En la década de los 70 pinta la serie de Estructuras y Macroestructuras industriales alentado por el paisaje fabril de la capital vasca donde recupera la memoria de sus vivencias infantiles en su pueblo natal donde la industria del papel, metalurgia y textil han tenido una especial relevancia. En estas series el color se hace más intenso y la potencia de la forma que evoluciona hacia una abstracción constructivista se desarrolla paralelamente a la del color que lo hace hacia una síntesis plana y saturada. Asimismo, el mundo taurino que había conocido con su padre en Olot, cobra especial interés para él en las tierras del Norte y esto se ve reflejado continuamente en su pintura. Con el cambio de siglo inicia una serie de paisajes en razón a una tipología plástica en la que la luz, el color y la materia adquieren protagonismo con el gesto y la acción que determinan un expresionismo poético donde la naturaleza tiene una singular relevancia.