Monarkia eta noblezia

Carlos III de Navarra El Noble

A la sombra de un rey pacífico y amante de las artes. Si su padre, atenazado por las continuas necesidades materiales, supo, sin embargo, reservar siempre algo de su tiempo y posibilidades al goce de la música y artes plásticas, en mucha mayor medida lo hizo el pacífico Carlos III, cuyo destino natural parecía ser el de un mesurado catador de lujo y de placeres. Decantado en las refinadas cortes francesa y castellana, su gusto le llevó a rodearse de músicos, juglares, pinturas, tapices y joyas, a vestir ricos paños, sedas y pieles, a comprar libros valiosos bellamente iluminados y a morar en palacios de marchamo pre-renacentista. Sus desplazamientos iban siempre precedidos de un cúmulo de preparativos, entre los cuales, uno de los principales era el del transporte de enseres, regalos y objetos suntuarios. Su tumba en la catedral de Pamplona fue tal vez su más fastuosa morada y revela el cuidado con el que preparó su último viaje. Dicha catedral recibió su continuada ayuda: desde 1394, año de la colocación de la primera piedra, y sobre todo, desde 1397, en que le cedió la vigésima parte de sus rentas durante 12 años. D. Carlos se encargó principalmente de la parte del Evangelio, el obispo Martín de Zalba de la capilla de San Martín y el cabildo del coro de madera.

Otras empresas de este rey constructor fueron el palacio de Olite y de Tafalla, así como el castillo de Tudela, más las obras efectuadas en las residencias reales de Puente la Reina, Monreal y Sangüesa.

"Alrededor de la corte -dice Castro- vive todo un mundo de pintores, escultores, iluminadores de libros, argenteros, tapiceros, etc.".

Desde 1396 cuenta, además, la Corte navarra, con una capilla musical de primerísima categoría a escala europea cuyos primeros cantores procedieron de la capilla real aragonesa y, con anterioridad, tal vez de la capilla papal de Avignon: Bernart Duprat, Huget lo Franch, Gournay, Colinet le Forestier y Comin. Posteriormente llegaron el tenor Beraut y los chantres aviñoneses Johan y Guyot. Al año engrosaron el contingente Petrico de Monreal, Bartolomeo, Briquet, Guillem, Michelco, Fundamenta y Johan Robert. En 1399 aparecen cantando Beltrán de Lacarra, Pierre de Venecia, Tirion de Chierne y Enekot de Sangüesa. Al final de su reinado predominaban ya los niños cantores y los músicos autóctonos como García de Abárzura, Joanicot de Lantabat, Joanico de Lasaba y García de Asiain. Desgraciadamente, Carlos III, a pesar de su sensibilidad y preocupaciones artísticas, no fue capaz de fundar la Universidad que su padre proyectara, limitándose a proteger y enviar a diversos estudiantes a las universidades europeas.