Monarkia eta noblezia

Pedro I El Cruel

Rey de Castilla (1350-1369) nacido en Burgos en 1334, y muerto en Montiel en 1369.

Se le cita aquí por su intervención en los asuntos de Vizcaya desde la muerte del Señor don Nuño, en Bermeo, en 1352. Con motivo de esta muerte recaía el Señorío en su hermana mayor, Juana de Lara, casada con el infante don Tello, hermano del Rey Pedro, como hijo que era de Alfonso XI y Leonor de Guzmán.

Artiñano resume así los intrincados sucesos:

"Desavenido con el Rey Don Pedro, éste, que no perdonaba jamás á sus enemigos, hizo casar al Infante Don Juan con Doña Isabel de Lara, otra de las hermanas de Don Nuño, y les mandó titularse Señores de Bizcaya. El Señorío, empero, habia reconocido al Infante Don Tello y su mujer Doña Juana y resistió siempre todas las tentativas de los que pretendian su dominio. Arreglóse Don Tello con el Rey, pero habiendo sido de los que formaron la liga para echar del reino á la Padilla, Don Pedro le juró guerra eterna. Mandó el Rey á Don Juan de la Cerda á apoderarse de Santa Gadea y hacer cruda guerra á Bizcaya, donde intentó penetrar por dos veces, siendo en ambas duramente escarmentado en Gordejuela y en Ochandiano por los bizcainos al mando de Don Tello y de Don Juan de Abendaño. Lo que Don Pedro no alcanzó por la fuerza de las armas, lo consiguió por sus astucias. Ganó á su partido á Abendaño, que veia con dolor, lo que Bizcaya sufria en estas luchas de su Señor con el Rey, y de acuerdo con éste, abrió negociaciones para un arreglo, que al fin se realizó. Exigió Don Pedro que este convenio lo aprobaran y garantizaran los Bizcainos, por ser un requisito esencial para su validez, y aceptándolo, cayeron todos en el lazo que les tendía.

Reunidos en Bilbao los hijosdalgos, asi que los representantes de Bermeo, Bilbao, Lequeitio y Durango, convinieron en que si Don Tello dejaba el servicio del Rey no lo acogerian en Bizcaya, pero que si Doña Juana le seguia fiel, la reconocerían por su Señora, a pesar de la actitud de su esposo, obedeciendo, sin embargo, las cartas del Rey siempre que no fueran contra los fueros, buenos usos y costumbres, y, por fin, que si Don Tello y Doña Juana deservian á Don Pedro, se obligaban los Bizcainos á reconocer al Rey por su Señor, á condicion de que fuera á jurar los fueros á Arechabalaga. Aprobando este absurdo convenio dieron muestras los bizcainos de ser poco diplomáticos y de no conocer las malas artes de don Pedro; pero absurdo y todo es la confirmación plenísima de la independencia bizcaina, pues que el Rey aceptaba todas las condiciones y se conformaba con que se le reconociera por Señor de Bizcaya en un caso dado y á calidad precisa de jurar sus fueros. Sino era independiente, si formaba parte del territorio de Castilla, ¿cómo un Rey, tan celoso de su dignidad, admite esta condición y se somete á semejantes imposiciones?

Firme Don Pedro en su propósito de matar a Don Tello, le tendió una celada en Palenzuela y en Villalpando, sin poder lograr su objeto, por no acudir el Infante. Surge, despues, la guerra entre Aragon y Castilla, y el Señor de Bizcaya, á la cabeza de gran número de Bizcainos, acude en ayuda de Don Pedro, pagando generosamente los infames propósitos del Rey. Ajústase una tregua entre los dos reinos, y desembarazado don Pedro de esta preocupación, vuelve á sus proyectos de matar á cuantos influyeron en favor de la desgraciada Reina Doña Blanca y en contra de la Padilla. En Sevilla asesina á Don Fadrique y á otros dignísimos magnates, con la complicidad, ó el asentimiento al menos, del Infante Don Juan, que ante la promesa del Señorío de Bizcaya, con que Don Pedro le halaga, asiente á sus bárbaros proyectos. Consumado este crimen, parte para Aguilar de Campoó, donde se hallaba Don Tello, quien, enterado por un escudero de la llegada del Rey, huye á Bizcaya, llega á Bermeo, y como los Bizcainos no pueden ya defenderle, ni acojerle, por aquel malhadado homenaje que él les obligó á prestar, vése obligado á huir en una barca pescadora, dirigiéndose á Bayona. Prende Don Pedro á Doña Juana de Lara y corre desalado trás de Don Tello, llegando á Bermeo, cuando el Infante se daba al mar; embárcase Don Pedro en su seguimiento, mas una tormenta le impide seguir adelante, obligándole á desembarcar en Lequeitio.

