Militarrak

Zavala Vidarte, Manuel Fernando

Militar. Nacido en Meñaka (Bizkaia) el 29 de mayo de 1788; fallecido en Madrid el 4 de diciembre de 1853.

Nacido en el pueblo de Meñaka, fueron sus padres Antonio Zavala, natural de Górliz, y María Manuela de Vidarte, de Mungia. Sus abuelos paternos, vecinos de Górliz, eran Francisco de Zavala, natural de Bakio, y María Antonia Asolo, nacida en Jatabe. Los maternos se llamaban Ignacio Vidarte, nacido en Derio, y Manuela Llona, de Mungia, y residentes ambos en Meñaka. Contrajo matrimonio (Mungia, 13.05.1813) con María Manuela de Eguía Aranguren (Mungia, 2.04.1790 / .Mungia, 11.10.1827), y posteriormente (Fruniz, 8.07.1833) con su cuñada María Antonia (Mungia, 26.03.1800 / ). De ambos matrimonios nacieron cinco hijos, todos ellos en Mugia: María Manuela (Mungia, 1.06.1813), Gregoria Thomasa (10.09.1815), Laureano Gaspar (5.07.1818), Pedro Ygnacio (1.02.1820) y Carlos Fernando (12.07.1834).

Cuando se inició la Guerra de la Independencia se hallaba estudiando matemáticas, carrera que abandonó para alistarse en una partida que luchaba contra los franceses, según algunos testimonios en noviembre de 1808, y según otros en enero de 1809; e incluso algunos indican que estuvo a las órdenes de Gaspar Jáuregui.

El 1 de noviembre de 1809 pasó al 1er Batallón de Infantería de Voluntarios de Bizkaia, en el que ascendió en seguida (24.11.1809) a cabo 1º, y según algunos testimonios que desempeñó un papel relevante en el alistamiento de nuevos miembros. Con ella que participó en la campaña de 1810, en la que actuó inicialmente en tierras guipuzcoanas. Durante este período ascendió a sargento 2º (8.04.1810), y sargento 1º (10.02.1811).

En 1811 se integró en la fuerza que mandaba el general Mendizabal, a quien se había encomendado unificar las diversas partidas existentes en las provincias vascas. El 16 de noviembre de 1811 pasó al Regimiento de Cazadores de Caballería de Vizcaya, tomando parte en las acciones de Gernika y Nabarniz. El 8 de mayo de 1812, se le nombró subteniente de caballería con destino a la División que se estaba organizando en el Señorío. Unos meses más tarde fue ascendido a alférez (15.11.1812), y poco después se incorporaba al Regimiento de Húsares de Cantabria (16.03.1813). Participó en la batalla de Vitoria y en el control del Bidasoa para evitar el regreso a España de las tropas francesas que huían.

Finalizado el conflicto, fue adscrito al Depósito General de Caballería (24.06.1814), y posteriormente al Regimiento de Caballería del Algarbe (1.05.1815), que se integró durante algunos meses en el Ejército de Operaciones (hasta el 1 de febrero de 1816). El 7 de octubre de 1817 solicitó la ayudantía de Santa Isabel de los Pasajes en Gipuzkoa, que le fue negada porque dicho destino estaba reservado para "oficiales de muchos servicios cansados y de edad avanzada". En julio de 1818 se encontraba en Zamora, desde donde debía trasladarse al Campo de Gibraltar.

El 8 de marzo de 1819 fue destinado al Regimiento de Caballería de Farnesio, que se hallaba destinado en Ultramar, pero solicitó el retiro. Se accedió (5.05.1819) a su solicitud, pero debido a los escasos años de servicio sólo le se le consideró acreedor de la "licencia absoluta con uso de uniforme y fuero criminal".

Según su testimonio, en junio de 1820, recibió órdenes a través del general Pedro Agustín Echebarría para "reunir y formar tropas que operasen contra el llamado sistema constitucional", para lo que abandonó su residencia de Mungia y se trasladó a Gipuzkoa. Gaspar Jáuregui, a quien había propuesto unirse a la sublevación, denunció sus actividades, y. en consecuencia fue apresado (10.03.1821). Durante el traslado de San Sebastián a Bilbao, fue liberado (18 de marzo de 1821) por sus colaboradores. A pesar de ello fue juzgado en rebeldía y condenado a la pena de muerte.

