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ARELLANO

Al igual que otras localidades del valle de la Solana, Arellano presenta un recinto urbano irregular originado por las características naturales del terreno. Debido a estas condiciones su caserío se divide en los denominados Barrio Bajo y Barrio Alto. La villa tuvo un antiguo pasado romano del que se pueden apreciar varios restos guardados en el Museo Arqueológico Nacional y en el Museo de Navarra.

Fruto de su pasado medieval, Arellano guarda importantes elementos arquitectónicos de orden civil. Todas estas construcciones se realizan en sillarejo y piedra de sillería, si bien han sufrido notables modificaciones en siglos posteriores. Destacan en la localidad varios edificios del siglo XVII. Entre ellos una vivienda situada en la calle San Román. Distribuye su fachada en dos cuerpos separados mediante una línea de imposta. Ambos cuerpos presentan ventanas adinteladas y de medio punto. Se remata el conjunto mediante ático. Sobre éste se desprende un robusto alero de madera en el que sus ménsulas aparecen decoradas con motivos geométricos. Esta tipología constructiva se repite en otras viviendas de la población. El repertorio de escudos barrocos es amplio y variado.

Aparte de la antigua muralla destaca como elemento civil de carácter defensivo la torre atalaya. De aspecto similar a la de Artajona, su construcción data del siglo XI. Se trata de una sencilla construcción de planta cuadrada realizada en sillería. En un solo cuerpo sin líneas de división presenta una portada románica de medio punto con robustas dovelas.

Iglesia de San Román. Ubicada en el barrio Alto, es un edificio de piedra de sillería en el que sobresale la torre construida en la cabecera. Comienza su edificación durante la primera mitad del siglo XIII, si bien sus reformas más significativas se demoran hasta el siglo XVI. En su fábrica se mezclan los estilos cisterciense, gótico y renacentista. Presenta nave rectangular dividida en tres tramos de diferente tamaño. Los capiteles de estos tramos se decoran en el siglo XIII mediante motivos vegetales de influencia cisterciense. En el siglo XIV se prolonga la nave y se dota a la cabecera de forma pentagonal. La cubierta de los tramos de la nave se soluciona mediante bóvedas de crucería de robustos nervios, cuyo peso lo soportan arcos fajones que descansan sobre capiteles lisos. La cabecera aporta una cubierta de ocho nervios con triple tramo de bóveda de crucería. En el siglo XVI en la zona de los pies se ubica el coro, cuyo alzado lo soporta un gran arco rebajado que descansa sobre capiteles decorados mediante bolas de estilo Reyes Católicos.

Externamente se presenta como una construcción de sillería en la que se aprecian las diferentes fases constructivas. Entre los elementos de la estructura externa sobresale la portada principal, de factura gótica; se ubica en el lado de la Epístola y consiste en un arco apuntado que se abocina mediante cinco arquivoltas que descansan sobre capiteles de pequeño tamaño, decorados mediante motivos vegetales, que a su vez se prolongan sobre columnas de fuste liso. Rompe la horizontalidad del conjunto la torre situada en la cabecera. Su esbelto alzado de tres cuerpos fue realizado durante el siglo XVIII. Sobre dos cuerpos lisos separados mediante sendas cornisas, se alza un tercer cuerpo octogonal de menor tamaño que mediante cuatro arcos de medio punto efectúa las funciones de campanario. Sobre este cuerpo se superpone sobre una base en forma de pirámide, una linterna que repite las proporciones del tercero de los cuerpos pero en tamaño reducido.

El retablo mayor es de estilo romanista y fue realizado en 1651. Presenta dos cuerpos articulados mediante columnas de orden corintio y compuesto. Se remata el conjunto a través de un ático sobre el que se eleva un frontón curvo abierto. Discurren por calles laterales del retablo relieves romanistas de gran calidad, con escenas de la vida de Cristo. La expresividad y el estudio de pliegues son característicos del romanismo influenciado por Gregorio Fernández.

Otros retablos de menor importancia son los dedicados a la Virgen del Rosario y San Veremundo. El primero de ellos data de finales del siglo XVII. De pequeña envergadura, se ubica en el lado del Evangelio. Sobre un banco decorado se alza su único cuerpo articulado mediante columnas salomónicas. En la hornacina central se aloja una imagen de imagen de la titular, de estilo romanista del siglo XVII. El retablo de San Veremundo es barroco y data de la segunda mitad del siglo XVII. Su composición se centra en un solo cuerpo de columnas dobles de orden dórico. En el arco de medio punto que surge entre las columnas se distribuyen las reliquias del titular del retablo incluidas en un pequeño arca del siglo XIX.

Ermita de la Virgen de Unzizu. Su construcción se remonta al siglo XVI, si bien la reforma barroca del siglo XVIII conformó su estado actual. La ermita presenta planta de cruz latina. La nave se divide en tres tramos, con un crucero de amplios brazos laterales y se prolonga hasta la cabecera pentagonal. En el exterior aparece como un sobrio edificio horizontal de sillarejo reforzado con cadenas de sillería en esquinales. En sus muros se abren pequeñas ventanas adinteladas. La portada de ingreso se sitúa en un muro lateral, al lado de un pequeño contrafuerte; se dispone mediante un arco de medio punto de robustas dovelas. En el interior se hallan los retablos de San Andrés y San Veremundo, ambos barrocos del siglo XVIII. Destaca la talla gótica avanzada de la titular de la ermita, perteneciente al siglo XIV.

Fernando GARCÍA NIETO