Sailkatu gabe

VALLE DE RONCAL - ERRONKARI (CULTURA Y LENGUA)

Lenguaje oral y escrito: idioma. A lo largo de toda la historia ha sido el euskara la lengua de los roncaleses para irse perdiendo a favor del romance navarro-aragonés y finalmente, en nuestros días, a favor del castellano impuesto en la escuela por los maestros. Del proceso de brujería de Burgui de 1569 son las primeras frases escritas en dialecto roncalés. A finales del s. XVIII (1778) el euskera era su idioma usual (Varios: «G. H. L. V.», Auñam., 1960, t. I, pp. 67-102). En l878 se atestigua que en Roncal «hablan generalmente el vascuence, pero muchos lo van dejando por el castellano». Años después, otro viajero pudo afirmar: «Ya los roncaleses entre sí suelen hablar castellano, aunque cuando conversan con sus mayores se expresan siempre en vasco...» (G. Ollé: «V. y R.» Pamplona, 1972, p. 42). La vida trashumante de estos pueblos dedicados al pastoreo, con su contacto invernal con comarcas castellanizadas, hacía que a su regreso se expresasen en castellano. Al contrario de otros valles, las mujeres han sido las últimas euskaldunes del Valle. Los últimos reductos del euskera han sido Ustarroz e Isaba. En 1970 quedan 3 vascófonos en Ustarroz, una anciana en Isaba y otra de 92 años en Urzainqui. En la capital del valle, Roncal, la última anciana euskalduna murió el año 69 (Sánchez Carrión: «El E. A. del V.», pp. 180-182). En 1869, L. L. Bonaparte clasificó al euskera de Burgui, Garde y Vidangoz, en el dialecto suletino, subdialecto roncalés y variedad de Vidangoz; al de Urzainqui y Roncal, en la variedad de Urzainqui; y al de Uztarroz e Isaba, en la variedad de Uztarroz. Acerca de esta clasificación ha habido diversas propuestas de correcciones (P. de Y.: «Los D. y V.», sep. «B. R. S. V. A. P.», 1973, pp. 68-72). Finalmente se ha clasificado como dialecto propio, de la familia del euskara hablado hasta el s. XIV en los valles pirenaicos aragoneses. Como muestra del euskara del Valle transcribimos una carta de Julián Gayarre a su tía Juana:

«Barcelona, 19 de diciembre de 1884. Ene tia Juana maitia. Eugenia sin da arro onqui. Queben gaude anisco onqui guciac eta ori nola dago? Nai din sin cona ichasaaren ecustra? anisco andia da tia Juana. Nai badu nic dud anisco deiru orenaco vidagearen pagateco quemengo ostatiaren pagataco. Ezdi eguiten quemen ozic batrere, chatan degu queben anisco onqui eta guero artan dugu iror nescache postretaco eta gazte eta polit ¡Ha! ¡cer vizia! ¡Tia Juana maitia, amar urte chiquiago bagunu...! Gorainzi guzientaco eta piyco bat nescachi pollit erroncari guziat.-Julián.

