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Colombia

En 1750 nacería del tronco de Bernat de Ezpeleta, José de Ezpeleta y Galdeano, cuya carrera, por bondad de sus actos, habría de dejar un vínculo grato en la historia virreinal americana del Nuevo Reino de Granada. De grado en grado, este mandatario del Gobierno colonial de Colombia, a los 25 años, es nombrado teniente coronel. Transcurrido algún tiempo, en tierras americanas, en lucha contra el inglés, le vemos de Capitán General de Cuba. Apenas cumplidos los 29 años, asciende a Mariscal de Campo. Fue un gobernador progresista, inquieto, avanzado y moderno en su época. Ya en La Habana, el futuro virrey del Nuevo Reino de Granada se destaca como organizador del comercio y urbanizador de ciudades. La capacidad administrativa de José de Ezpeleta y Galdeano se deja sentir sobre todo en Colombia cuando entra de Virrey, en Santa Fe de Bototá, lleno del boato del siglo XVIII.

En la metrópoli aprendió la pompa y la fastuosidad palaciegas con que rodeó a su pequeña corte santafereña. Esa era la forma externa. El fondo sólido se traslucía en sus dotes de hombre público, positivo y ejecutor, que coincidían con las cualidades y el espíritu de su progenitura vasca. José de Ezpeleta y Galdeano, el gobernante colonial de fines del siglo XVIII, realizó obras valiosas y perdurables en sus siete años de Capitán General, Gobernador y Virrey. Dado a las letras y a las artes, fundó "La Tertulia Eutropélica", especie de reunión pre-enciclopedista. Ezpeleta sacó el primer periódico de Nueva Granada, titulado "El Papel".

Abrió escuelas primarias y organizó un teatro. El sabio Mutiz encontró apoyo decidido en este virrey para la explotación de la flora del territorio de la actual Colombia y para la exploración de las minas del Darién. Fue hacendista y se distinguió por la realización de obras públicas. Durante su gobierno, Juan José D'Elhuyar, el descubridor del tungsteno en el seminario de Vergara, explora la minería de plata en la Cordillera Central colombiana. Ezpeleta atendió así, con especial interés, los problemas de las poblaciones indígenas en las misiones. Antes hubo virreyes residenciados y condenados por sus malos y venales gobiernos. Cuando Pedro de Mendinueta, otro virrey vasconavarro, llamó al pueblo para que presentara sus cargos contra Ezpeleta, no se oyó una sola queja de los habitantes del Nuevo Reino de Granada.