Lekaide eta lekaimeak

Alcíbar-Arichuluaga Iriondoceceil, Francisco

Eclesiástico nacido en San Andrés de Etxebarria, Bizkaia, el año 1876. Falleció el 26 de marzo de 1955 en Rosario, siendo su muerte ampliamente recogida y sentida en los círculos vascos de Argentina.

Inició sus estudios en 1895 en el seminario diocesano de Vitoria, pero en 1900 decidió interrumpirlos, para trasladarse a Uruguay. En varias de las fuentes que hemos manejado, se indica que era su pasión por el juego de pelota vasca -en el que era un maestro consumado, conocido en el mundillo con el apodo de "Estudiante de Markina"- lo que le llevaría a la incomprensión de su prelado y, por tanto, a su marcha del País Vasco. Sin embargo, muy posiblemente haya que buscar en este enfrentamiento y su radical solución el primer ejemplo de exilio en América de un eclesiástico acusado o cercano al nacionalismo vasco, entonces en pleno nacimiento como ideología conformada y organizada. Hay que hacer constar, no obstante, que en sus diferentes lugares de residencia en América siguió practicando habitualmente la pelota, sin perder nunca (ni siquiera en su vejez) su bien ganada fama de maestro en este deporte.

El hecho es que, desde agosto de 1900, Francisco Alcibar-Arichuluaga se encuentra en Montevideo, incardinado en la archidiócesis, donde recibe la ordenación sacerdotal el día de nochebuena de ese mismo año, y comienza el siglo con el cargo de teniente cura de la parroquia montevideana de la Aguada. En 1902 se le localiza actuando como teniente cura en Mercedes (Soriano).

En 1911, sin embargo, abandonará Uruguay para trasladarse a Rosario (Santa Fe), en Argentina, donde residían parientes lejanos suyos (los Arichuluaga, de Markina). Rosario será el lugar donde radique definitivamente su residencia: comenzó siendo vicario parroquial -teniente cura- en iglesia matriz de Rosario. En marzo de 1916 se ausentó por espacio de ocho meses a su tierra natal; tras su vuelta desempeñó -siempre en la ciudad de Rosario o en su entorno- los cargos de capellán del Asilo y del Hospicio de Huérfanos, capellán interno del colegio Santa Unión de las religiosas de los Sagrados Corazones, vicario sustituto de la parroquia Inmaculada Concepción, capellán del pensionado de las franciscanas misioneras de la Inmaculada Concepción, cura párroco de Santa Teresa de Jesús en la localidad de Santa Teresa, y desde julio de 1948, vicario cooperador en la parroquia San Antonio de Padua, en el barrio Belgrano de Rosario.

Sin embargo, en Rosario no sólo se dedicó a sus actividades de apostolado sacerdotal, sino que tuvo un papel destacado, primordial, en la constitución del centro vasco de la ciudad: el Zazpirak Bat, el primero de Argentina formado por nacionalistas vascos, que reflejaba en sí los postulados teóricos y prácticos de esta ideología (por ejemplo, en su propio nombre). En 1912 fue uno de los impulsores (junto con otros tres sacerdotes de declarada ideología nacionalista y seis destacados militantes del Partido Nacionalista Vasco) de las primeras fiestas vascas celebradas por la colectividad, en conmemoración de San Ignacio, a raíz de las cuales surgió la formación del propio centro. No en vano se hicieron las reuniones preparatorias en la propia iglesia matriz -luego catedral- de Rosario, donde trabajaba él en aquellos años.

Francisco Alcíbar-Arichuluaga será, hasta su fallecimiento, un personaje clave en el devenir diario del centro, especialmente en los años cercanos a 1920, cuando surgen en toda su crudeza las luchas internas entre "nacionalistas" y "españolistas" por el control del Zazpirak Bat. Fue organizador y asistente habitual a las fiestas de San Ignacio organizadas por el centro (prácticamente no hay, en la revista La Baskonia, reseña de tales fiestas en que no se le haga mención), e impulsor de buena parte de sus actividades cotidianas. Llega incluso a ser habitual verle oficiar en actos sacramentales como bautizos, bodas o funerales de vascos residentes en Rosario. Sin embargo, y siguiendo la práctica habitual que observamos entre los eclesiásticos, nunca fue socio "oficial" (sólo, en sus últimos años, llegó a serlo de forma "honorífica"). En todo caso, es innegable el papel directivo -en la sombra- que jugó, junto con el resto de los sacerdotes y laicos componentes del grupo fundacional, en la consolidación y marcha posterior del centro.