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AULESTI

Distribuido en dos grandes zonas, el núcleo central y administrativo del municipio y las barriadas circundantes (Ibarrola, Urriola, Narea, San Antón, Goiherri, Zubero, Malats y Anguiz), Aulesti está articulado en torno a la vida rural que se desarrolla en todo el valle. La Puebla de Aulesti, ordenada a ambos lados del camino que lo atraviesa y las aldeas que componen la denominada Anteiglesia de Murélaga, más dispersas y descentralizadas, conforman un conjunto homogéneo de hábitat de tradición medieval y adaptado a la geografía que lo conforma.

Patrimonio religioso
De planta rectangular, rota únicamente por la torre-campanario que a los pies da entrada al templo, la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista es un buen ejemplo de las llamadas iglesias de salón o Hallenkirche, las cuales aún estando divididas en naves (tres en este caso), se caracterizan por tener la misma altura en todas ellas. Es una fábrica que se comenzó a construir en 1587 y no se finalizó hasta 1640, demostrando su transición estilística al compartir elementos propios del renacimiento y barroco. De magnifica sillería, cubierta a cuatro aguas y reforzada en todo su perímetro con estribos en talud, recorre su cornisa una moldura de tipo barroco, marcada también en su torre, aunque ésta de mayor altura que el resto del edificio está dividida en dos partes por dicho adorno. La parte baja alberga un pequeño pórtico en arcos apuntados con arista matada y línea de imposta lisa marcando su arranque, que en el interior se encuentra cubierto con bóveda de terceletes, siendo el preludio del ingreso en arco de medio punto muy bien dovelado, sobre el cual una hornacina acoge una imagen del santo en advocación. Otra imposta de placa lisa divide este cuerpo en dos, siendo esta segunda parte el tránsito hacia la zona alta, la reservada a campanario, la cual mediante arcos de medio punto acoge en número de cuatro, las campanas del templo. También dividida en dos tramos por imposta igual que las anteriores, se remata con la misma cornisa que el resto del edificio y tejadillo a cuatro aguas culminado en sus extremos por pináculos de bola. Su interior está abovedado con terceletes en todos sus tramos y naves, divididos éstos por arcos de medio punto, que en el centro se soportan sobre grandes columnas toscanas y en los laterales sobre ménsulas salientes de los muros perimetrales. Ocupa su cabecera, cubierta en bóveda de horno dada su estructura absidial, un retablo barroco perfectamente adaptado a su traza. Tiene vanos adintelados sólo a lo largo del muro sur, uno en cada tramo de las naves y a sus pies un gran coro enmarca el ingreso desde el interior con un arco escarzano en la nave central y dos de medio punto moldurados en las laterales.

El retablo del altar mayor es la pieza más sobresaliente del mobiliario. De factura claramente barroca con influencia rococó (siglo XVIII), está compuesto por tres calles, sobre sotabanco y predela y divididas por columnas acanaladas decoradas con guirnaldas, calles que albergan imágenes de San Pedro, los Santos Juanes (sobre un Cristo Crucificado) y San Pablo. El ático está dispuesto de forma que ocupa la bóveda de horno del ábside y contiene imágenes de San Antonio Abad, San Isidro Labrador y ocupando el hueco central una Asunción, custodiada por ángeles. Además de éste, la amplitud de la iglesia da pie a albergar numerosos retablos menores, como son: en el lado de la Epístola, el llamado retablo de las Ánimas del Purgatorio (con imagen de la Virgen del Carmen), el del Sagrado Corazón, el de San Roque, el de San José, con una buena talla del santo, el de la Dolorosa y el de San Juan Evangelista (ambos del siglo XIX); en el lado del Evangelio, el retablo del Rosario, otro de la Virgen del Rosario, de finales del XVI y romanista, el de San Pedro, rococó y de importancia artística destacada y el del Sagrado Corazón, de fines del siglo XIX. Una imagen de la Virgen del siglo XVIII, la talla de San Juan Bautista de la hornacina del pórtico, hispano-flamenca del XVI, y dos frescos bajo el coro completan el repertorio sagrado de importancia. La sillería neoclásica del coro y el púlpito en el lado epistolar, de la segunda mitad del siglo XVII, es cuanto se puede analizar de piezas mobiliarias funcionales.

La religiosidad del municipio, no sólo queda de manifiesto en su grandiosa parroquia, si no en la gran cantidad de ermitas que jalonan su territorio (un total de nueve). Están casi todas en las barriadas de alrededor del centro, ocupando el casco urbano únicamente un pequeño humilladero, la Ermita de Jesús Crucificado, de planta rectangular, a cuatro aguas y mampostería salvo esquineros. La cierra una celosía de madera enmarcada entre dos columnas seudotoscanas y su interior alberga retablo y talla de una Piedad manieristas. En Ibarrola-Urriola (véase) están la de San Juan de Murla, la de San Pablo y la de Santa María Magdalena, en Narea (véase) San Vicente, en Zubero-Malats (véase) San Lorenzo y San Martín, en San Antón-Goiherri (véase) San Antonio Abad y en la cima del monte Urregaray la Ermita de Santa Eufemia un edificio popular del año 1703 que fue reedificado en 1825, con tejado a dos aguas, planta alargada y mampostería. Tiene dos accesos adintelados en los muros norte y sur y a los pies un cuerpo adosado al muro contiene un arco de medio punto con la imagen de la santa advocada. El cementerio culmina el patrimonio religioso. Un recinto construido a mediados del siglo XIX, neoclásico, con ingreso adintelado enmarcado por arco escarzano ciego, con la clásica inscripción Pater Noster en su tímpano. De sillería, su parte alta remata en cruz de piedra en el centro y dos pináculos piramidales en los extremos. En su interior, la capilla, muy clasicista, con dos columnas toscanas in antis es lo destacable.

