Lexikoa

POTTOKA

Especimen de caballo pirenaico de poca alzada, gran rusticidad, fortaleza y antigüedad existente en la zona interior de alta montaña vasca. De origen autóctono, se halla representado un antepasado suyo en todo el área de pintura franco-cantábrica. Debido a la presión antrópica actualmente, y en la zona donde es posible encontrarlos (la extremidad pirenaica que mira al Cantábrico) sólo sobrevive un par de cientos, como mucho. Tiene, en verano, el pelo brillante y corto, y en invierno, largo y descolorido. Su cabeza posee proporciones clásicas y sus ojos son grandes y expresivos, la altura hasta la cruz es de 1,23 metros. Algunos caballos llegan a tener bigotes al consumir brotes de plantas espinosas. Su capa de pelo puede ser muy diferente, predominando la negra, castaña clara, alazana, pía o gris. La importancia de este caballo estriba en ser la única raza autóctona de Euskal Herria. En Euskadi norte existe la colaboración y ayuda de organismos y asociaciones encargadas de fomentar y apoyar la cría de pottoka. Así, en 1969, se fundó el Sindicato de Criaderos de pottokas y, en 1970, la Asociación Nacional del pottoka. En 1971 se inició el árbol genealógico de la raza, con el consentimiento del Ministerio de Agricultura de Francia. La primera vez que un pottoka se presentó en el concurso General Agrícola de París fue en 1972. Esto ha generado una diversificación en la forma de criar y comercializar a los animales. Los franceses han logrado convertir a estos caballos salvajes en animales de silla, utilizando formas y sistemas de explotación más evolucionadas. La marcada tendencia de producir «caballos de carne» que existe en el País Vasco, deja prácticamente amenazados de muerte a los pocos pottokas que quedan en los montes y que son incapaces de competir con los llamados «caballos mejorados», que llevan sangre bretona, generalmente. Sólo cuando el pottoka pasa a ser un animal de silla, puede producir iguales beneficios y sólo así es posible tener una depuración y proliferación de la raza. El hecho de que uno de estos animales cuente con un registro oficial que le acredite ser de pura raza, puede hacer que su valor se duplique. Así, es común encontrar en muchas explotaciones del País Vasco-Francés animales con marcajes de ganaderos guipuzcoanos o navarros que han sido vendidos a precio de carne, y que al cruzar la frontera clandestinamente, han disfrutado de otras condiciones. Los criadores de pottokas trabajan por la depuración y conservación de la raza, y comentan que no es raro encontrar ganaderos o pastores que tengan en su manada alguna yegua de esta raza. El problema es encontrar propietarios de sementales pottokas. Estos animales nacen entre primavera y verano, cuando el clima es más agradable y la cantidad de hierba disponible es mayor que en las otras épocas. El parto se sucede, generalmente, en absoluta libertad, sin ayudas ni atenciones, y, para esto, las yeguas seleccionan las partes más altas de los montes, donde los animales permanecen hasta que el invierno lo hace imposible. En los montes se hacen recogidas de caballos, que tras ser capturados, son encerrados en chabolas, donde los propietarios deciden su futuro; unos serán llevados a una feria de pueblo, algunas yeguas serán reemplazadas por desvieje, y el resto, serán devueltos al monte. Para realizar estas recogidas se utiliza en algunos casos la ayuda de perros pastores, que, si bien, logran en muchos casos su objetivo, también acentúan el carácter traumático que supone para los caballos el contacto con el hombre. Para muchos animales, el recuerdo de su primer contacto con el hombre es el de haber sido obligados, a base de golpes, a subir en un camión repleto de animales; llegar a una feria en la que con frecuencia sus dueños los golpean intentando controlarlos; pasar largas horas, y, a veces, días sin alimento ni agua para regresar después a su monte o para terminar en un matadero si su dueño tiene ¡la buena suerte de poderlo vender! Las condiciones de subsistencia de este animal son precarias. Sólo tendrá una opción real de seguir existiendo, consistente en pasar de los mataderos a los picaderos, donde los aficionados pueden practicar el deporte de la hípica. Las reservas naturales no plantean soluciones reales. Cuando están bien controlados los animales que en ellas viven, estas reservas sirven para detener un poco la destrucción de esta raza. De lo contrario, y al cabo de unos años, se está manteniendo a un grupo de animales supuestamente puros, pero que, al tener acceso un semental de otra raza a algunas yeguas, los reproductores ya pierden su autenticidad. En Europa, las razas autóctonas de poneys cuentan con asociaciones de criadores, registros genealógicos, información, divulgación, etc... El Gobierno Vasco, con el deseo de salvaguardar una pieza importante del patrimonio natural, a través de su departamento de Agricultura, Cultura y Deportes, así como el de Turismo, inició una serie de trabajos de investigación encaminados a conocer el estado actual de los pottokas. En este sentido, se tiene en cuenta la cantidad aproximada de caballos, su distribución geográfica, los aspectos de producción y la planificación de ayudas y asesorías para las personas interesadas en la cría caballar. Muchos planes y proyectos están en la actualidad empezando a ser realidad. Tal es el caso de la primera reserva natural localizada en las proximidades de Vitoria, concretamente en «las islas de los conejos», en el pantano de Ullibarri-Gamboa. Son consideradas, por los responsables nombrados por la Administración Autónoma Vasca, como «lugar idóneo para albergar al grupo de 20 yeguas y dos sementales que fueron seleccionados y adquiridos previamente». Las posibilidades y alternativas que presenta este animal es tan amplia que se está empezando a utilizar como material didáctico. Se pueden resaltar los excelentes resultados que ha dado como compañero de muchos minusválidos físicos o mentales en programas de equinoterapia, teniendo como antecedentes las experiencias realizadas en el Poney Club Ichtaklok, creado por la Asociación Nacional del Pottoka en la lapurdina localidad de Espelette, en Iparralde. Hondarribia, gracias a la cooperación de Aspace y de la hípica Jaizubia, pudo llevar a cabo en 1983, la primera experiencia de este tipo en Gipuzkoa. Y es que, aunque para la mayoría de las personas, los pottokas sólo son unos caballitos indómitos, la realidad es que son animales sumamente dóciles, manejables e inteligentes cuando son bien domados y adiestrados, destacando su buena disposición para el trabajo, y su resistencia ante las inclemencias del tiempo y a las enfermedades comunes de la región, con lo que se facilita enormemente su mantenimiento. Ref.Salvar el pottoka. «Deia» (1984); Antoine et Dominique Perret, Le Pottok, petit cheval du Pays Basque (1980). v. CABALLO.