Kontzeptua

Sucesión. Historia

La cuota de legítima establecida sobre los bienes a heredar variaba según la norma de cada territorio. En Navarra la libertad de testar reducía la legítima que debían recibir los que eran apartados de la herencia a una cantidad meramente simbólica, que no les concedía derecho sucesorio alguno. En Lapurdi, Baja Navarra y Zuberoa los bienes troncales debían pasar íntegros al que era elegido sucesor, mientras que se podía disponer libremente de los bienes muebles. En Bizkaia se establecía la reserva de los bienes troncales para los herederos tronqueros que eran forzosos, pero había libertad para distribuir estos bienes donándolos a uno y apartando a los demás (Celaya, 1984: 178). En Gipuzkoa se practicaba de igual manera. Los hermanos no sucesores tenían derecho a permanecer en la Casa trabajando en la misma. En esos casos no solían recibir legítima alguna y esos bienes quedaban dentro del patrimonio familiar. A cambio, eran mantenidos por el heredero o heredera, que tenía la obligación de hacerse cargo de sus honras fúnebres.

Los que salían de Casa recibían una cantidad, pagada habitualmente en metálico, y que no tenía por qué ser igual para todos. Se entendía que en ese momento perdían cualquier derecho sobre los bienes de la Casa. La cantidad que se recibía estaba en estrecha relación con el destino elegido por los padres para el hijo o hija en cuestión. En el caso de los hombres, podían aprender un oficio o, en las Casas más potentes, recibir estudios de cara a una carrera administrativa o al sacerdocio. Además, podían recibir esa legítima en forma de dote para casarse, preferentemente con una heredera. En el caso de las mujeres, lo habitual era que recibieran la legítima en forma de dote en el momento en que se casaban. La salida preferida para una mujer, además de ser nombrada heredera de su Casa, era el matrimonio, ya que existían pocas salidas más para establecerse socialmente. De hecho, dentro de las funciones asignadas a la mujer en el entramado de la Casa, la del matrimonio es una de las más específicas. A través de las hijas se establecían matrimonios y alianzas con otras Casas. Así, lo que las hijas reciban de sus Casas y su futuro estará en gran medida vinculado a su futuro matrimonial. Además, no todas las hijas tenían por qué recibir la misma dote, ya que ésta dependía de la calidad del matrimonio realizado. La profesión como religiosas estaba destinada preferentemente a hijas de familias pudientes, ya que la dote exigida era bastante elevada. Hay que hacer notar, también, que este sistema hereditario, que establecía una clara diferencia entre el heredero y lo que no lo eran, podía dar lugar a una conflictividad interna, conflictividad que solía verse reflejada en los pleitos.