Patrimonio civil
La arquitectura culta viene definida principalmente por los edificios que se encuentran en el casco urbano. El Palacio de los Ibáñez de Aldecoa conserva aún vestigios de su pasado militar como casa-torre, aunque las reformas posteriores lo han transformado de forma significativa. De planta rectangular, tejado a dos aguas y cuatro alturas, incluida la ganbara, su fachada principal todavía conserva la sillería renacentista en las dos primeras plantas, el resto enlucido posterior, posiblemente del siglo XIX. Tres son los elementos a destacar: los dos accesos, uno en arco de medio punto y otro carpanel, ambos de buen dovelaje, y un escudo entre columnas cajeadas sobre el ingreso principal. El Palacio de Aulestia, cercano, tiene en el frente lo más característico, ya que el resto de fachadas están muy rehechas. Ésta combina sillería y sillarejo, y su acceso descentralizado en arco apuntado lo data en época gótica, así como alguna saetera que se puede apreciar en su fisonomía. El número 56 o Casa de Donato Lekue podría incluirse también dentro de esta clasificación, ya que es un edificio neoclásico, con claro propósito de arquitectura culta. De tres alturas y tres ejes, planta rectangular y tejado a dos vertientes, presenta balconadas en los pisos altos sobre ménsulas. De sillería, los pisos vienen marcados por impostas y tiene tres ingresos, los laterales en arco carpanel y el central en medio punto. La Casa-torre de los Aulestia, a la salida, muy reformada y entre dos construcciones anexas, aún conserva un vano geminado en arcos apuntados con decoración y ménsulas en su parte alta en una de sus fachadas, como soporte de algún elemento en voladizo ya desaparecido. Tiene planta cuadrada y actualmente se cubre a dos aguas. El resto de los edificios que siguen la calle principal, aunque no cultos, si tienen como generalidad un buen acabado arquitectónico y estilístico, destacando la masiva confluencia de fábricas de tipo neoclásico. En el barrio de Anguiz está la denominada Torretxu, vestigio de casa-torre, con su planta cuadrada y altura destacable como manda la tradición militar bajomedieval. Su acceso adintelado sobre patín presenta un escudo con las armas de los Múgica.

El Ayuntamiento, de estilo neoclásico, del siglo XVIII, está situado en el centro del casco urbano de Aulesti, frente a la Plaza Pública y la Iglesia Parroquial. Se trata de un edificio de planta rectangular, tres alturas, tejado a cuatro aguas, muy sobrio y característico para las funciones que fue concebido. Con un enorme pórtico en la parte baja emplazado por una gran arcada de medios puntos de buen sillar, tiene un sistema de vanos completamente regularizado en sus fachadas suroeste y noroeste. Marca la transición hacia el primer piso, en ellas, una línea de imposta a la que se superponen el gran balcón corrido del paño central y los más pequeños de los laterales en los que se divide la fachada principal. Las dos fachadas restantes mucho más rústicas conservan al igual que las otras el sillar visto en recerco de vanos y esquineros, pero sin remate, más tosco. Está enlucido y pintado en color rosáceo, y posee en el piso alto del frente, centralizada, una placa que le da un aire más culto.

Puentes y fuentes integran también el patrimonio, donde destacaremos el Puente del barrio de Anguiz, renacentista del siglo XVI. Un pequeño elemento de un solo ojo de medio punto y perfil alomado, todo él de sillería. Dos fuentes neoclásicas, ambas del siglo XIX, una en el centro de la Puebla de Aulestia, de forma cúbica, sillería y coronada con un pináculo achatado y otra cerca del cementerio, ésta en columna y también de sillería. Por último citar los restos de arquitectura preindustrial que aún resisten en el municipio, como son, una calera en el barrio de Anguiz, de mampostería y con restos del horno y también en esta barriada la Nevera de Olabarria muy deteriorada. Varios son los molinos del municipio, sobre todo en la zona Ibarrola-Urriola (véase), aunque conviene destacar en la zona baja del valle, uno en el área del casco urbano, Erreka-errota, se usa de serrería y conserva parte de su pasado y otro en Anguiz, Anguiz-errota, del siglo XIX y que también tiene elementos estructurales de interés.

Restos del caserío Arnoriaga, a destacar su blasón custodiado actualmente en la iglesia parroquial.

Manu CASTAÑO GARCÍA