Lexikoa

UNIFICACION

Unificación del euskera. Antes de abordar la cuestión de la unificación de la lengua vasca quisiéramos hacer mención de algunas características propias de dicha lengua. Es preciso resaltar en primer lugar su acusado fraccionamiento dialectal. Se acepta hoy en día, aunque de manera provisional, que son nueve las variedades dialectales: el suletino, el bajo-navarro oriental, el bajo-navarro occidental, el salacenco, el alto-navarro meridional, el alto-navarro septentrional, el labortano, el guipuzcoano y el vizcaino. A ellos habría que añadir el roncalés, variedad extinguida en el curso del presente siglo, y probablemente el alavés, en cuanto que el léxico recopilado por el italiano Nicolao Landuchio en 1562 así como otros restos lingüísticos (la toponimia principalmente, voces residuales presentes en el castellano alavés...) parecen apuntar a que el euskara hablado al menos en algunas zonas de dicha provincia y quizá también en zonas limítrofes de Navarra (valles de la Burunda, Lana...) poseía rasgos diferenciados del resto de las variedades conocidas. Si damos por buena esta clasificación, llegamos a la conclusión de que ascienden a once las variedades vascas conocidas en época histórica, cifra realmente sorprendente si tenemos en cuenta lo exiguo de la superficie total del país: 20.664 km². Hemos de matizar, sin embargo, que todas estas variedades pueden ser englobadas en tres grandes grupos: 1) el oriental, que agrupa el suletino, el b-nav. oriental, el salacenco y el ya extinto roncalés; 2) el central, en el que se integran el alto-navarro septentrional y meridional, el labortano y el guipuzcoano y 3) el occidental, reducido en la actualidad al vizcaino. Resulta problemática la clasificación del b-nav. occidental, situada en posición intermedia entre el grupo oriental y el central. Una posición similar --entre los grupos occidental y central-- pudiera asignarse al desaparecido euskara alavés. Creemos en segundo lugar que este fraccionamiento dialectal se debe en gran medida a razones de índole extralingüístico. La división administrativa que ha padecido y padece la comunidad lingüística vasca (=Euskal Herria) es una de ellas. En el momento actual, sin ir más lejos, el territorio vasco aparece fraccionado en dos estados políticos, e incluso dentro de cada uno de esos estados las provincias vascas están sometidas a una nueva división. Si en el Estado español es Navarra la que se encuentra segregada de las otras tres provincias, en el Estado francés es Zuberoa la que se halla separada de Lapurdi y la Baja Navarra. El status otorgado a la lengua vasca es a nuestro juicio otra de las causas que ha proporcionado el fraccionamiento dialectal. A lo largo de prácticamente toda la historia se le ha privado de todo carácter oficial. Salvo en casos contados y aislados no ha tenido apenas acceso a la enseñanza --ni siquiera a la primaria--, a la administración --ni siquiera a nivel municipal--, a los medios de comunicación escritos --ni siquiera a los de difusión provincial y comarcal--, etc. Queremos significar con todo esto que el uso del euskera se ha visto reducido tanto funcional (básicamente a la comunicación oral) como geográficamente (a la propia provincia o, en el caso favorable, al de las provincias vecinas). Parece, pues, evidente que esta reducción de funciones ha sido la causante principal de su amplísimo desarrollo dialectal por un lado y del retraso en la constitución de una única variedad estándar, sólida y estable, por el otro. La función de lengua escrita y de medio de comunicación inter-provincial ha sido cumplido con creces por otras lenguas, el latín en tiempos antiguos y el occitano, castellano o francés en épocas más próximas a nosotros. Sea como fuere, las tentativas de unificación y codificación del euskera han sido también tan antiguas como numerosas. El propio fraccionamiento dialectal ha provocado la necesidad de crear un modelo de lengua único y han sido precisamente los escritores los principales interesados en lograrlo.