Udalak

Eibar

Le asiste mucha razón al sabio vergarés Telesforo de Aranzadi, al referirse a nuestra artesanía del damasquinado, que "en asunto y estilo conservan aquéllos más rutina del renacimiento que moruna, andaluza o toledana". Las raíces de esta artesanía las hallaremos en la antigua armería, tal como nos atestiguan algunas piezas del Museo de Armas de la Escuela de Armería de nuestra villa. Y de verdaderamente artísticas podemos catalogar las pistolas damasquinadas obras de los armeros eibarreses Usatorre y José Aguirre, en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid, que son de comienzos del siglo XIX (una de ellas lleva la fecha de 1804). En las postrimerías del siglo XVIII, Jovellanos anotó en su diario, que "los cañoneros saben incrustar perfectamente las miras y puntos de plata y las piezas de adorno de oro en el hierro, y empavonarle con la mayor perfección". Los Zuloaga fueron los grandes transformadores. Eusebio Zuloaga, nacido en Madrid en 1808, hijo y sucesor del célebre armero del cuerpo de Guardias de Corps, el eibarrés Blas, fue quien dio los primeros pasos de la innovación. Pensionado por Fernando VII, permaneció un año en París con Mr. Lepage, maestro arcabucero del rey; otro año en la fábrica de armas de Saint Etienne, y que más tarde se instaló en Eibar. Contribuyó a una gran transformación, tanto en la modernización de los métodos de la armería como en la decoración en el cincelado y damasquinado, pero además a estas artes supo darle otras aplicaciones. Con él estamos en los inicios de los "objetos". Pero fue a su digno hijo Plácido a quien corresponde el honor de creador de los "Objetos de Eibar". Plácido estudió primero en París con el maestro Mr. Lepage y más tarde en Dresde. Aquí analizó antiguas armas en el museo, pues sus técnicas de damasquinado tanto le habían llamado la atención. De allí la idea del sistema o recurso de rayado cruzado a cuchilla (picadura) que permitiría mayor libertad en el dibujo. Con ello creó escuela en Eibar, llevando el damasquinado a otras aplicaciones fuera del campo de la armería. A él también se le debe la incorporación de motivos de estilo renacentista y arabescos en la ornamentación, para desplazar a un segundo plano el neoclásico que venía predominando. Sus obras más importantes, hechas con la colaboración de sus discípulos, son el mausoleo de Prim en la basílica de Atocha, en Madrid, y el altar de una de las capillas del Santuario de Loyola. A primeros de nuestro siglo, los "Objetos de Eibar", maravilla artística donde conjugaban el repujado, cincelado y el damasquinado, más los baños adicionales, alcanzaron fama mundial que nos trajeron riqueza y esplendor. Un ejemplo elocuente de la fama universal de estos trabajos de arte, es la simpática mención del poeta y libertador cubano Martín ("José Martín en los Estados Unidos", Obras completas, tomo XI, p. 360), que dice: "No está John Whittier el cuáquero que como los obreros de Eibar, repuja en hierro, blando a su mano, hilos de plata y oro, y con hoja de perla, los matiza y recama". (ver Damasquinado).