Pintoreak

Bosco Rivero, Venancio

Pintor y acuarelista nacido en Castro-Urdiales (Santander), el día 30 de agosto de 1926, fallecido en la misma localidad en 1983.

De padre italiano, su infancia se desarrolló con ciertas intermitencias entre España e Italia, principalmente en Turín, donde en aquel lugar y momento, y fuera de otras tendencias europeas menos desarrolladas, recibió sus ideas estético-culturales, entre dos latitudes, la italiana, altamente artístico-naturista, con un fuerte sentido de la fuerza y la voluntad, y la española, recia, intuitiva, de costumbres seculares ligadas a las tradiciones.

Efectuó estudios comerciales en la Escuela de Comercio de Bilbao, lo cual trajo consigo una pausa en su devenir artístico, una preparación para los negocios y para el desarrollo de la industria que poseía su padre. Estudió lenguas, filosofías orientales y música, sobre todo de piano y acordeón, que complementó con fotografía artística, composición literaria, y otras expresiones relacionadas con el arte.

Desde finales del año 1973 y por diferentes conceptos se integró dentro de los grupos vascos, a los cuales le unen antepasados y una cierta identificación artística: Asociación de Artistas Vascos, Agrupación de Acuarelistas Vascos y otros.

Es Premio Nacional y ha sido seleccionado en distintos certámenes y expresiones artísticas, figurando obras suyas en distintas colecciones de España, Europa y América.

En opinión de Luis de Lázaro Uriarte:

"Las acuarelas de Bosco, engastadas en coloraciones expansivas, controladas y embridadas con justeza en su marco de gamas y valores armónicos, dan esa impresión simultánea de latido cromático, de vibración musical cuyo lirismo no es incompatible con rigurosas ordenaciones plásticas sometidas a entonaciones generales sin cabo suelto. Dentro de sus cálidos alardes de color, siempre modulados en riqueza evidente de tintas enterizas, semitonos y acordes sutiles, nuestro artista patentiza en toda circunstancia su congénita capacidad para obtener acentos superlativos que confieren profundidad, más interna que externa, a su pentagrama cromático. Es de ver y de admirar en este castreño de progenie vasca e italiana, su notoria receptividad a los matices y fundidas gradaciones del agua y de los huidizos colorantes que casi siempre suelen traicionar y embarrarse en manos poco hábiles."

En El Correo Español-El Pueblo Vasco de Bilbao, 20-11-1976, Maria José Arribas opinaba:

"Bosco consigue con su trabajo dar nueva vida a la acuarela, género desprestigiado por el estancamiento general de los artistas que la utilizan. Bosco se sirve de la acuarela, investiga sus posibilidades, no se deja dominar por el medio, sino que en cada obra nos ofrece su fuerza personal, su visión y sentimientos. Sus cuadros ejercen atracción por lo que expresan, más allá de la imagen misma. Son piezas en que la materia es el hilo conductor para llevar al espectador a ver otras cosas, o, al menos, a entenderlas de una forma diferente. La imagen visible es como un reflejo mental, lo que está en relación muy directa con la concepción oriental del arte. El resultado final es siempre chocante e inquietante, con unas armonías diferentes a las habituales."