Literatoak

Grandmontagne y Otaegui, Francisco

Periodista, ensayista, novelista, autor de relatos y cuentos, nació en Barbadillo de Herreros (Burgos), en la noche del 30 de septiembre de 1866. Falleció en San Sebastián el 1 de junio de 1936. Su obra ha sido motivo de estudios históricos y análisis sociológicos y literarios.

De origen vasco, era hijo de Javier Grandmontagne (1832), de ocupación herrero, natural de Banca (Baja Navarra) y de Benita Otaegui (1842) nacida en Cegama (Guipúzcoa). Según su acta de nacimiento, "le dieron por abogados a San Jerónimo y a San Marcos", y fue apadrinado por el francés Francisco Richard, natural de Nancy. Hacia 1866 sus padres se asentaron en las cercanías de Burgos lugar propicio para los trabajos de ferrerías de gran expansión en esos años en la zona, en las que el padre de Francisco se desempeñaría en su oficio. El temprano fallecimiento de su madre (1869) cuando contaba tres años, dejó al niño y a su hermano Juan Bautista a cargo de una ama. Años más tarde iniciaría el conocimiento de la primeras letras en el mismo pueblo que habitaba con su padre, la segunda esposa de éste y dos hermanos nacidos de esta unión. Hacia los 12 años fue llevado a Fuenterrabía donde quedó a cargo de su tío materno Claudio Otaegui, persona de gran cultura que ejercería influencia en la formación intelectual de su sobrino. y despertaría en él ansias de superación y conocimiento de otros mundos. Años más tarde emigró a la Argentina a donde arribó a mediados de diciembre de 1887 a la edad de 21 años.

En la Argentina, Grandmontage desplegó todo tipo de actividades y "hasta se hizo gaucho" en el decir de sus propias palabras. Fue un autodidacta que se formó gracias a su empeño en progresar y a la diversidad de sus lecturas -se preciaba de ser "un lector infatigable" y su relación con hombres de la cultura argentina y de su patria-. Las publicaciones de la época parecen confirmar que su actividad como periodista se inició con la revista La Vasconia (1893-1943), denominada La Baskonia desde 1903, que fundara y dirigiera junto a José Rufo de Uriarte. Su primera nota aparece en el número 2 del 20 de octubre de 1893 firmada con el seudónimo Luis Jaizquibel que adoptaría para esos años.

A partir de ése tiempo su actividad con las letras, sería intensa. Simultáneamente fue colaborador del diario El Tiempo (1895), de las revistas Buenos Aires (1895-1899) y Caras y Caretas (1898-1938), donde publicó cuentos y retratos de inmigrantes arribados al país ilustrados por los caricaturistas españoles Cao o Mayol. Su primera novela fue Teodoro Foronda (Evoluciones de la sociedad argentina) (en dos tomos, publicados respectivamente en 1896 y 1897); La Maldonada (Costumbres criollas) (1898) y el ensayo Vivos, Tilingos y Locos Lindos (1901), algunos de cuyos capítulos fueron reproducidos por la revista La Vasconia. Estas obras fueron reeditadas en la Argentina por la Biblioteca Nacional -Colección Los Raros- (2005) por ser consideradas "libros clásicos argentinos".

Francisco de Grandmontagne llegó a ser el alma mater de la revista La Vasconia. Escribía casi tres biografías mensuales y en algunos casos, dos notas en cada número, firmadas con el seudónimo que se identificó, diferenciadas con su nombre y apellido completo y en otras ocasiones con las iniciales: L. J.; F. G. o G.. Su trabajo se extendió hasta el 10 de octubre de 1901, fecha en que la dirección de la revista comunicó que la coordinación de la revista no continuaría a cargo de su redactor principal D. Francisco Grandmontagne. Desavenencias con su socio y cofundador , lo alejaron de esta publicación.

