Udalak

ARRASATE/MONDRAGÓN

El casco histórico de la villa mantiene en gran medida su trazado medieval, conservándose algunos tramos de su muralla en diferentes viviendas, aspectos éstos que ilustran claramente la pujanza de la localidad desde su origen hasta el siglo XVI principalmente.

Dentro de la mencionada zona se halla la iglesia parroquial de San Juan, edificio gótico de planta de salón con tres naves y otros tantos ábsides, con los característicos pilares centrales con columnillas adosadas y sencillas bóvedas de crucería. Aunque iniciada en el siglo XIII, su finalización se demoraría cuando menos hasta la siguiente centuria, erigiéndose en el siglo XVI su torre, edificada por Jacobo de Albistur en 1520, y un siglo más tarde su sacristía.

En su interior sobresale su espectacular sillería del altar, caso excepcional en la provincia, por cuanto se trata de la única sillería gótica conservada, adornada con rostros muy expresivos, labor de talla ciertamente destacable tanto por su cronología como, íntimamente ligada a ella, la incidencia que posteriormente podría haber tenido en la zona desde parámetros puramente artísticos.

Por otro lado, también cuenta con un retablo colateral de carácter romanista, bajo la advocación de la Virgen del Rosario, dorado por Pedro Ruiz de Barrón en 1626, mientras que en el lado de la epístola se sitúa un mueble rococó dedicado a la Virgen de la Soledad. No ha llegado hasta nuestros días el retablo mayor, ejecutado en 1628 por Pedro de Ayala, reemplazado por un mueble neogótico a principios del siglo XX, retirándose este último en 1957. Además, en dependencias parroquiales se conservan diferentes imágenes de carácter procesional.

La plaza de la localidad, tal y como hoy la conocemos, es realización del siglo XVII, situándose en ella, al otro lado de la iglesia, la casa consistorial, construcción acometida ya en el siglo XVIII. Aunque en un principio se solicitara una traza a Ignacio de Ibero, sería finalmente Martín de Carrera quien asumiera esa labor, presentando su diseño en sesión del ayuntamiento celebrada en junio de 1755.

Finalizado el edificio en 1763, su planta es rectangular, con uno de sus lados mayores como fachada principal. En ella hallamos cinco arcos y uno hacia cada una de las calles laterales en su planta baja, las tres calles laterales unificadas con un balcón corrido en su planta noble, mientras que los vanos laterales se disponen individualizados y de forma simétrica, para en su última altura otorgar mayor importancia al muro en esas tres calles, potenciando además el eje central mediante el escudo de la villa que en parte se aloja en el frontón triangular que corona el conjunto. El uso de pilastras gigantes y la proporción entre los diferentes elementos de esta fachada no hace sino acrecentar su valía, acompañado por el acierto en la distribución interior, destacando la bóveda que cierra la escalera. Declarado Monumento Nacional de Euskadi.

En el propio centro de la localidad hallamos la casa Mendia, palacio urbano del siglo XVIII también, y que cuenta con una interesante galería. La calle Iturrioz alberga la que en su época fuera casa solar del linaje de los Bañez de Artazubiaga, edificio erigido a fines del XVI y cuya entrada se halla flanqueada por sendas pilastras. No es la única construcción a destacar en la zona, por cuanto en esa misma calle encontramos otros interesantes ejemplos, cuyo valor es perceptible en sus propias fachadas. También en la calle Ferrerías hay algún exponente señalado.

Además, la villa conserva dos portales o entradas a la misma, toda vez que el Camino Real pasaba por ella. De este modo, el denominado Portal de la Concepción se rehizo en 1773 según las trazas otorgadas por Juan de Zubía. El acceso se halla en el cantón de la calle Iturrioz, consistiendo en un arco de medio punto con un óculo sobre él y un remate de carácter mixtilíneo.

En cuanto al Portal de Abajo o Portalón, en 1780 fue trasladado a su ubicación actual, ya que la salida por Gazteluondo no era ya adecuada. Se trata de una obra de mayor riqueza que la anterior, por cuanto su remate es circular y se corona con tres jarrones, además de acoger el escudo de la villa en su centro, elemento éste que se aprovecharía del antiguo portal. Finalmente, y pese a sufrir algunas modificaciones, el arco existente en Zurgin-kantoi se mantendría en su lugar original.

