Lexikoa

REALISMO

Primeros chispazos de la revuelta. Los precedentes de la guerra los hallamos en la protesta suscitada por la reimplantación de la Constitución de 1812 tras la sublevación de Riego en Cabezas de San Juan. La guarnición de Pamplona obligó a las autoridades locales a jurar la Constitución y, más adelante, el nuevo Gobierno sustituiría al virrey, Conde de Ezpeleta, por el exiliado Espoz y Mina, constituyéndose a continuación una Junta Gubernativa Interina. Días después, un grupo de militares juraba la Constitución en Bilbao y se creaba en Vitoria la Milicia Nacional. Las primeras protestas -panfletos, gritos subversivos, injurias a las placas de la Constitución, algaradas- fueron generalizadas. Se lanzaban gritos de «mueran los serviles» y de «viva la Constitución» contra los realistas. En el mismo período 1820-1 las primeras medidas desamortizadoras de los bienes eclesiásticos, la supresión de las aduanas, señoríos, reducción del diezmo, etc., alimentaron la protesta. En enero de 1821 surgió la sublevación en Castilla la Nueva (El Abuelo), en abril se lanzó al monte el cura Merino, en Burgos; en Vizcaya prendió el levantamiento, con ramificaciones guipuzcoanas, en Otxandiano. Pero el cura Merino fue derrotado en Salvatierra de Alava. Para preparar mejor el siguiente brote, en Navarra surge una Junta Realista compuesta por dos nobles (Francisco Benito Eraso y Manuel Uriz) y dos eclesiásticos (Joaquín Lacarra y Joaquín Mélida) con la que colabora Santos Ladrón de Cegama y Juan Villanueva. Se encarga el párroco de Uztarroz, Andrés Martín, de hacer acopio de armas. El levantamiento de Navarra (al que sigue el resto de las tierras vascas) tiene lugar el 11 de diciembre de 1821. El clero fue fundamental (Gorostidi, en Guipúzcoa), pero este brote tampoco prosperó y los rebeldes fueron dispersados en Larrainzar y Nagore.