En la primer década de la revista en que se desempeñó en La Baskonia, la revista alcanzó uno de los períodos más productivos y el mayor número de notas a cargo de un solo periodista. Escribió cerca de dos centenares de biografías relatos históricos argentinos y de Euskal Herria, cuentos breves y descripción de personajes populares.

Las biografías escritas por Grandmontage integran uno de los capítulos más destacados de la línea temática de la revista. Cada ejemplar contaba invariablemente con unas páginas destinadas a rescatar y glosar la memoria de personajes históricos tanto vascos nativos como argentinos y americanos. Sus notas exaltaban el virtuosismo, el esfuerzo, la inteligencia y la perseverancia del pueblo vasco. El pensamiento y la conciencia de la comunidad euskara, se mantuvieron a través del tiempo mediante sus escritos, transmisores de esos mensajes de condiciones y logros intelectuales, poderío económico, y triunfos de diverso orden. Para cada una de ellas, se preocupó en ilustrarlas con fotografías, grabados o dibujos, los que confieren un valor excepcional a las notas.

Grandmontagne se vinculó con los intelectuales de esos años tanto argentinos como vascos. Entre los primeros estaban Miguel Cané, Joaquín V. González, Ricardo Rojas entre otros; y el francés Paul Groussac y el nicaragüense Rubén Darío que para esos años vivían en Argentina.

Mantuvo una intensa correspondencia con Unamuno y se ocupó en hacer conocer la obra del escritor en nuestro país con la difusión de su novela Paz en la guerra contactándolo con el diario La Nación y otros medios periodísticos de esos años. Gracias a su labor se conoció en Argentina la obra de distintos escritores vascos entre ellos Ramiro de Maeztu, Carmelo de Echegaray, Antonio Trueba, Arturo Campión y otros tantos escritores, músicos, baskófilos, artistas, científicos, aventureros, religiosos y militares. Similar presencia tuvieron los protagonistas de la Ilustración en Euskal Herría en una extensa galería de personajes y sociedades representativas de la cultura vasca de ambas vertientes del Pirineo.

Su interés se extendió a biografiar a americanos descendientes de vascos que se destacaban como funcionarios de distintos países, profesionales, pintores, empresarios o hacendados descendientes de vascos emigrados.

La importancia de la figura de Grandmontagne como impulsor del marcado acento cultural que había adquirido la revista desde casi su misma fundación, se corrobora por los cambios que se observan en los contenidos de la misma a partir del año en que abandona su codirección. En sus escritos se destacan los temas históricos, de arte y la cultura en todas sus manifestaciones, los costumbristas, la promoción de los valores familiares y las tradiciones vascas. Rescató la figura del inmigrante, de sus esfuerzo e iniciativas por adaptarse a su nueva vida.

El total de los personajes reseñados por Francisco de Gradmontagne constituyen uno de los más importantes elencos biográficos sobre la temática vasca realizados por aquellas fechas.

Al retirase de La Vasconia, publicó el 30 de octubre de 1901, su última nota que tituló Necrolatría. Desde España, envió escasas colaboraciones con la utilización de las iniciales que usaba habitualmente

Fijó su domicilio en Madrid y posteriormente en San Sebastián, ciudad de sus preferencias Allí continuaría desplegando actividades relacionadas a su profesión.. Colaboró con El Sol de Madrid y diversas publicaciones de Guipúzcoa como "Vida Vasca", "Euskal Herría" y "El Pueblo Vasco". Dictó conferencias sobre temas económicos en diversas ciudades de España, y en 1910, fue nombrado Presidente de la Asociación de Prensa de San Sebastián fundada en 1910.

A partir de 1916, el diario La Prensa de Buenos Aires lo designó su corresponsal, cargo que desempeñó durante más de tres décadas. En los años sucesivos en que visitó la Argentina publicó algunas notas en la revista PBTDe su matrimonio con la guipúzcoana Jerónima de Echeverría Urruzola, en el Santuario del Cristo de Lezo- San Sebastián- (10 de noviembre de 1905), nacieron sus dos hijos Maite y Francisco Javier.