Tomó parte en la sublevación de Salvatierra, y en la primavera de 1822 sostuvo diversos enfrentamientos en la provincia de Bizkaia contra las tropas liberales; mientras fue engrosando sus tropas hasta alcanzar la cifra de 9.000 infantes y 300 caballos. El 24 de agosto de 1822, se reunieron en Villanueva de Araquil (Navarra) los distintos responsables de las guerrillas realistas del País Vasco y acordaron nombrar a Zavala comandante general y presidente de la Junta Gubernativa interina de las tres Provincias Vascongadas.

Su actividad fue premiada por la Regencia con el ascenso a coronel (16.09.1822) y el nombramiento de comandante general de las Provincias Vascongadas. Puesto al frente de una División participó en las acciones de Añorbe, Echarria, Amar, Estella (14.10.1822) y Dicastillo (15.10.1822). El marqués de Mataflorida le responsabiliza de ser uno de los elementos fundamentales de la Regencia de Urgell.

Disuelta ésta, el general Francisco Eguía le confirmó (30.01.1823) en su puesto de comandante general de las Provincias y le ascendió a brigadier. Poco después era nombrado mariscal de campo (1.03.1823). Eguía le consideraba uno de sus mejores hombres, por lo que para manifestarle su aprecio le proporcionó "la ocasión de entrar triunfante en Madrid", al mando de la Segunda Brigada de las tropas vascongadas, bajo las órdenes del mariscal de campo Vicente Quesada. Las desavenencias entre ambos motivaron que éste le desposeyese del mando, cuando se encontraba en Segovia (31.05.1823) y le fijase la residencia en Madrid.

Derrotados los liberales en el norte de España y restablecidas las instituciones abolidas por la Constitución, las Juntas Generales de Bizkaia nombraron por aclamación a Zavala diputado general por el bando gamboino (24.05.1823). Zavala puso como excusa este nombramiento para solicitar permiso para trasladarse a Bizkaia, y eludir de esa forma su residencia forzada.

Su petición fue desestimada, por lo que a fines de 1823 reclamó contra su situación, mientras solicitaba el restablecimiento de la Inquisición y reclamaba contra el general Quesada, quien había marginado a los realistas, admitiendo en el Ejército a los impurificados. Al mismo tiempo se vio obligado a hacer frente a las acusaciones de los vecinos de Laredo y Villarcayo, que acusaban a las tropas de Zavala de comportamientos vandálicos durante la guerra contra los constitucionales. Dichas acusaciones fueron sobreseídas (21.07.1825), al considerar la poca disciplina de las fuerzas guerrilleras y la resistencia que habían realizado los liberales en ambas villas.

Restablecido el poder absoluto de Fernando VII, le fue reconocido el empleo de coronel vivo y efectivo de caballería (15.08.1825), se le concedió la licencia ilimitada (14.09.1825) y posteriormente pasó a la situación de excedente (31.05.1828). El Consejo Supremo de Guerra (14.09.1827) le negó el reconocimiento del nombramiento de mariscal recibido durante su actividad guerrillera.

Durante este período residió en Madrid, para gestionar el reconocimiento de los honores recibidos en campaña, aunque en diversas ocasiones se vio obligado a abandonar la capital en aplicación de la norma que impedía a los ilimitados residir en ella, trasladándose momentáneamente a Burgos, en tanto lograba los avales necesarios para regresar a Madrid.

El 30 de enero de 1827 fue nombrado jefe de brigada interino de los Voluntarios Realistas de Palencia. Tres años más tarde fue ascendido (22.10.1830) a brigadier reconociéndole la antigüedad de su nombramiento en el Trienio (30.01.1823); puesto a las órdenes del capitán general de Guipúzcoa se le encomendó el mando de los Paisanos Armados de las Provincias Vascongadas. Su principal misión consistía en exterminar las fuerzas liberales de Mina que habían entrado desde Francia.

Poco después se retiró a su casa de Mungia y comenzó su actividad política. En 1831 fue elegido representante de la anteiglesia de Munguía, en las Juntas Generales celebradas en Gernika.

En 1833 volvió a acudir a Gernika en representación de Munguía. Fue propuesto para Diputado General Gamboino por los apoderados de la Anteiglesia de San Andrés de Echebarría (Joaquín de Urquidi y Marcelino de Orbegozo), resultado elegido en primer lugar, por lo que pasó a desempeñar, en unión de Pedro Pascual de Uhagón, el puesto de diputado general. Al producirse el fallecimiento de Fernando VII, asumió la dirección militar del levantamiento militar en su provincia, en calidad de comandante general de Vizcaya y envió fuerzas a los territorios cercanos a fin de extender la sublevación.

