Emigrante, militar y comerciante, nació el 25 de junio de 1796 en el barrio de Mello, Santurce (Bizkaia). Falleció en Motevideo el 12 de junio de 1852.
Hijo de Manuel de Artagaveytia y Maria de Urioste. Se casó el 2 de noviembre 1828 en la Catedral de Montevideo con María Josefa Gómez Calvo, con quien tuvo 10 hijos. Establecido en Montevideo (Uruguay) en 1814, fue exitoso propietario de una empresa lanchonera en la que solo trabajaban vascos, siendo también el constructor y concesionario del faro de la Isla de Flores.
Fue teniente en la compañía de granaderos del batallón de Milicia Activa de infantería desde el momento mismo en que se organizaron las guardias nacionales, ascendiendo a capitán el 19-6-1833, grado con el cual participó en la represión del alzamiento del general Antonio Lavalleja (1834). Seguidor del partido del Brigadier general Manuel Oribe, fue electo diputado por el departamento de Colonia en 1835.
Cuando el general Fructuoso Rivera usurpa el poder en 1838, y el segundo presidente constitucional del Uruguay, Manuel Oribe, se exilia en Buenos Aires, Ramón de Artagaveitya se convierte en el enlace en la capital uruguaya, actuando en la margen argentina el antiguo ministro Antonio Díaz. Este último, recibe en su exilio bonaerense dinero y consejos del santurzano, con al finalidad de ultimar los detalles de un próximo ataque marítimo a la ciudad, proyecto que estaba amparado por el general argentino Rosas, pero que nunca llegó a concretarse.
Cuando el general Oribe se dirigía a Montevideo para tomar la ciudad, le escribe, en enero de 1943, a Artagaveitya avisándole que necesitará de él. Iniciado el Sitio (16-2-1843), al santurzano, ya con el grado de coronel, se le encomienda el reclutamiento de sus compatriotas, cosa que no resultaría difícil, dado que muchos de los recién inmigrados habían combatido en filas carlistas y se reencontraron en Uruguay con sus antiguos jefes y compañeros. Creada la fuerza, se le llamó batallón de Voluntarios de Oribe u Oribe- Erri, integrado casi en su totalidad por inmigrantes vascos del País Vasco peninsular.
Terminada la contienda, muchos vascos se negaron a aceptar el armisticio, por lo que el representante del Reino de España debió intervenir para desarmar a los insubordinados.
Aunque al fin de la guerra se estableció que no había ni vencidos ni vencedores, el coronel Artagaveitya, entristecido por lo que consideraba una derrota, fallecía en Montevideo apenas diez meses más tarde.