, Cristo Yacente, Resurrección de Cristo e Inmaculada Concepción correspondientes al siglo XX.

La casa consistorial se sitúa delante de la parroquia, hacia el lado de la epístola de ésta. Obtenida la licencia real para su ejecución en 1728, ya para ese momento Antonio de Larraza había otorgado traza, al tiempo que se había hecho con su confección en subasta pública. Efectuados los cimientos, el arquitecto fallece y le sustituye su hijo Tomás, quien en 1733 señala estar trabajando según el diseño otorgado por Sebastián de Lecuona, verdadero responsable del edificio. En 1744 Ignacio de Ibero da las condiciones y la traza para un arco de soportal, mientras que el escudo de armas y adornos de los lados se ejecutaron en 1753 según lo dispuesto por Francisco de Ibero. La construcción se hallaría plenamente terminada, incluida su ornamentación, en 1761. Se trata de un edificio de planta rectangular con dos alturas, ocupando la crujía anterior de la inferior el característico soportal. Elemento destacado es la utilización de un frontón que corona los tres vanos centrales de la planta noble, unificados a su vez por medio de un balcón corrido. La casa Arriola se encuentra al otro lado de la plaza. Relacionado con el anterior edificio, se trata en origen de dos viviendas, cuya traza se debe a Francisco de Ibero, que presentará su proyecto en 1753, confeccionándose primero la más cercana a la parroquia, entre 1754 y 1756, para luego efectuar la otra, entre 1764 y 1765. Su elemento más destacado es la presencia de una planta baja porticada, mientras que en las alturas superiores apenas se busca el resalto, haciendo uso todavía de un sistema de placas relacionado con las obras postescurialenses. El frontón situado junto al ayuntamiento fue ejecutado en 1863, según el plan propuesto por Mariano José de Lascurain.

En la Plaza de Abajo se sitúa la casa torre de Alzola, atractiva realización del siglo XVI. De planta cuadrilonga y tejado a cuatro aguas, se ejecutó en mampostería, presentando sillares en sus ángulos. Cuenta con un arco de medio punto como acceso, además de arcos apuntados, ventanas conopiales, modillones, escudo angular y garitones en las esquinas.

En el arrabal de San Francisco, que toma, en buena lógica, su nombre de un convento desaparecido, sobresale la ermita de la Magdalena, que se documenta desde el siglo XVI, mientras que en los arrabales de Santa Ana y Santa Clara, denominado este último de este modo por un cenobio que tampoco en este caso ha llegado hasta nuestros días, no hay realizaciones significativas. Relativamente cerca del anterior convento se erigió el actual a partir de 1974 bajo la dirección del arquitecto Carlos Casla. Dos años más tarde se verificó el traslado. Además de algunos elementos artísticos, conviene señalar el traslado de la espadaña del anterior edificio al nuevo, en cuya entrada se ubica actualmente. Relativamente cerca, en la entrada a la fábrica Sigma, se encuentra el Homenaje a d. Eulogio Estarta Landa, busto de Carlos Elguezua y Lasuen, realizado en 1956.

Fuera del núcleo urbano, en el barrio de San Lorenzo encontramos la ermita de San Lorenzo, modesta realización sin apenas interés arquitectónico. De todas formas, conviene subrayar el hecho de que en su interior se rescataron unas pinturas murales que se ha apuntado puedan pertenecer al siglo XV. La casa solar de Iriarte es una construcción reedificada en el siglo XVIII, mientras que los caseríos Ibarretorre y Arostegi bien podrían haber sido en origen sendas casas-torre. Además, el caserío Amuskategi mantiene el acceso mediante un arco apuntado, lo cual puede ser considerado como vestigio medieval. La ermita de San Roque se sitúa en el barrio del mismo nombre, habiéndose restaurado ese edificio en 1970, si bien conviene reseñar la pervivencia de una portada apuntada. El caserío Beraseta ha sido datado en el siglo XVI, mientras que Basueta, Goenaga, Bekoetxe y Santxongua son de cronología barroca. En el barrio de Arrillaga sobresale el caserío Zabale Torre, casa-torre de la segunda mitad del siglo XV que mantiene exteriormente sus principales cualidades. De planta cuadrada y tres alturas, la portada en arco apuntado, diferentes ventanas geminadas y los modillones en piedra le confieren su destacado carácter.

La ermita de San Pedro, situada en el emplazamiento que recibe ese mismo nombre, es una construcción que conserva elementos de principios del siglo XVI, si no anteriores, como son algunas ventanas conopiales. Se cubre con armadura de tres tramos de madera de hacia 1600, al tiempo que conviene subrayar el hecho de que en los muros del presbiterio elevado se encontraran restos de pintura mural renacentista. Con todo, su torre es una realización barroca perteneciente al siglo XVIII. También la ermita de San Miguel da su nombre al lugar en el que se sitúa, tratándose en esta ocasión de una obra más modesta que la anterior. Mayor importancia posee el barrio de Alzola. La iglesia de San Juan Bautista se iniciaría en el siglo XVII, aunque las labores constructivas se prolongarían mucho, ya que la torre se acabaría a fines del siglo XIX. Además del Antiguo Balneario, formado por tres edificios en realidad e inaugurado en 1846, y el Seminario, conviene destacar lo que nos ha llegado de la torre de Andonaegi, palacio del siglo XVI en origen. En la glorieta de enlace con la autopista se halla Bide Gurutzea, realización de 1995 debida a Jesús Rodríguez Jáuregui.

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  • Ignacio CENDOYA ECHANIZ