Maala, Gazteluondo y Zarugalde son los arrabales con los que cuenta la población, apéndices del núcleo que resultan conocidos desde el siglo XV. En el primero de ellos, en Maala, destacan los palacios barrocos de Salinas y el de Oquendo.

También aquí se sitúa la iglesia conventual de San Francisco, debiéndose la fundación del convento en 1582 a Juan de Aroz de Uriarte y a su esposa María Asencio de Garibay. La iglesia fue erigida entre 1614 y 1633, labor desarrollada por Sebastián de Zárraga en un primer momento y Francisco de Larramendi después, siguiendo para ello la traza otorgada por Pedro Vélez de la Huerta. Su retablo mayor fue efectuado en 1695 por Ayesta y Larralde, quienes siguieron la traza otorgada por el franciscano Tomás de Arangoitia, siendo finalmente dorado en 1771 por Antonio Jiménez de Echeverría. Por lo que al cenobio propiamente dicho se refiere, hacia mediados del siglo XVII fray Lorenzo de Jorganes diseñaría algunas estancias, ampliando el claustro, además de hacer otras obras, entre 1667 y 1673 Nicolás López de Lagrán. Muy cerca de este edificio se halla la casa de Garibay.

Por su parte, en Zarugalde se halla el palacio de Monterrón, obra de mediados del siglo XVII y que posee planta cuadrada, destacando los dos escudos en la planta principal de su fachada, en la cual se abren diferentes vanos adintelados.

El municipio cuenta con varios barrios, en los cuales hallamos también manifestaciones artísticas de interés. Concretamente, en Bedoña se halla la iglesia de Santa Eulalia, que conserva dos ventanas románicas, mientras que su torre pertenece al siglo XVIII. Además, conviene destacar el caserío de Artazubiaga y Solozar, manteniendo éste elementos góticos en su estructura arquitectónica. Musakola, con la ermita de Andramarizuri, neorománica, es el barrio en el cual se asientan los caseríos Mojategi y Zabaleta, que se documentan ya en el siglo XVI.

En San Valerio sobresale la ermita del mismo nombre, construcción rectangular que data del siglo XV y en la cual puede apreciarse el recubrimiento pictórico de sus muros y cubierta, además del caserío Salturri, con una ventana geminada de arcos apuntados. En Uribarri se halla la iglesia de San Miguel, templo de nave única y bóvedas de crucería, con un acceso de carácter gótico que nos habla de la construcción primitiva.

También en Udala destaca la iglesia, bajo la advocación de San Esteban, obra de modestas proporciones, pero que, además de su acceso gótico, cobija una pila bautismal románica. En el mismo barrio se sitúan los caseríos Garaiko Haundi y Palazio, el primero con arcos carpaneles y el segundo casa solar provista del correspondiente escudo.

En Gesalibar sobresale la iglesia de Santa Agueda, obra de mediados del siglo XVI. Finalmente, en Garagarza encontramos la iglesia de Nuestra Señora de la Esperanza, con portada gótica, destacando en su interior el retablo de San Juan Bautista, San Miguel en origen, realización del segundo tercio del siglo XVI.

La escultura de carácter público tiene una presencia muy destacada en este municipio, limitándonos aquí a consignar algunas de las piezas más interesantes que podemos encontrar en sus calles. Así, en los jardínes de la Caja Laboral hallamos una obra de Jorge Oteiza, Arri ernai zaintzailea, efectuada en 1974, realización que correspondería a la serie del laboratorio de tizas. Enormemente sugerente es también la pieza que, carente de título, para el barrio de Bedoña efectuó en 1986 Koldobika Jauregi, representando la boca de un dragón. Ese mismo animal fantástico representaría Cobarini en 1981, pieza de bronce que se sitúa en la parque de Santa Bárbara.

Interesante es también la realización de James Francis que podemos apreciar en la plaza Muxibar, obra de mármol carente de título y efectuada en 1986. Por último, destaquemos las tres esculturas de Kepa Landaluze, de formulación similar dos de ellas .cronológicamente hablando, la primera y última- y con un resultado ciertamente reseñable. Las de la plaza Udala y el polideportivo Iturripe datan de 1987 y 1991 respectivamente, mientras que la situada en el barrio de Bedoña es de 1989.

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Ignacio CENDOYA ECHANIZ