Udalak

Eibar

La iglesia parroquial de San Andrés tiene su origen en un templo románico, si bien la fábrica actual corresponde a los siglos XVI y XVII. De ese periodo inicial pervive una imagen románica de San Pedro, efigie de reducido tamaño situada en la puerta oriental. Es en torno a 1532 o 1533 cuando se iniciarían las labores de ampliación del primitivo edificio, abriéndose al culto en 1547, fecha presente en una inscripción de la portada norte, hoy relegada, acceso de ejecución destacable y en la que igualmente leemos el nombre del manobrero, Gabriel de Ubilla. Ya en ese momento la iglesia contaba con tres naves, aunque sus dimensiones eran mucho más reducidas que las de la actual, al tiempo que la cabecera se hallaba en el extremo opuesto al que luego ocuparía, esto es, en el lugar ocupado actualmente por el coro alto. Es a principios del siglo XVII cuando se decide efectuar una nueva ampliación, etapa constructiva de enorme importancia por cuanto confiere a la iglesia su definitiva configuración. Según parece, el responsable de esta empresa sería en un primer momento Hernando de Loidi, autor también de las trazas a seguir. Le sustituye, a su muerte, Miguel de Garaizábal, autor de otro proyecto, quien fallece en 1617. Continúa hasta 1635 con la obra Diego de Eguiguren y Azcoaga, para sustituirle en 1637 Ignacio de Ansola. Al jesuita e ingeniero Francisco de Isasi se deben sendos diseños para las capillas y torre de la iglesia. Es en 1642 cuando el propio Ignacio de Ansola se compromete a efectuar la sacristía, coro y torre, sustituyéndole a su muerte su hijo Juan, quien posiblemente ya para 1645 aceptara la citada responsabilidad, terminándose la obra en 1662. El resultado es un templo con planta de cruz latina, con tres naves de igual altura y tres ábsides, poligonal el del medio y rectangulares los de los lados. Los dos tramos de la iglesia pertenecerían a la ampliación original, si bien cabe suponer alguna variación posterior, mientras que el crucero y el triple ábside se realizarían ya en el siglo XVII, mostrando la adopción de los principios espaciales propios del clasicismo.

El retablo mayor es uno de los conjuntos más interesantes de la provincia. Andrés de Araoz y su hijo Juan son los responsables de los dos primeros cuerpos, contratados hacia 1562 y terminados en 1587, debiendo señalar la participación de Pedro de Arbulo Marguvete, autor de las imágenes de San Andrés y San Pedro. Posteriormente, entre 1736 y 1739, Hilario Mendizábal y Fernando de Arizpe realizan los dos cuerpos superiores y el remate, siendo los responsables de la escultura Domingo de Alzaga y Juan Bautista Mendizábal I. Tan sólo las imágenes de la calle central se hallan policromadas, mientras que el resto de efigies y el propio diseño arquitectónico permanecen sin recubrimiento. A pesar del tiempo transcurrido entre ambas etapas realizadoras, el conjunto resulta unitario, lo cual nos demuestra el cuidado con el cual se abordó la participación del siglo XVIII. Tipológicamente, se trata de un retablo casillero con arcos de triunfo y entrecalles, constando, tal y como hemos señalado, de banco, tres cuerpos y remate. La grandiosidad del mueble explica el extenso programa iconográfico. La calidad del conjunto es muy reseñable, especialmente por lo que a la parte baja del mueble se refiere, dada la entidad de los escultores participantes. Los retablos colaterales del Sagrado Corazón y Nuestra Señora de Arrate son realizaciones de fines del siglo XVII, aunque sus titulares sean obras modernas. En cuanto a los retablos laterales de las Animas y de Nuestra Señora del Carmen, son realizaciones de carácter rococó. Así, el último de ellos fue contratado en 1771 por Domingo de Lasa y Domingo de Pellón, quienes debían seguir la traza de Francisco de Ibero. La obra se costeó gracias a la donación efectuada por Santiago de Zumarán, residente en Cádiz. De planta mixtilínea, posee cuerpo único ordenado por columnas acanaladas de capitel compuesto y remate. A los pies de la iglesia hay un pequeño altar que acoge imágenes de carácter procesional, concretamente un Nazareno de mediados del siglo XVIII, un San Juan Evangelista y una Virgen de la Soledad de la primera mitad del siglo XIX y un Cristo yacente del siglo XX.