Don Tello mismo se tejió la malla en que le enredaba su cruel hermano; él, y solo él, desató el juramento de los Bizcainos; él, y solo él, les obligó á pactar aquel convenio, que ahora ata las manos de Bizcaya y la obliga á acatar y respetar á Don Pedro, sin poder ni aun servir de refugio á su legítimo Señor. Preséntase á Don Pedro en Bermeo el Infante Don Juan y pídele el cumplimiento de aquella odiosa promesa de Sevilla, á virtud de la que Don Juan guardó silencio sobre los proyectos homicidas de don Pedro, y, como Dios permite algunas veces que el que autoriza el crímen sea el primer castigado, Don Juan debía esperimentar este cruel sufrimiento. Seguro Don Pedro de que Bizcaya no olvidaría su compromiso y menos viéndose entregada en sus manos, convoca á los Bizcainos y reúnense unos diez mil, á los que el Rey hace presente las aspiraciones de Don Juan, aparentando apoyarlas. Bizcaya, consecuente con su honrada palabra, niégase á deshacer su juramento, asegurándo no podían querer otro Señor que á Don Pedro, y al trasmitir éste á Don Juan la voluntad de Bizcaya, le ofrece reunirlos de nuevo en Bilbao, para rogarles accedieran á tomarlo por Señor. Llegan á Bilbao, y Don Pedro, que no quiere á su lado quienes le hagan sombra, resuelve deshacerse de su primo el Infante; lo llama á su posada, y al penetrar en ella, le manda matar, en su misma cámara, arrojando su cadáver á la Plaza Vieja, por una ventana, diciendo á los bizcainos:

"catad hi á vuestro Señor que os demandaba ". Manda seguidamente prender á la madre y á la esposa del Infante, que así como Doña Juana de Lara, perecen en la prisión, envenenadas de órden de Don Pedro. Unióse Don Tello á Don Enrique de Trastamara en sus luchas con Don Pedro, luchas en que Bizcaya permaneció indiferente, pues ni el Rey, satisfecha su venganza, volvió á acordarse del Señorío, ni don Tello se atrevió á demandar su auxilio á Bizcaya, siguiendo ésta, al parecer, bajo la dependencia nominal de D. Pedro. Entre la muerte del Infante D. Juan y la del Rey D. Pedro ocurrieron algunos hechos que conviene mencionar. D. Tello, una vez coronado D. Enrique la primera vez que ocupó el trono, volvió á Bizcaya, cuyos naturales le reconocieron por Señor, tanto que dió la carta de fundacion de Guerricaiz, aunque despues de algunas contradicciones del Señorío; funda Plencia, Guernica y Lanestosa y amplia los privilegios de Bermeo y Orduña; mas no se atrevió á sacar sus fuerzas para ayudar á D. Enrique, por temor, sin duda, á renovar las cuestiones del homenaje prestado á don Pedro. Además, muerta D.ª Juana en la prisión, D. Tello debía temer le negaran sus derechos al Señorío, á pesar de su superchería de que vivía Doña Juana, suplantándola con otra mujer, que pasó por aquella, hasta que muerta la supuesta dama, D. Tello confesó la verdad, alegando que solo la habia consentido para tener mejor derecho á los Señoríos de Lara y de Bizcaya".

Dice Ducéré que Pedro I el Cruel, al ser destronado por Enrique de Trastamara y por Du Guesclin, embarcó en La Coruña con su mujer y sus dos hijas, llegando por mar a Bayona (Laburdi) donde se alojó en el Château-Vieux e hizo un tratado con el Príncipe de Gales que le prometió el apoyo de sus ejércitos. Don Pedro tenía que pagar todos los gastos de la expedición dejando en Bayona a sus hijas, una de las cuales murió ahogada en el Adour en el transcurso de un paseo. El rey estaba todavía en Bayona el 20 de febrero de 1367.

Sigue diciendo Artiñano que:

"Refugiado D. Pedro en Bayona, busca el apoyo del Príncipe de Gales, á cambio del Señorío de Bizcaya y de la villa de Castro-Urdiales, que al inglés convenían extraordinariamente para dominar la costa cantábrica. Penetra en 1367 D. Pedro en Castilla, gana la batalla de Nájera y vuelve á apoderarse de su corona. Reclama el Príncipe de Gales el cumplimiento de su promesa, y D. Pedro se prepara á realizarlo. Llegan á Bizcaya Fernan Perez de Ayala, por el Rey de Castilla, el Señor de Peña y el letrado Yuge de Burdeos, por el Príncipe de Gales, y tratan de convencer á los bizcainos de que se entreguen al Inglés, mas niéganse resueltamente á ello, declarando estar firmes y decididos á no acceder. Los Embajadores hubieron de volverse, sin haber obtenido ni aun la esperanza de lograr algun dia sus deseos".

Retirados los ingleses, Enrique volvió a Castilla, conquistó Calahorra (27 de septiembre de 1367), puso sitio a Toledo y firmó un pacto con Francia (1368) pasando los franceses a mando de Du Guesclin. Pedro I el Cruel reune todas sus tropas y se dirige contra Toledo dando lugar a que Enrique le saliera al paso y le derrotara en Montiel el 14 de marzo de 1369. Días más tarde su hermano Enrique le asesinaba entretanto se celebraban unas negociaciones.

Respecto a Navarra son de destacar en su azarosa historia la alianza con Navarra firmada en Estella el 22 de mayo de 1362 y el acuerdo de Libourne del 23 de septiembre de 1366. Ver Libourne, Tratado de. Ref. Artiñano Zuricalday, A.: El Señorío de Bizcaya, Barcelona, 1885.