Tras la victoria de las tropas isabelinas bajo el mando de Sarsfield, Zavala se dirigió a las zonas rurales del este de Bizkaia, desde las que emprendió la reconstrucción de las fuerzas carlistas, junto a Simón de la Torre, con quien mantuvo tensas relaciones. El 22 de marzo de 1834 don Carlos, aún en Portugal, le concedió el ascenso a mariscal de campo con antigüedad de 15 de diciembre del año anterior. Durante el año 1834 se fueron consolidando dos jefaturas militares en el territorio vasco, la de Fernando Zavala y la de Tomás Zumalacarregui. Finalmente el Pretendiente carlista se inclinó en favor del guipuzcoano. El resentimiento por el escaso peso que se había concedido Zavala y el marqués de Valdespina en la organización carlista tras la entrada de don Carlos, culminó en el un incidente, que se saldó con su confinamiento y la desposesión de todos sus cargos (10.10.1834).

A ambos se les acusaba de haber desobedecido las órdenes de don Carlos, por lo que se les sometió a un consejo de guerra, expediente que fue sobreseído (9.07.1836). Ello implicó su regreso a casa en espera de destino, desde el Pirineo francés.

Al iniciarse el sitio de Bilbao, fue puesto a las inmediatas órdenes del general que dirigía el asedio. Finalizado éste, quedó agregado a la Plana Mayor general del Ejército, en tanto se la confiaba alguna responsabilidad. Tomó parte en la batalla de Oriamendi (16.03.1837), en la que fue herido. Participó en la Expedición Real en calidad de Ayudante de Campo de S.A. el Infante don Sebastián Gabriel. Durante la misma se le confió el mando de tropas en diversas batallas.

El 22 de mayo de 1838 se le encomendó la represión de los sucesos que habían tenido lugar en los últimos días. Poco después elevaba al Pretendiente una exposición señalando la necesidad de realizar el armamento de buques a fin de protegerse de los ataques desde el mar y atacar a las naves de los liberales que cruzaban ante la costa vasca. Se trataría de armadores particulares a quienes se concedería patente de corso, y todo ello estaría bajo la dirección del general Zavala.

En 1839 formó parte de la fracasada expedición del conde Negri en calidad de segundo jefe de la misma.

Tras el abrazo de Bergara, Zavala fue uno de los generales que acompañaban a la escolta de don Carlos en el momento de cruzar la frontera hispano francesa. Por orden del Pretendiente permaneció junto a la frontera en espera de encontrar la oportunidad de regresar a España, hasta que fue detenido por la policía francesa.

En febrero de 1846, el conde Orgaz, representante carlista en Turín, solicitó permiso a las autoridades de Cerdeña para que Zavala pudiera residir en dicho país. El conde Solaro, secretario de Estado de dicho Reino, le asignó una pensión de 150 francos en caso de que optase finalmente por dirigirse a Turín. En 1849 se acogió a la amnistía decretada el 8 de junio, tras la guerra de los matiners, y el 13 de agosto recibió el pasaporte de manos del Cónsul español en Bayona. Seis días más tarde llegaba a Bilbao, desde donde se trasladó inmediatamente a Munguía. En cuanto militar quedaba en situación de cuartel a las órdenes de uno de sus compañeros en el bando carlista, el teniente general Antonio Urbistondo, que en ese momento ocupaba la Capitanía General de Navarra y las Provincias Vascongadas.

Su máxima preocupación a partir de ese momento fue lograr el reconocimiento de los ascensos y recompensas conquistados en las filas del Pretendiente. Con tal finalidad se trasladó a Madrid el año 1850. Todos sus intentos resultaron vanos. Sus últimas solicitudes datan del año 1853. No consta que participase en estos momentos en la política de la Provincia.

Además de diversas condecoraciones por su participación en campañas militares estaba en posesión de la Cruz de 3ª clase de la Real y Militar Orden de San Fernando por su papel en la dirección de la guerrilla en el Trienio, y la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo (22.07.1832). De manos de don Carlos recibió la Gran Cruz de la Real y militar Orden de San Hermenegildo, y la de Isabel la Católica.