Monarkia eta noblezia

Anibal

El novelista Navarro Villoslada recoge este episodio en su novela Amaya o los Vascos en el siglo VIII.

Pájaro de dulce canto,
¿Quién te retiene cautivo?
Ha días que tus gorjeos
no resuenan en mi oído.

Y no hay hora, no hay instante
que con ayes y suspiros,
no recuerde aquellos ecos,
regalo del pecho mío.

* * *

Pasó un dia el africano
delante de nuestros riscos;
nos vio, y dijo a nuestros padres:
"Valientes son vuestros hijos".

Y era verdad; y a nosotros,
que probárselo quisimos,
nos habló: "Voy contra Roma,
busco a vuestros enemigos".

Los mancebos contestamos:
"Anibal, vamos contigo;
pero llévanos delante,
y te abriremos camino".

Y a la hora en que se acuestan
las mujeres, nos partimos,
callados, por no turbar
su dulce sueño a los niños.

El mastín de los rebaños
no aúlla en torno al aprisco,
pues cree que al punto volvemos,
al vernos salir tranquilos.

Pasan días, pasan noches
lejos del valle nativo,
noche y día combatiendo
por el africano amigo.

El Ródano atravesamos,
más que el Ebro enfurecido;
cruzamos luego los Alpes,
más que el Pirineo altivos.

Y allí, como un torrente,
vencedores descendimos
e las campiñas de Italia
y a sus vergeles floridos.

Palacios de oro encontramos,
mujeres hermosas vimos;
pero ni damos por ellos
nuestra cabaña al olvido.

Ni valen aquellas hembras,
con sus joyeles y hechizos
lo que mi madre y hermana
y e! amor del pecho mio.

Dícenme que a Roma vamos,
donde el oro corre a ríos...
¿Qué importa? ¡Que se harten ellos!
Yo por mi valle suspiro.

Yo quiero ver a la hermosa
que me guarda su cariño,
y mi tierra está muy lejos,
¡y el tiempo es largo y sombrífo!

* * *

Pájaro de dulce canto,
cántame así de continuo.
Más desdichado que yo
nadie en el mundo ha nacido.

Perdí la hermosa a quien amo,
perdi mi valle nativo.
Nunca, nunca cesarán
de llorar los ojos míos.