Su traducción es la siguiente: «Mi querida tía Juana. Eugenia ha venido harto bien. Aquí estamos todos muy bien y usted ¿cómo está? ¿Quiere venir aquí a ver el mar? Es muy grande, tía Juana. Si quiere yo tengo mucho dinero para ello, para pagar el viaje, para pagar el hospedaje. No hace aquí nada de frío, comemos aquí muy bien y luego tenemos para postre tres mocitas y bonitas ¡Ha! ¡qué vida! ¡Tía Juana querida, si tuviéramos diez años menos! Recuerdos para todos y un pellizquito a todas las chicas, a todo Erronkari». Elerran es hablar; erran, decir, y mintzatu, expresar. Expresarse es saber decir con gracia y salero. Lo generalizado es hablar en tono menor, o era, mejor dicho, ya que el dialecto roncalés ha desaparecido. El euskaldun Juan Vicente, archivo viviente de cuentos y sucedidos, sabía usar fina ironía. La palabra malsonante no encajaba bien. El Ala Xinkoa de los suletinos sonaba mal.Si nos fijamos bien en lo que se habla, unas veces domina la literalidad y otras la contracción de las sílabas o paso fugaz de algunos fonemas. En roncalés se oía bien porque se pronunciaba bien aun en conversación fluida y rápida. Cuando recogí una parte del dialecto roncalés a las denominadas «Tía Miguela de Bidart» y «Tía Manuela de Baixtero» les oía bien la frase y flexión verbal usada aunque yo no me distinguía por tener un buen oído para la música ni para las lenguas. Oir, entzun; escuchar, beatu y asentir, baietza emon, se hacen entonces más fáciles. El oir y el escuchar llevan consigo expresiones mímicas de agrado o desagrado, de sorpresa o de atención. El roncalés es más abierto al hablar y de un menor disimulo en el escuchar si lo comparamos con el salacenco. Quizás en esto coincida más con los zuberotarras. Aun hablando bien y diciendo bien lo que se quiere decir nos encontramos con el oyente, su dominio del idioma, su agilidad mental, su capacidad interpretativa, sus prejuicios, susceptibilidades y toda clase de subjetividades. Quizá se haya traspasado del euskara roncalés al habla romance y después al castellano del Valle, algo o mucho de lo que ocurría en solamente euskara y eso debido a su larga experiencia del bilingüismo, pero creemos que la actual población se halla ya alejada de esa experiencia. Y, además, en ese bilingüismo euskara-erdara el traspaso de actitudes se hacía de una lengua conocida íntimamente y más difícil de equívocos interpretativos a un erdara (romance navarro-aragonés) y luego castellano, peor conocidas y más expuestas a torcidas interpretaciones. Al interpretar literalmente se traiciona una gran riqueza de proverbios altamente significativos. La dividiremos para el estudio en fonología, lexicología y sintaxis. El alfabeto roncalés posee las vocales a, e, i, o, u, pero no ü como en suletino. Las consonantes son las mismas del castellano más tt (mojada) como en amatto, «madrecita»; ts, tz, como en otso, «lobo», atzo, «ayer»; x, idéntica a la ch francesa, como oxan, «selva»; y raramente, j y f, como jina, «señor», Nafarroa, «Navarra». Cada bloque de fonemas constituye un significante que, al unirse al artículo -a, -ak, «él», «los», no añade ningún fonema de ligazón como en gizon, más -a, = gizona, ogi más -a, = ogia y no ogiya como ocurre en otros dialectos. La serie o cadena de significantes ofrece una separación de los mismos ocasionando la puntuación según la amplitud de las pausas y los signos de admiración e interrogación. Los significantes del roncalés son más amplios que los del castellano debido a la aglutinación de afijos. El léxico, o caudal de palabras, es de gran riqueza en roncalés cubriendo su diccionario unas veinte mil acepciones castellanas gracias al juego de las combinaciones y a la afijación. Ello da lugar a un estudio del léxico en su morfología, semántica y enunciado. El roncalés es rico en modismos y proverbios pero no en verbos de conjugación sintética, que son pocos. La conjugación del verbo izan, «ser», «haber», «existir», es sumamente rica en sus variedades de tratamiento de iketz, de duketz y de zuketz o sea, de tú, de usted y de vos. La sintaxis diferencial del roncalés se halla sin estudiar apenas ya que se cuenta con pocos textos literarios y prácticamente ningún estudio detenido sobre el tema. Debería abarcar, por lo menos, la construcción de la frase, la concordancia y la voz, aunque a nuestro juicio, tratándose de traducción, debe de estar muy influida del texto original castellano como en el Evangelio de San Mateo de Prudencio Hualde.

El habla oral. Es la emisión sonora y, por tanto, de su pronunciación, dando lugar a la fonética. Azkue la ha estudiado, lo mismo que Michelena. Azkue trata de algunos casos de nasalización, la asimilación, la elisión vocálica, algunos diptongos especiales, la incorporación de la vocal i, diversas pronunciaciones de la d final, diferencia entre la r final roncalesa suave, y la de otros dialectos y la inicial i seguida de otra vocal. Koldo Michelena y sus colaboradores Beloqui, Elósegui y Pilar Sansisenea recogieron en 1953 un breve caudal de frases y conversación con vistas principalmente a la fonética, incluido el acento, como se dice en su introducción. Al precisar el valor de algunos signos empleados dice que «las vocales nasales llevan siempre acento (gráfico) circunflejo» añadiendo: «Como se observará, son más frecuentes en Uztarroz que en Isaba, donde sólo hemos oído claramente Î (kîo, zîatu, zî). En ambos lugares no hemos percibido nasalización en palabras donde la señalaron tanto Bonaparte como Azkue. Los grupos ai, ei, oi, ui, au, eu (con acento ái, áu, etc.) son diptongos. Ante vocal y tras consonante i y u deben leerse, salvo indicación expresa en contrario, como no silábicos: éskia = éskya, léxua = léxwa, bisílabos, etc. Tanto y como w nos parecieron más abiertas que i, u, vocales guipuzcoanas ante vocal. Hemos escrito -sigue Michelena- también u cuando este sonido ocurre entre vocales (áua) etc. No estamos seguros de la división de las sílabas en este caso, pero de cualquier modo no se trata de una b como la que nosotros pronunciamos en esos casos, Hualde Mayo escribe (ahua). Por el contrario hemos escrito y y no sólo la í- no silábica (yaz, etc.), sino también la i intervocálica (gáya, etc.) que nos parece tiene un carácter consonántico parecido al de la y castellana. En esto seguimos también a Hualde Mayo. Entre las consonantes, j tiene siempre el valor de la jota española. Hemos transcrito por n la nasal ante oclusiva, siguiendo el sistema (a que nos referimos antes): la notación, aunque haya quien piense en contrario, es fonológicamente correcta». Y sigue: «No pudimos distinguir la menor diferencia entre r suave y fuerte en posición final, p. ej. zur «madera» y zur(r) «avaro» con la única excepción de las verbales del tipo dur, etc. » La última persona euskaldun fue en Isaba Antonia Anaut Garde que murió en 1976 a la edad de 88 años y en Urzainqui, María Ezker Sarries, fallecida en 1975 a los 94 años de edad.