Udalak

Luzaide-Valcarlos

En el arte civil es de mencionar el edificio del ayuntamiento como construcción de algún interés dentro de un pueblo que, tras haber sido víctima de varios incendios en época moderna, ha perdido la estética propia del caserío de la zona para mostrar un núcleo urbano cuidado pero de aspecto moderno.

Reseñable es también el monumento al Camino de Santiago de Jorge Oteiza, escultura formada por un pedestal sobre el cual parecen caminar figuras antropomorfas elaboradas con distinto tipo de piedra y color que recuerdan a estelas discoideas.

Entre lo más reseñable en materia artística en Valcarlos se puede nombrar la iglesia parroquial de Santiago, que ocupa un lugar dominante en la población.

La iglesia quedó completamente arrasada debido a un incendio en 1793 en la Guerra de Convención. Seis años más tarde se firmaba la contratación con el arquitecto José Poudez, quien construyera el hospital de Roncesvalles, para la erección de un nuevo templo en cuya ejecución trabajaron Pedro de Ibarburu y Pedro y Miguel de Errazu. Las obras se prolongaron hasta 1802, año en el cual fueron tasadas las obras por el propio Poudez y el veedor de la diócesis José de Armendariz. Nuevas obras se llevaron a cabo en 1859, consistentes en la renovación de claustro y la torre.

Aunque el templo se encontraba en perfectas condiciones, al parecer había quedado pequeño para albergar a la población, por lo cual fue enteramente demolido y se comenzó la construcción de una nueva iglesia según los planos del arquitecto y académico Florencio Ansoleaga.

La planta, de cruz latina, presenta amplia nave de tres tramos, siendo más ancho el que antecede a la cabecera, que es pentagonal. Marcan los distintos tramos pilares semicirculares con capiteles dóricos, adosados al muro y que descansan en nervios moldurados de la cubierta de la nave, de crucería simple. El arco que da paso a la cabecera se apoya en pilares de capitel moldurado. La cubierta de la cabecera es una bóveda con paños cuyos nervios montan sobre ménsulas semicirculares.

El coro se sitúa a los pies en una solución bastante original. Se apoya sobre columnas con aguabenditeras de taza gallonada incorporadas a la moda del siglo XVII.

Al exterior, el edificio ofrece un aspecto sólido y homogéneo donde contrastan con el color blanco los elementos estructurales trabajos en sillar rojizo. La nave del templo está rodeada por un cuerpo que actuando de cerrado une los brazos del crucero.

La fachada se organiza en tres cuerpos divididos en tres calles por fajas verticales. El primero contiene triple arcada de medio punto que configura el pórtico; el segundo, tres ventanas y el tercero, el reloj. Sobre esta última parte se alza la torre conformada por un cuerpo cúbico de no demasiada altura, con paños abiertos para las campanas, arquillos en el remate y frontón triangular donde se asienta el chapitel que remata este cuerpo de campanas.

Dentro ya, se encuentran tres retablos de gusto neogótico: En el lado del Evangelio el retablo de la Virgen con el Niño a cuya titular flanquean San Francisco Javier y San Miguel; en el lado de la Epístola, y con idéntico diseño del que acabamos de mencionar, el de San José al que acompañan la Dolorosa y San Antonio; y el retablo mayor que se ubica en el presbiterio y representa a Santiago Matamoros con la Virgen y el Sagrado Corazón a cada lado. Todos estos muebles litúrgicos son de la misma mano y los firma Isturiz en 1908 sustituyendo a los anteriores hechos por el imaginero Domingo de Giraudi en el siglo XIX y originalmente destinados al seminario de Pamplona.

En el plano de la orfebrería cabría resaltar entre el resto de obras del siglo XIX una hermosa cruz procesional del siglo XVII hecha de plata. Tiene los brazos rectos con remates rectangulares, ensanches ovales y crucero cuadrado adornado con interesante iconografía Cristológica por un lado y mariana por otro. La ornamentación es de aire bajo renacentista. La obra posee un perfil muy dinámico.

Otras construcciones religiosas que posee Valcarlos son las ermitas, que antaño fueron cinco: La Magdalena, San Salvador, Elizar, San Miguel y San Juan de Irauzketa. En el siglo XXI solamente tienen culto las dos primeras, mientras que las últimas desaparecieron.

La ermita de la Magdalena fue reconstruida en su práctica totalidad en 1976. De planta trapezoidal y muros de sillarejo, su pequeño espacio sacro se cubre con pizarra. Por su estructura recuerda mucho a los humilladeros.

Por otro lado, la ermita de San Salvador sita en lo alto del puerto de Ibañeta, es paso obligado para los peregrinos jacobeos. La tradición dice que en el mismo lugar donde se levanta esta pequeña iglesia edificó Carlomagno otra ermita. Lo que parece indudable es que aquí hubo un monasterio bajo la advocación del Salvador perteneciente al de Leyre el cual lo vendió al Priorato de Roncesvalles en 1271. El edificio actual sustituye, desde luego, a una capilla que desapareció pasto de las llamas en 1884. Su puntiaguda techumbre a base de pizarra, dispuesta para las intensas nevadas, los ventanales del ábside y una cruz aledaña con campana exenta nos demuestran que la construcción que hoy ocupa el alto de Ibañeta es de época contemporánea y es que data de 1965.

  • VV.AA. Catálogo Monumental de Navarra, vol.IV Pamplona 1992.
  • HEREDIA, C.; ORBE, M. Orfebrería de Navarra. Renacimiento. Pamplona, 1988.

ETE 2011