Prosopografía de la emigración vasca. Eclesiástico nacido en Arroiabe (Álava), en 1756. Se graduó en la universidad de Salamanca. Fue primero capellán de la Armada; luego catedrático en Salamanca, fiscal y vicesecretario del obispado de Plasencia; obtuvo más tarde una canonjía en la Colegiata de Villafranca del Bierzo, donde alcanzó el empleo de provisor y vicario general. De ahí pasó a la diócesis de Mallorca, donde ejerció como promotor fiscal de la Inquisición.
En enero de 1800 fue nombrado obispo de La Habana (Cuba). Llegó a su sede el 25 de febrero de 1802 y al día siguiente fue consagrado en la catedral. Ocupó la mitra durante treinta años y ha dejado el mejor recuerdo en la historia de Cuba por su carácter ilustrado y emprendedor. A él se debe la construcción del primer cementerio de La Habana, (que durante muchos años llevó su nombre). Promovió la difusión de la vacuna de la viruela; asignó rentas a las escuelas e instituciones benéficas; contribuyó a la reforma de los estudios universitarios, especialmente en el Colegio Seminario de San Carlos, adonde hizo traer costosos aparatos para las clases de hidrostática, magnetismo, electricidad y astronomía. Fue director de la Sociedad Económica de Amigos del País. Llegó a enfrentarse a la oligarquía habanera por su postura antiesclavista, justo en la época de mayor auge de ese triste comercio.
Fue un prelado exigente en lo que se refiere a la disciplina del clero, muy relajada en su diócesis, lo que le costó no pocos enfrentamientos con su presbiterio y con algunos miembros de las Órdenes religiosas. Como auténtico ilustrado, no veía con buenos ojos los institutos religiosos y llegó a felicitar al gobierno del trienio liberal cuando éste decretó, en 1821, la supresión de órdenes y conventos masculinos, orden que él mismo se apresuró a aplicar en su diócesis. Esta imprudente toma de posición política le valió ser acusado de jansenista ante la corte por sus enemigos, sobre todo miembros del clero regular, acusación que también provocó un proceso contra él en la Santa Sede.
El obispo Espada falleció en La Habana el 13 de agosto de 1832.
Juan Bosco AMORES CARREDANO
Profesor de la Universidad del País Vasco / E.H.U.
En enero de 1800 fue nombrado obispo de La Habana (Cuba). Llegó a su sede el 25 de febrero de 1802 y al día siguiente fue consagrado en la catedral. Ocupó la mitra durante treinta años y ha dejado el mejor recuerdo en la historia de Cuba por su carácter ilustrado y emprendedor. A él se debe la construcción del primer cementerio de La Habana, (que durante muchos años llevó su nombre). Promovió la difusión de la vacuna de la viruela; asignó rentas a las escuelas e instituciones benéficas; contribuyó a la reforma de los estudios universitarios, especialmente en el Colegio Seminario de San Carlos, adonde hizo traer costosos aparatos para las clases de hidrostática, magnetismo, electricidad y astronomía. Fue director de la Sociedad Económica de Amigos del País. Llegó a enfrentarse a la oligarquía habanera por su postura antiesclavista, justo en la época de mayor auge de ese triste comercio.
Fue un prelado exigente en lo que se refiere a la disciplina del clero, muy relajada en su diócesis, lo que le costó no pocos enfrentamientos con su presbiterio y con algunos miembros de las Órdenes religiosas. Como auténtico ilustrado, no veía con buenos ojos los institutos religiosos y llegó a felicitar al gobierno del trienio liberal cuando éste decretó, en 1821, la supresión de órdenes y conventos masculinos, orden que él mismo se apresuró a aplicar en su diócesis. Esta imprudente toma de posición política le valió ser acusado de jansenista ante la corte por sus enemigos, sobre todo miembros del clero regular, acusación que también provocó un proceso contra él en la Santa Sede.
El obispo Espada falleció en La Habana el 13 de agosto de 1832.
Juan Bosco AMORES CARREDANO
Profesor de la Universidad del País Vasco / E.H.U.