Aldatze era en origen un edifcio señorial, pero el hecho de albergar un colegio ha motivado, lógicamente, enormes variaciones. Por otro lado, la casa consistorial es un edificio notable que, tras una remodelación que ha durado desde 1997 hasta el 2003, preside con todo esplendor la plaza de Unzaga. El proyecto fue presentado por el arquitecto Ramón de Cortázar en el año 1895 .se conservan los diseños-, iniciándose las obras en 1899 e inaugurándose el edificio en 1901. En su fachada principal apreciamos una arquería en su planta baja, destacando su cuerpo central mediante el adelantamiento de la misma, el uso de columnas gigantes y el remate en frontón, además de concederse una mayor importancia al muro en su altura inferior. En líneas generales, bien podemos decir que se impone el clasicismo en este frente. Situado al otro lado de la localidad, la casa-torre de Isasi es una construcción de finales del siglo XVI, con planta cuadrada y cuatro plantas, destacando el arco de gran dovelaje que sirve de acceso. Sobre él hallamos el escudo, único elemento significante. El edificio del Cine Coliseo fue construido entre 1947 y 1948, siendo autor del proyecto Víctor Eusa. Es una realización interesante, habiendo sido considerado como un exponente expresionista y clasicista. Posee un mural realizado por José María González. Además, el frontón Astelena posee una escultura en madera de Paulino Larrañaga, en Jai-Alai hay decoraciones abstractas debidas a José Luis Zumeta e Ignacio Yraola es el responsable de la decoración igualmente abstracta del hall de la Universidad Laboral.

En cuanto a la escultura pública, señalemos que Lucas Alberdi es el autor del busto Homenaje a Toribio Echeverría existente en la plaza junto al ambulatorio, habiéndolo realizado en 1991. A Isaac Arrizabalaga, Willy Berasaluce y Javier González se debe la fuente situada junto a la iglesia parroquial, esfera sobre prisma trapezoidal correspondiente a 1988. En las cercanías se sitúa el busto realizado en 1951 por Carlos Elguezua y Lasuen en Homenaje a Zuloaga. Al mismo autor se debe el Homenaje a Ciriaco Aguirre, situado en el jardín de la Residencia de Ancianos de San Andrés. El medallón de bronce en Homenaje a Niceto Muguruza se debe a León Barrenechea, obra anterior a 1936 pero que no se colocaría en el parque Arrate Bidea hasta el año 1971.

Fuera ya del núcleo urbano, debemos destacar en Arrate el Santuario del mismo nombre. Obra del siglo XVI provista de una torre campanario realizada en el siglo XVIII, es un templo de nave única y cabecera ochavada, que cuenta con una aguabenditera de estilo gótico y una talla de la Virgen de principios del siglo XIV. Se cubre con bóveda de cañón de madera realizada en torno a 1583, mientras que el presbiterio presenta una bóveda de horno. Su retablo es barroco, de hacia 1700 más concretamente, albergando la talla de la Virgen anteriormente señalada. Además, hay cuatro lienzos de peregrinos orantes debidos a Ignacio de Zuloaga, quien los fecha en 1904. En las proximidades se sitúa la ermita de San Pedro de Okondia, de planta rectangular y única nave reformada en 1800, tal y como una inscripción presente en el mismo edificio nos señala. En el barrio de Mandiola sobresalen algunos caseríos, especialmente el caserío Gisasola, casa solar provista de escudo. Igualmente se han destacado el caserío Barrenetxe y el caserío Mandiola Azpikoa, realizada, tal y como reza una inscripción, en 1818. El caserío Zuazola tendría su origen a mediados del XVI, efectuándose una reconstrucción integral a fines del XVIII, además de contar con anexos recientes. La ermita de la Magdalena es una sencilla construcción rectangular que en origen desempeñaría una función hospitalaria. En cuanto a la ermita de Santa Cruz, es también una realización de enorme modestia, conociéndose su existencia cuando menos para fines del siglo XIX. Ya en el barrio de Aginaga, sobresale la Iglesia de San Miguel Arcángel, realización del siglo XVIII en su mayor parte, de planta rectangular y provisto de torre y pórtico adosado. Alberga una pila bautismal de fines del románico o principios del gótico, situándose en el retablo mayor, junto a la imagen neoclásica del titular, una talla gótica de la Virgen perteneciente a los inicios del siglo XV. La ermita de San Román es de planta rectangular, encalada y con un pequeño atrio. Es una construcción modesta, destacando si acaso el acceso de medio punto. El caserío Suinaga, por su parte, es una realización del siglo XVIII. En Azitain encontramos la iglesia de Andra Mari, de planta rectangular y nave única, con un Cristo Crucificado del siglo XIII o XIV en su interior. El palacio de Unzueta es una realización de mediados del siglo XVII que envolvía la antigua torre. Destaca su fachada principal, con cuatro huecos en otras tantas plantas y escudo central. El hecho de que cuente con una función educativa ha motivado importantes variaciones en su interior. El caserío Orbe mantiene elementos propios del gótico, con arcos ojivales, mientras que el caserío Untzeta posee un escudo en su fachada principal. Otaola cuenta con la ermita de San Salvador, modesta obra provista de atrio de madera, habiéndose destacado igualmente el caserío Egiguren, dada la presencia de una torre adosada al conjunto.

ICE

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