Marinelak

Roquebert, François

Marino laburdino. El 3 de febrero de 1811, las fragatas de 44, la Famosa, la Nereida y la Clorinda, capitaneadas por François Roquebert, François Lemaresquier y Jacques de Saint-Cricq, partían del puerto de Brest para dirigirse a la Isla de Francia. Esta pequeña división estaba mandada por Roquebert que iba buscando, en esta difícil expedición las estrellas de contraalmirante. No tenemos intención de hacer la biografía de uno de los más bravos oficiales del primer Imperio, que, sin su final desgraciado y prematuro, hubiese sin duda alguna llegado a los más altos puestos. Nos contentaremos con relatar su último crucero que causó sensación en la época y cuyos detalles son muy interesantes.

Roquebert había nacido en Bayona donde su familia era muy conocida. Después de una brillante carrera como marino, llena de acciones importantes, resultó escogido por Napoleón como ayudante de campo y se distinguió en una expedición en el curso de la cual capturó varios barcos ingleses, y, después de un vivo y sangriento combate, la fragata inglesa Juno . En el momento en que el comandante bayonés, como lo nombran todas las relaciones inglesas de la época, se hizo a la mar con su pequeña división naval, recibió despachos lacrados con sus últimas instrucciones. Cada fragata llevaba doscientos soldados y provisiones. El capitán Roquebert de la Famosa mandaba las tres fragatas y tenía órdenes de ir a Batavia si a su llegada a la Isla de Francia la encontraba en poder de los ingleses. Después de una navegación difícil, la división francesa salió el 6 de mayo al mediodía del Gran Puerto. La isla de la Paz sobre la que ondeaba la bandera tricolor no respondió a las señales de los barcos franceses y al llegar la noche se enviaron dos chalupas a tierra, de las que regresó una sola diciendo que los ingleses eran los amos de la isla. El 7, la división francesa puso en fuga a las fragatas la Phoebé, la Galatea, y el barco Race-Hosse.

Cuando los barcos ingleses se perdieron de vista, el 9, el capitán Roquebert se dirigió a la isla Borbón con la intención de dar un golpe de mano en un punto de la costa que suponía poco defendido. Las tres fragatas llegaban a su destino el día 11 por la noche. Los oficiales enviados en reconocimiento dijeron que el estado del mar hacía imposible cualquier desembarco, y los barcos franceses siguieron viaje hacia Madagascar. El 19 de mayo fondearon delante de Tamatave, caído desde hacía varios meses en poder de los ingleses; la guarnición enemiga se entregó y el fuerte fue ocupado por un destacamento francés. El 20, la Astrea, de 44, la Phoebé y la Galatea de 38, y el barco Race-Hosse, fueron avistados. Las fragatas francesas desplegaron las velas y salieron al paso del enemigo. La brisa, poca y variable, con alternativas de calma, hacía difíciles todas las maniobras. Cuando se entabló el combate hacia las cuatro de la tarde, la Nereida, que se había adelantado, se encontró durante unos momentos expuesta al fuego de la división inglesa. A las ocho y media de la tarde, esta fragata cuya arboladura estaba muy castigada cayó bajo el viento. Tenía 77 hombres fuera de combate. La Famosa y la Clorinda se le habían acercado sin ser tocadas por los ingleses y el fuego cesó. El capitán Roquebert después de haber permitido al lugarteniente Ponée, que había reemplazado al capitán Lemaresquier, muerto en el combate, quedarse cerca de tierra, se alejó con su fragata y la Clorinda . A las nueve y media este último barco se encontró en dificultades por salvar a un hombre caído al mar. Roquebert, después de continuar su camino, sin preocuparse de su compañía, se encontró a las diez más o menos, en presencia de la Astrée, de la Phoebé y del Race-Hosse. Después de un vivo combate que duró una media hora, la Famosa arrió su pabellón. Esta fragata tenía 98 hombres fuera de combate: el capitán Roquebert y el alférez Lalande se contaban entre los muertos.

La Clorinda se apresuraba, al oír el cañoneo, a izar de nuevo sus lanchas y desplegar sus velas, pero a su llegada al teatro de la acción el fuego había cesado. La Astrée y la Phoebé, se pusieron en movimiento para alcanzar el barco y el capitán Saint-Cricq se alejó. Al día siguiente, no avistando ninguna vela se dirigió hacia las Seychelles, donde la Clorinda fondeó el 30 de mayo. Esta fragata había tenido durante el combate del día 20 un hombre muerto y seis heridos y 18 hombres habían sido puestos fuera de combate en la Phoebé y 62 en la Galatea. El 24 de septiembre, la fragata Clorinda fondeaba de nuevo en el puerto de Brest y el 18 de marzo de 1812, el capitán Saint-Cricq fue declarado culpable de desobediencia a las órdenes de su comandante, degradado, declarado indigno de servir y condenado a prisión durante tres años y a ser degradado como miembro de la Legión de Honor. En cuanto a la Nereida, mandada por el teniente Ponée, se había refugiado en Tamatave. Este valiente marino puso una parte de su artillería en tierra formando una formidable batería. Obtuvo una honorable capitulación y su tripulación fue enviada a Francia por cuenta del gobierno inglés. Así terminó esta desgraciada expedición en el curso de la cual el valiente Roquebert encontró la muerte.

Parece que la fatalidad condenaba todas las expediciones marítimas del Emperador, pues si el material naval empleado por los ingleses era superior al francés, la bravura era la misma y, hacia el final del Imperio, la ciencia náutica francesa bien valía la de sus enemigos. En Bayona, el recuerdo de este marino quedó vivo en una inscripción conmemorativa, aunque apenas hay obras marítimas que recuerden sus importantes hechos.

Ref. Edouard Duceré: Dictionnaire historique de Bayonne, 2 vols, Bayonne, 1911-1915.